Ucrania se niega a pagar a la rusa Gazprom 7.000 millones dólares por el gas no importado en 2012
«Nos hemos negado a pagar estas sanciones. Ahora estamos negociando», dijo el líder ucraniano en el programa especial de televisión «Diálogo con el país» en el que respondió en directo a preguntas de los ciudadanos.
El contrato entre Gazprom y Naftogaz firmado en 2009 y en vigor hasta 2019 obliga a la compañía ucraniana a pagar anualmente por un mínimo de 41.600 millones de metros cúbicos de gas aunque haya importado menos debido a una cláusula del acuerdo denominada como «toma o paga» («take or pay», en inglés).
«El contrato de suministro que tenemos es injusto, tanto desde el punto de vista del precio como desde el punto de vista de sanciones de hasta un 300% por el gas no adquirido«, subrayó Yanukóvich.
El acuerdo firmado en 2009 entre la entonces primera ministra ucraniana, Yulia Timoshenko, y su homólogo ruso, Vladímir Putin, fijó unos precios considerados como abusivos por las actuales autoridades de Kiev, y que no pueden asumir por la maltrecha situación de su economía.
Ante la reticencia de Moscú a revisar estos precios a la baja, a comienzos del año pasado el Gobierno ucraniano tomó la decisión de no cumplir con la cláusula «toma o paga» e importó en 2012 un 26,5% menos de gas que el año anterior, casi 9.000 millones de metros cúbicos menos del mínimo acordado en 2009.
El presidente ucraniano también se quejó de que la Unión Europea no reaccionara al conocer las sanciones impuestas a Naftogaz por su socio ruso, a pesar de que la antigua república soviética es miembro de pleno derecho de la Comunidad Europea de Energía.
«No reaccionaron de ninguna manera. Se quedaron mirando y pensando que no tienen nada que ver», lamentó Yanukóvich.
De hecho, Yanukóvich lamentó que el ingreso de su país en la Comunidad Europea de Energía (CEE) no dio efectos positivos y denunció que este organismo perjudica los intereses nacionales de Ucrania.
El líder ucraniano se quejó de que la CEE y sus miembros no defendieron los intereses de su país a la hora de autorizar la construcción del gasoducto ruso South Stream, que unirá Rusia con Europa por el fondo del mar Negro sin pasar por territorio de Ucrania.
«Cuando empezaron las conversaciones sobre South Stream pedimos que se tuvieran en cuenta los intereses de todos los socios de la Comunidad. Parecía que nos hubieran escuchado, que llegamos a un acuerdo, pero al final consensuaron la obra sin contar con Ucrania«, se quejó Yanukóvich.
La entrada en funcionamiento del gasoducto ruso, que podrá bombear hasta 63.000 millones de metros cúbicos a los países del sur de Europa, convertirá en prácticamente testimonial el otrora estratégico papel de Ucrania en el tránsito del gas ruso a los países europeos.
«Se están perjudicando los intereses de Ucrania. Y nos preguntamos para qué permanecer en esa comunidad. (…) Como miembros, estamos muy insatisfechos con el trato a Ucrania», dijo Yanukóvich.
El presidente de la antigua república soviética recordó que al ingresar en la CEE su país esperaba integrarse en «una gran familia, con reglas comunes para todos, donde cada uno encontraría su lugar, donde habría relaciones justas que se ampliarían, y que el mercado energético europeo sería justo».
«De momento no vemos el efecto que esperábamos cuando ingresamos en la comunidad. Sencillamente no hay ningún efecto«, se quejó.
La construcción de South Stream se inició el pasado diciembre y la obra de su tramo terrestre corre a cargo de empresas mixtas creadas por el consorcio ruso Gazprom con sus socios en Bulgaria, Serbia, Hungría, Grecia, Croacia, Eslovenia y Austria para el tendido y la explotación de los respectivos tramos nacionales.
El monopolio estatal Gazprom, iniciador junto a la italiana Eni del proyecto en 2008, controla el 50% del consorcio operador del gasoducto, mientras que los otros tres accionistas se reparten el resto de participaciones (Eni, 20%; EDF, 15%, y BASF, 15%).
Este proyecto es competidor del europeo Nabucco, que pretende reducir la dependencia europea del gas ruso con un gasoducto de 4.000 kilómetros desde el mar Caspio hasta Austria, pasando por Turquía, Bulgaria, Rumanía y Hungría.


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