Abengoa dice que España podría ahorrar 1.000 millones de euros convirtiendo basura en bioetanol

Sánchez Ortega hizo estas declaraciones durante la inauguración de la planta de demostración de la tecnología «Waste to Biofuels (W2B)» ubicada en Babilafuente (Salamanca) y desarrollada por Abengoa, que transforma los RSU en biocombustibles de segunda generación, es decir, procedentes de materias primas no alimentarias, y que se encuentra en fase de pruebas desde abril.

El consejero delegado estimó que si se aplicara esta tecnología a los 24 millones de toneladas de basuras que España genera anualmente se producirían unos 2.100 millones de litros de bioetanol, el 25% del consumo total de combustibles de automoción.

Esto supondría un ahorro de 1.000 millones de euros anuales en importaciones de petróleo y una reducción del desequilibrio de la balanza comercial del 25%. «Seríamos un 25% más independientes», sentenció Sánchez Ortega.

Para el consejero delegado de Abengoa, la tecnología W2B es un descubrimiento de igual importancia a si se hubieran encontrado yacimientos de hidrocarburos en España, por lo que pidió un «apoyo incondicional» para esta «nueva y prometedora» era de los biocombustibles.

Además, el bioetanol procedente de la tecnología W2B reduce en más de un 70% las emisiones de gases efecto invernadero por cada kilómetro recorrido en comparación con la gasolina y resuelve en parte el problema de la gestión de las basuras. Además, maximiza la recuperación de la fracción orgánica del residuo sólido urbano y evita el vertido de más del 80% de los residuos.

Sánchez Ortega destacó que la producción de bioetanol a partir del residuo sólido urbano supone un «gran avance tecnológico en el modelo de gestión de residuos, ya que permite aumentar la tasa de recuperación y minimizar la huella ambiental, creando grandes beneficios para la sociedad.

El consejero delegado de Abengoa insistió en que «los biocombustibles han venido para quedarse» sin necesidad de ayudas, sino «de la mano de la innovación, de la tecnología y de hacer los deberes».

Abogó por el fomento de las renovables porque «el modelo actual no es sostenible» porque está basado en los combustibles fósiles, lo que genera problemas medioambientales, de suministro y geopolíticos.

«Ese problema no se resuelve solo, se hará cada día más grande, porque el origen de ese problema» radica en un crecimiento cada vez mayor la población mundial, que además cada vez consume más energía, subrayó.

La planta de Babilafuente, a través de un proceso de tratamiento de fermentación e hidrólisis enzimática, tiene capacidad para procesar 25.000 toneladas de residuos sólidos urbanos al año, de los que se obtendrán hasta 1,5 millones de litros de bioetanol apto para usarse como combustible.

Durante el proceso de transformación, la materia orgánica se somete a diversos tratamientos para producir fibra orgánica, rica en celulosa y hemicelulosa, que posteriormente será convertida a bioetanol.

Este bioetanol puede utilizarse como aditivo para la gasolina, combustible para automóviles, producto de la industria química y farmacéutica (en disolventes o cosméticos, por ejemplo) e incluso como elemento para la generación de combustibles de aviación («jet fuel»).

Abengoa dice que España podría ahorrar 1.000 millones de euros convirtiendo basura en bioetanol

Sánchez Ortega hizo estas declaraciones durante la inauguración de la planta de demostración de la tecnología «Waste to Biofuels (W2B)» ubicada en Babilafuente (Salamanca) y desarrollada por Abengoa, que transforma los RSU en biocombustibles de segunda generación, es decir, procedentes de materias primas no alimentarias, y que se encuentra en fase de pruebas desde abril.

El consejero delegado estimó que si se aplicara esta tecnología a los 24 millones de toneladas de basuras que España genera anualmente se producirían unos 2.100 millones de litros de bioetanol, el 25% del consumo total de combustibles de automoción.

Esto supondría un ahorro de 1.000 millones de euros anuales en importaciones de petróleo y una reducción del desequilibrio de la balanza comercial del 25%. «Seríamos un 25% más independientes», sentenció Sánchez Ortega.

Para el consejero delegado de Abengoa, la tecnología W2B es un descubrimiento de igual importancia a si se hubieran encontrado yacimientos de hidrocarburos en España, por lo que pidió un «apoyo incondicional» para esta «nueva y prometedora» era de los biocombustibles.

Además, el bioetanol procedente de la tecnología W2B reduce en más de un 70% las emisiones de gases efecto invernadero por cada kilómetro recorrido en comparación con la gasolina y resuelve en parte el problema de la gestión de las basuras. Además, maximiza la recuperación de la fracción orgánica del residuo sólido urbano y evita el vertido de más del 80% de los residuos.

Sánchez Ortega destacó que la producción de bioetanol a partir del residuo sólido urbano supone un «gran avance tecnológico en el modelo de gestión de residuos, ya que permite aumentar la tasa de recuperación y minimizar la huella ambiental, creando grandes beneficios para la sociedad.

El consejero delegado de Abengoa insistió en que «los biocombustibles han venido para quedarse» sin necesidad de ayudas, sino «de la mano de la innovación, de la tecnología y de hacer los deberes».

Abogó por el fomento de las renovables porque «el modelo actual no es sostenible» porque está basado en los combustibles fósiles, lo que genera problemas medioambientales, de suministro y geopolíticos.

«Ese problema no se resuelve solo, se hará cada día más grande, porque el origen de ese problema» radica en un crecimiento cada vez mayor la población mundial, que además cada vez consume más energía, subrayó.

La planta de Babilafuente, a través de un proceso de tratamiento de fermentación e hidrólisis enzimática, tiene capacidad para procesar 25.000 toneladas de residuos sólidos urbanos al año, de los que se obtendrán hasta 1,5 millones de litros de bioetanol apto para usarse como combustible.

Durante el proceso de transformación, la materia orgánica se somete a diversos tratamientos para producir fibra orgánica, rica en celulosa y hemicelulosa, que posteriormente será convertida a bioetanol.

Este bioetanol puede utilizarse como aditivo para la gasolina, combustible para automóviles, producto de la industria química y farmacéutica (en disolventes o cosméticos, por ejemplo) e incluso como elemento para la generación de combustibles de aviación («jet fuel»).

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