Y ahora, la gestión
La situación que se deriva de que la Comisión Nacional de Energía declare la ultima subasta de financiación del déficit tarifario desierta confirma los efectos de una política de inestabilidad regulatoria y de tierra quemada sobre un sector como es el energético y más concretamente el eléctrico. Devastador resultado nuevamente para este organismo regulador independiente.
El mecanismo de generación de déficit tarifario es relativamente sencillo en su formalización: la tarifa regulada, topada y fijada políticamente, es insuficiente para atender los componentes que la integran. La diferencia entre los precios reales y lo que se cobra a través de la tarifa forma ese déficit tarifario, que obviamente hay que pagar y hay que financiar. Este déficit se utilizaba inicialmente para subsanar las diferencias transitorias surgidas anualmente entre la estimación de las tarifas a principio de ejercicio y la liquidación final a final de año. Es decir, ese déficit se producía debido a los deslizamientos anuales y esos deslizamientos conformaban el déficit tarifario en su primera versión. Todo ello, además se producía en momentos en que los precios de la energía a nivel internacional y de las materias primas, eran bajos.
Pero las sucesivas administraciones fueron cogiéndole el gusto a esto de no subir la tarifa, a mantener los precios eléctricos por debajo de la realidad. Y, vinieron los precios elevados de la energía a trastornar estas cifras y a multiplicar su volumen. Todas estas diferencias se financiaban y distribuían a catorce años recuperándose a través de la tarifa en ese período, de forma y modo que ya es un pico lo que en la factura estamos pagando de ejercicios anteriores. En aquel momento, el proceso de financiación estaba organizado por las propias empresas (que se dirigían a las entidades financieras directamente) y se obtenían condiciones de financiación muy eficientes. Esas condiciones se regulaban de todas formas mediante instrumento legislativo que garantizaba, procedimiento, plazos de retorno, etc…
Y surge una nueva técnica, propia del ex ministro Clos y de su Secretario General de Energía, Ignasi Nieto. El déficit ex ante. La torna de la torna Es decir, desde el primer momento la tarifa se calcula insuficiente. Cada año, en enero se comienza el ejercicio con deuda. Y, por tanto, la necesidad de financiar esta deuda surge desde el primer momento, y además se cambia la forma de obtener la financiación mediante rondas que organiza la CNE, pero en la que tampoco aporta valor añadido la intervención del regulador independiente, puesto que estos activos no reciben ningún beneficio adicional por la intervención de esta instancia pública. Las instancias de que pueden dar credibilidad al producto en términos financieros: Dirección General de Seguros, Banco de España,… no mueven un dedo (o no son llamadas, o no se trata en instancia política suficiente) y el producto, queda a la intemperie de la situación de los mercados, con el tic añadido de los propios cambios regulatorios en el proceso de regulación de tipos de interés y plazos, etc. (obra del anterior Secretario General de Energía). Eso junto a la actuación de los “hooligans” contra el mercado eléctrico que anacrónicamente perviven en este sector.
Por eso, desde que la Comisión Nacional de Energía recoge este encargo envenenado, el de articular el proceso de financiación del déficit tarifario, la cosa no ha dejado de ir de mal en peor, incluyendo lógicamente la crisis financiera de los mercados de capitales que todos conocemos y de la que hay que aprender que la clave está en hacer las cosas bien ex ante: estabilidad regulatoria, seguridad jurídica, buena supervisión, respaldo institucional y político. La última subasta antes de esta debacle, tuvo lugar en junio y sólo consiguió colocar la mitad de lo que era preciso financiar (la penúltima, no colocó nada) con un fuerte diferencial de tipos de interés (ese si es marginalista). Fue poco y caro.
Hoy nos encontramos con una situación que requiere soluciones eficientes, dedicación a resolver problemas con garantía para el sector y la inversión, conociendo de los mercados financieros, de su funcionamiento y de los mecanismos de formación de precios, dosis de buena gestión, diálogo, acabar con las interferencias de los retroprogresivos ideológicos del sector, diseño de un marco claro del mecanismo de transición a la liberalización completa de tarifas, estabilidad regulatoria, seguridad jurídica, liderazgo político, conciencia desde las instancias económicas y financieras del Estado para respaldar el proceso de colocación de estos activos y de refinanciación, si es preciso de los déficit existentes.
Las declaraciones de Miguel Sebastián de ayer en este sentido, al menos, son una luz frente a la tendencia regulatoria de la anterior Administración empeñada en hacer lo contrario, buscar atajos regulatorios y económicos, despreciando los mecanismos que operan y dirigen la acción de los agentes financieros, económicos y sectoriales, que nos han llevado a una situación inconcebible. Es el momento de empezar a trabajar duro, a gestionar en serio y con rigor. Esta en juego la credibilidad del sistema en todo este proceso. Ser conscientes es el primer paso.




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