Todos son capicúas

El primero de los movimientos corporativos tiene que ver con el tratamiento de la Comisión Nacional de Energía a la operación de toma de control por parte del fondo IPIC del 100 por cien de Cepsa, de forma que el organismo ha considerado en respuesta a una consulta en la que no es necesaria la aplicación de la denominada función 14, una vez reformulada en la Ley de Economía Sostenible.

En este punto parece haber surgido una cierta expresión de ‘nacionalismo’ económico para reclamar que la operación fuese supervisada por este organismo regulador. De hecho, en ciertos medios económicos se indicaba que era preciso el informe de la función 14 de la Comisión Nacional de Energía en lo que se refiere a la toma de participación empresarial en empresas que lleven a cabo actividades energéticas haciéndolas equivalentes a las actividades reguladas. De esta forma, en estas informaciones, se asemejaba las autorizaciones que la CNE había resuelto de venta de activos adscritos a actividades reguladas por compañías españolas, con la adquisición de CEPSA por el fondo IPIC, aunque la compañía petrolífera desarrolle sólo actividades liberalizadas según la legislación española.

El hecho es que Cepsa, aún siendo un operador petrolífero al mismo tiempo que forma parte del accionariado del Medgaz, no lleva a cabo actividades consideradas reguladas de acuerdo con la Ley de Hidrocarburos sino que su actividad se concentra en actividades liberalizadas. Es decir, que ser una empresa energética no quiere decir que sea una empresa que realice actividades reguladas en el sector energético.

Una de las críticas se centran precisamente en la titularidad del Medgaz que sería (antes y después de esta operación) extranjera, sin olvidar que Cepsa ya pertenecía a una compañía francesa, en este caso Total. Todo parece que esta reivindicación al nacionalismo energético converge de los propios sectores donde la competencia se va a agudizar con la nueva Cepsa.

La segunda cuestión, en el ámbito también de lo corporativo, tiene que ver con la decisión de incorporación de Mario Fernández, presidente de la BBK, como consejero ‘independiente’ de Repsol. En estos días, tras su nombramiento efectivo en febrero, se ha producido la confirmación en la Junta General de Repsol del mismo. Se da la circunstancia de que Repsol es segundo accionista de Gas Natural Fenosa. Se da la circunstancia de que la BBK está presente en el capital y Consejo de Administración de Iberdrola (y ahora de Repsol), perteneciendo al núcleo estable de la compañía eléctrica. Y se da la circunstancia de que las normas de gobierno corporativo impiden la presencia de una misma empresa en dos o más Consejos empresas competidoras.

De hecho, la estrategia que viene siguiendo la compañía que preside Ignacio Sánchez Galán en la pugna con ACS, se centra en la consideración de la compañía que preside Florentino Pérez como competidor. El hecho es que se especula con la posibilidad de que ACS afile lanzas con esta decisión y utilice esta decisión como munición.

Por tanto, en realidad existen dos problemas en torno a este nombramiento. En primer lugar, la forma en que se ha producido el nombramiento y confirmación de Mario Fernández como ‘consejero independiente’, cuestionado por ser presidente de la BBK, entidad que es titular de sociedades conjuntas a través de Petronor. En segundo, el hecho de que se trate de un ‘consejero dominical’ de facto en dos Consejos.

Finalmente, parece que hay indicios de pacificación en la guerra del dividendo, en referencia a las reclamaciones de Luis del Rivero (Sacyr), con la aceptación por parte de Brufau de una política de dividendos más generosa. Un día antes, Vilaseca, en la Gas Natural Fenosa respectiva, insinuó la posibilidad de entrar en el Medgaz.

Atentos a los capicúas.

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