Un año perdido

Son rumores que por volumen y cantidad pasan a ser incesantes, incluso se puede decir que se trata de un secreto a voces. Al parecer, el propio Marti Scharfhausen señaló que sería con toda probabilidad su última Comisión de Subsecretarios y en su última comparecencia en el Senado también hizo alusión al final de su etapa al frente de la Secretaría de Estado. Podríamos decir que estamos ante el canto del cisne y el señalamiento de la ausencia de liderazgo y autoridad energética.

En todo caso, la salida de Marti Scharfhausen por evidentemente necesaria, dados sus resultados y ejecutoria, no hace sino poner el dedo en la llaga del problema del déficit tarifario eléctrico y el estado lamentable del mismo tras este año. Las medidas instrumentadas hasta el momento han sido irrelevantes y es posible que empiecen a tener algún efecto en el futuro imperfecto. El bloqueo de los registros de preasignación es la medida más concreta, pero un futurible.

Así, el déficit tarifario eléctrico acaba desbocado en 2012. Las estimaciones más benévolas lo sitúan en 3.000 millones de euros. Las estimaciones más realistas en 5.000 millones de euros. Esto supone entre un 12% y un 15% del coste del suministro de este año pasa a ser déficit nuevo y precisa ser financiado. Industria decide en el plano electoralista no aprovechar el último respiro tarifario para reducir déficit. Delirante (y electoralista) es que el coste de un suministro corriente precise de un endeudamiento a largo plazo de tal volumen.

El trámite del proyecto de ley en materia medioambiental y sostenibilidad energética es, a todas luces, insuficiente y errático. Las distintas áreas del Ejecutivo vacilan y oscilan continuamente. Globos sonda continuos sobre la liberalización y la salida de la tarifa regulada de los consumidores y muchas inconcreciones, con sensación de provisionalidad y precipitación e inconsistencia. Gélidas relaciones con los agentes, cuya forma de entender la relación es el recelo y el pulso. Y, finalmente, los problemas en distintos sectores y tecnologías de generación se han convertido prácticamente en una jauría, en un problema que es como tirar de la manta en invierno, que tapas la cara y dejas al descubierto los pies.

Las operaciones político-mediáticas recientes han enfangado enormemente el terreno de juego y la sensación de ausencia de modelo, de hoja de ruta, de política energética y de autoridades con capacidad de análisis, gestión, modelo de mercado, calidad y solvencia regulatoria está instalada. Marti Scharfhausen deja el sector energético mucho peor de cómo lo encontró, siendo parte del problema y no de la solución. Se va, se irá, dejando una patata caliente y un problema engrosado a quien le sustituya.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *