AEGE rechaza que se suba las tarifas sólo a los grandes consumidores y defiende la interrumpibilidad y los servicios de gestión de la demanda

El vicepresidente de AEGE, Javier Penacho, ha defendido el cobro del complemento por interrumpibilidad que perciben las empresas con un consumo de energía intensivo a cambio de estar dispuestas a que se les interrumpa el servicio en determinados momentos de punta de demanda, en los que el volumen de electricidad que se suministra a estas empresas puede servir para suplir los aumentos de demanda y evitar apagones generalizados.

El consejero de la Comisión Nacional de Energía Luis Albentosa ve importantes deficiencias en este sistema porque los consumidores empresariales perciben un descuento aunque tal interrupción no se produzca. Ese concepto costó al consumidor doméstico 420 millones de euros en 2006 a cambio de ninguna interrupción. Otro experto, José Barea, también considera que esas ayudas provocan que las tarifas para empresas sean artificialmente bajas, y el efecto equivalente es el de una ayuda de Estado.

Preguntado por esta cuestión, Javier Penacho aseguró que no entiende la postura de Albentosa. Explicó que esos descuentos, que se han reducido en 2007 con respecto a ejercicios anteriores, sólo compensan el esfuerzo que hacen las compañías por estar preparadas para que se les interrumpa el servicio en determinados momentos. Además expuso que entre los años 2001 y 2006, ambos inclusive, se han producido 36 interrupciones, «algunas dramáticas, léase Andalucía o Barcelona».

Según explicó Penacho, el coste de las posibles interrupciones, aunque no se produzcan, es menor que el que tendría en términos de PIB un apagón de grandes dimensiones si las compañías se negaran a ceder a recortes puntuales en el suministro. En ese caso, justificó, los daños económicos serían muy superiores, y situaciones de ese tipo ya se han producido en ciudades como Nueva York hace unos años.

Además, el vicepresidente de AEGE rechazó la propuesta de Albentosa de que se establezca una parte fija mínima de ese complemento y el resto se determine en función del tiempo de interrupción que finalmente se haya producido. Penacho señaló que, para que las empresas puedan soportar la interrumpibilidad, tienen que sobreequiparse para conseguir que la producción final sea la misma, con o sin cortes en el suministro. Apuntó que el deber de los grandes consumidores no es el de proporcionar electricidad al sistema, y que las empresas tienen unos costes de producción importantes. «Como empresario, si yo actúo como proveedor del servicio, tengo que tener garantizado que se me financie la inversión que hago para poder actuar como proveedor», señaló.

Críticas a una factura que sólo sube para los grandes consumidores

Por otra parte, el vicepresidente de AEGE criticó que la factura eléctrica para la industria haya experimentado un incremento del 30% en los últimos dos años, mientras que en el mismo período los consumidores domésticos sólo han visto crecer sus facturas eléctricas en un 10%. En opinión de AEGE, esto supone un desincentivo para cualquier inversor que pretenda invertir en una industria intensiva o no tan intensiva en energía eléctrica, y «no puede ser lógico que las tarifas industriales suban para que no suban las tarifas domésticas».

El precio para los consumidores «interrumpibles» por MWh en el año 2006 varió entre los 26 y los 61 euros, según su categoría. Para los clientes domésticos, el precio medio fue de 114 euros por MWh.

Tampoco es lógico, según Penacho, que la competitividad de las empresas sea la que acabe pagando el hecho de que el Gobierno no quiera trasladar los aumentos de tarifas a los consumidores domésticos por motivos políticos, en opinión de Penacho. En opinión de AEGE, la tendencia de no trasladar los aumentos del coste de la electricidad a los ciudadanos a cambio de incrementar el coste para la industria amenaza a la competitividad.

El vicepresidente de AEGE explicó que «si en un mercado único no se puede justificar políticas pro industria desde la tarifa eléctrica, tampoco desde la tarifa eléctrica se haga política anti-industria».

Según Javier Penacho, las industrias compiten en un mercado en el que los precios fluctúan al alza y a la baja, mientras que la tarifa eléctrica no se decide en un mercado, sino que viene impuesta por un Gobierno y sólo sufre fluctuaciones al alza. Por tanto, aunque los precios y la demanda de productos y servicios caigan de forma natural en el mercado, el precio de la electricidad seguirá moviéndose al alza, lo que acabará por perjudicar la competitividad de las empresas. Y, según Penacho, el momento de fuerte demanda global que ha vivido una parte de la industria española está empezando a darse la vuelta.

Sobre la apertura de un expediente de la Comisión Europea a España por unas tarifas que podrían constituir ayudas de Estado para la Industria, Penacho señaló que AEGE se ha personado en el procedimiento y ha recurrido la decisión, de forma coordinada con el Gobierno, «y no descoordinada con las empresas eléctricas». AEGE señala que el procedimiento se origina sobre el hecho de que «todo el precio que esté por debajo del precio del pool está subvencionado», y asegura que el precio del pool no refleja el precio real del mercado. «Tenemos un mercado cerrado y no podemos importar energía eléctrica, con lo cual no existe un mercado europeo. Tenemos unas normas de funcionamiento como si hubiese un mercado europeo y ni de broma tenemos un mercado europeo, menos en España». Penacho también defendió la necesidad de crear unas redes de transporte que permitan la existencia de un verdadero mercado eléctrico.

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