Un proceso de suma cero

Imagínense un titular del siguiente porte: “Colectivos retroprogresivos denuncian manipulaciones en la tarifa eléctrica sistemáticamente antes de las CESUR”. Con eso podríamos identificar o describir la batalla campal organizada cada tres meses, o en vísperas, en torno a la subida de tarifas de último recurso y que, generalmente, suele tener los mismos medios, los mismos actores y los mismos argumentos. Elementos ya tradicionales en la batalla: las críticas a las subastas CESUR, al mercado eléctrico, al sistema de formación de precios del kilowatio y, por debajo de la mesa, como una termita devoradora, al propio OMEL (Operador de Mercado Eléctrico).

Escenario. La tarifa eléctrica para los consumidores de último recurso, se compone de dos partes: primera, el precio de la energía que se obtiene en las subastas CESUR. Segunda, el precio de los peajes o tarifas de acceso (desbocados, sirven para pagar el déficit, las primas a las renovables, así como la retribución del transporte y la distribución).

Restricciones para la subida de este trimestre: el Gobierno se había comprometido a que el crecimiento para los consumidores sería el 0%. Antecedentes inmediatos: la última subida, la del primer trimestre del año, supuso un fuerte desgaste político para el Gobierno. Por tanto, era necesario identificar las consecuencias del hecho de aplicar la restricción de la subida cero global, a la vez de combinarse con una subida de las tarifas de acceso del 12% como figuraba en la propuesta de subida de tarifas, que se adicionaría al resultado de las subastas CESUR de ayer. En conjunto, este mapa de situación previa, implicaba que el Gobierno contemplaba en sus previsiones una bajada considerable del precio de la energía en la subastas CESUR. En este sentido, parece claro que el objetivo del Ejecutivo es ir recuperando espacio perdido en las tarifas de último recurso para ir elevando las tarifas de acceso, sin afectar al consumidor y, a la vez, desarrollar una política de contención y reducción del déficit tarifario.

Por tanto, desde todo punto de vista, parece razonable a la luz de esta estrategia que el Gobierno quisiera aprovechar la caída del precio de la energía del segundo trimestre para ganar oxígeno a la hora de equilibrar la tarifa en su montante total. No obstante, es posible que haya que replantearse esta estrategia en los próximos trimestres. Combinar la restricción de no subida de la TUR y el aprovechamiento de las bajadas de los precios de la electricidad, siempre posibilita que sigan los precios bajos sobre la misma tendencia precedente. Tendencia que se puede ver amenazada por las condiciones internacionales del mercado de la energía, donde empiezan a percibirse ciertas tensiones derivadas de la incertidumbre geopolítica y de la evolución de los precios del crudo.

Lo que es menos admisible son las noticias o comentarios de días pasados en los que, al hilo de la inmediatez de las subastas CESUR, periódicamente y oportunamente, se cuestiona este mecanismo sobre la base de suposiciones, para inocular sombras de duda y manipulación en las mismas o se estigmatiza la presencia de agentes financieros en su desarrollo. De hecho, el mecanismo y desarrollo de las subastas CESUR por el OMEL es, además de técnicamente muy correcto, muy transparente. Evidentemente, hay que conocer para analizar su funcionamiento y sus resultados, lo que son los mecanismos de cobertura de riesgos y los comportamientos y expectativas de los agentes. Incluso las últimas subastas realizadas en trimestres anteriores, habían sorprendido con precios más bajos de los previstos al existir competitividad en gas y electricidad, además del exceso de capacidad. Introducir la sospecha permanente en mecanismos competitivos y de mercado, es algo perjudicial para el sistema eléctrico.

Y, todo esto no es óbice para que, al final, la subasta que se celebró ayer haya ofrecido resultados algo superiores a los inicialmente previstos o que eventualmente los agentes partícipes de la subasta puedan ya estar descontando en alguna medida estas turbulencias derivadas de unas expectativas desfavorables en los precios de la electricidad, del gas y del petróleo. De hecho, el Gobierno se había planteado inicialmente subir ese 12% en las tarifas de acceso, quedando finalmente cifrada esa subida en un 10,8%, para que la tarifa total no experimente subida.

En todo caso, el hecho es que a partir de este momento, toca una labor continuada y artesanal de recuperación de los costes de la tarifa en cada revisión trimestral para reducir el déficit tarifario. Tal y como comentamos en referencia a la subida que se produjo en el primer trimestre, con ser elevada comparativamente con las subidas precedentes, su impacto fue relativo, en la medida que no sirvió para reducir el déficit tarifario al mantenerse intacta la tarifa de acceso.

La pregunta, por tanto, es si el precio de la energía, en este contexto, va a permitir todo este año ese juego de suma cero y si es sostenible que no haya finalmente elevación de la tarifa eléctrica para los consumidores si se endurece la evolución de los precios de la electricidad.

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