Una experta en impactos sobre la salud humana asegura que «no se sabe lo suficiente» sobre el fracking
«Un pozo no hace daño, pero miles de pozos sí pueden causarlos», advirtió Viliani, que participó en el encuentro Evaluación ambiental de los proyectos de fracking (explotación de gas no convencional por fractura hidráulica) en España, que organizó la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Esta experta apuntó varios de los mayores peligros que puede tener una instalación de fracturación hidráulica, «en todo su proceso, no sólo durante la explotación», si se producen fallos. En concreto, aseguró que «la silica, la arena que se inyecta, puede ser el riesgo más alto sobre la salud». «Es algo que puede pasar, el riesgo de silicosis se está estudiando actualmente en Estados Unidos», precisó. «Investigar es la única manera de seguir adelante con el fracking, un tema políticamente complejo», reivindicó.
Durante su intervención, Viliani también incidió en que en Estados Unidos hay varios estudios que han valorado el impacto del fracking, por ejemplo, en la incidencia de muertes por cáncer, aclarando que pese a que hay datos de «hasta 95 muertes por cada millón de habitantes, el consenso de lo que es aceptable en Estados Unidos es de entre una y cien fallecimientos». Por ello, Viliani, que destacó la importancia de que las autoridades sanitarias monitoricen los controles «de toda la industria, no de una parte del proyecto porque el fracking es una industria«, también dejó claro que el grado de seguridad de esta industria energética «depende de la gestión de los promotores, de cómo se va a desarrollar y del control de la monitorización».
En cuanto al grado de precisión de los estudios, Viliani defendió que «si queremos hacer un estudio de riesgos potenciales, tiene que ser muy intenso, pero no se puede hacer en todos los casos«, al tiempo que destacó los «problemas» que supone «intentar solucionar los problemas del pasado sólo con datos del presente». Y también incidió en que «hay que identificar el valor límite de exposición sin sufrir un impacto rápido sobre la salud y también los valores máximos que afecten a largo plazo enfermedades crónicas y subcrónicas». Pero todo ello, aseguró, con el consenso de las publicaciones y las autoridades «porque no hay que confiar exclusivamente en los expertos».
Por otro lado, Viliani afirmó que el «problema» que tiene el Gobierno de Cantabria es «cómo aplicar el principio de precaución» en su postura contra el fracking ya que «Cantabria no acepta el fracking porque no se saben sus consecuencias», pero adoptar este principio de precaución «no se hace así siempre». En cuanto a su prohibición en Francia, cree que se debe a motivos políticos «porque en Francia hay muchas centrales nucleares». Del mismo modo, defendió que «no hay que bloquear el fracking, hay que controlarlo» y opinó que «el bloqueo se da no porque haya daños, sino porque en Europa no hay mecanismos de monitorización». «Estamos sufriendo el efecto Nymby (No en mi patio). Hay riesgos, pero no distintos a los de otras técnicas. El balance del fracking no es necesariamente negativo», argumentó Viliani.
Viliani también hizo un repaso a los impactos físico-químicos y psicológicos que puede sufrir la población cercana a las instalaciones del fracking, aclarando que «las personas que viven más cerca y reciben una remuneración económica tienen menos riesgo de sufrir enfermedades». En este sentido, se refirió a la contaminación acuática, en la gaseosa por la liberación de gases procedentes de los pozos y por diesel, que es «la más importante» porque es «un potencial cancerígeno«.
«Hay que saber sobre la contaminación por diésel cuántos camiones van a participar en el proyecto, cuánto van a emitir, cuántas van a ser las emisiones de los generadores, si existen grupos vulnerables próximos tales como niños, ancianos y mujeres embarazadas, cuáles serán las medidas de seguridad del propio proyecto y la vigilancia de la calidad del aire que se establecerá», comentó. En cuanto a la emisión de gases desde los pozos, apuntó que se producen «en el compresor y en los tanques de almacenamiento» y que «un problema muy importante es la quema de gas en antorcha porque libera partículas de radón, benceno o metano«. No obstante, comentó que, debido a la ausencia de estudios «no se sabe si habrá cambios a peor o mejor» tras su interacción con las elementos químicos propios del terreno. «Hay mucha incertidumbre», lamentó.

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