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El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) mantendrá su asignación en los Presupuestos de 47 millones de euros durante 2019

Europa Press.– El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) mantendrá prácticamente invariable su asignación presupuestaria para 2019, según consta en el proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado (PGE) para el presente ejercicio presentado por el Gobierno al Congreso de los Diputados para su tramitación. Así, el CSN contará con 47 millones de euros de asignación presupuestaria, la misma suma que durante 2018, aunque con un ligero incremento del 0,1% respecto a los 46.877.940 euros del año pasado.

Se trata del segundo año consecutivo en que el regulador nuclear mantiene su partida presupuestaria, con muy leves incrementos, puesto que el año pasado aumentó un 0,9% respecto al 2017. Con esta cuantía, el CSN se encargará de sus funciones de reglamentación, autorización e inspección y control sobre las instalaciones para conseguir que estas sean operadas por sus titulares de forma segura. También establece las medidas de prevención y corrección frente a emergencias radiológicas, cualquiera que sea su origen. El organismo se enfrenta actualmente al proceso de renovación de buena parte de los consejeros del pleno por motivo de fin de mandato o por jubilación.

El Gobierno incorpora a la normativa española el reglamento de la directiva de Euratom sobre seguridad nuclear en instalaciones nucleares

Europa Press.- El Consejo de Ministros ha aprobado un reglamento sobre seguridad nuclear en las instalaciones nucleares con el que se traspone al ordenamiento jurídico español la Directiva 2014/87/Euratom que establece que el objetivo debe ser la prevención de accidentes en todas las etapas del ciclo de vida de una instalación nuclear.

En la actualidad la normativa española ya tenía incorporada en gran medida los requisitos que exige esta Directiva pero no contaba con una norma de carácter reglamentario sobre la seguridad nuclear en instalaciones nucleares. El cambio es que la responsabilidad primordial en materia de seguridad nuclear recae sobre el titular de la autorización e incluye el control de las actividades de los contratistas y subcontratistas que puedan afectar a la seguridad de las instalaciones nucleares.

Las nuevas exigencias pretenden garantizar un alto nivel de seguridad nuclear para proteger a los trabajadores y al público contra los riesgos que resultan de las radiaciones ionizantes procedentes de centrales y reactores nucleares o instalaciones de almacenamiento temporal de combustible nuclear gastado o residuos radioactivos de alta actividad. En concreto, a partir de ahora los requisitos generales en el emplazamiento, diseño, construcción, puesta en marcha, explotación y desmantelamiento de las mismas deben ir dirigidos a la prevención de los accidentes y atenuar sus consecuencias.

Asimismo, se deberá evitar que las emisiones radioactivas que requieran medidas de emergencia fuera del emplazamiento y las grandes emisiones radiactivas que requieran medidas de protección a la población. Se trata de objetivos trasversales que inciden en todas las etapas de vida de una instalación nuclear: desde la concepción y diseño del proyecto, la construcción, la puesta en marcha, la implantación de sistemas de gestión, la explotación y el desmantelamiento.

Bélgica suministrará pastillas de yodo a toda la población por si hay un accidente nuclear

EFE / Europa Press.- Toda la población de Bélgica recibirá pastillas de yodo con carácter preventivo por si se produce un accidente nuclear, una decisión que anunció la ministra de Sanidad, Maggie De Block. Hasta ahora sólo las personas que vivían cerca de las centrales nucleares recibían estas pastillas, que actúan sobre la tiroides saturándola de yodo para evitar que absorban el yodo radiactivo que liberaría un escape nuclear.

El gobierno federal belga acepta ahora ampliar la medida a 100 kilómetros a la redonda de las centrales nucleares belgas, frente a los 20 kilómetros actuales, por recomendación del Consejo Superior de Salud y la agencia federal de control nuclear. Este perímetro de seguridad implica que todo el territorio quedará cubierto. La ministra anunció la medida en la comisión de Salud pública del Parlamento belga.

Bélgica tiene dos centrales de energía nuclear, una es Doel, cerca de la frontera con Países Bajos, y la otra es Tihange, próxima a Alemania y Luxemburgo. Además, se han tenido en cuenta para las medidas preventivas la cercanía de las plantas en el norte de Francia, como Chooz, y en el sur de Países Bajos, como Borssele. El coste del reparto de las pastillas de yodo correrá a cargo de la empresa estatal belga de electricidad (Electrabel), que gestiona las centrales nucleares del país.

Recientes incidentes en las centrales nucleares belgas, como fisuras y múltiples desconexiones, han suscitado un debate público y político no solo en Bélgica, sino también en Holanda, además de haber creado inquietud en Luxemburgo y Alemania. La seguridad del parque nuclear belga ha sido puesto en duda por países vecinos. Alemania, instó recientemente a las autoridades belgas a cerrar temporalmente al menos dos de sus reactores. Pese al carácter preventivo de la medida, se trata además de una medida que se produce después de los atentados del 22-M en Bruselas y de que se haya puesto en duda la seguridad en las centrales del país.

El diario La Dernière Heure publicó que un hombre que trabajaba como agente de seguridad en una central nuclear en Bélgica fue asesinado el jueves 24, dos días después de los atentados, y su pase de entrada fue robado. El mismo día de los atentados, tras los ataques, las centrales nucleares de Doel y Tihange fueron evacuadas. Dos días después, las autoridades belgas retiraron los pases de entrada a la central nuclear de Tihange a varias personas y redujeron provisionalmente la plantilla, además de reforzar el dispositivo de seguridad con guardias privados, policías locales y federales y militares. Ello hizo pensar que las centrales nucleares de Bélgica pueden ser objeto del plan de los terroristas.

Fukushima fue una lección para mejorar la seguridad nuclear, según un experto del OIEA

EFE.- La catástrofe de Fukushima (Japón) de 2011 abrió un proceso de examen a nivel internacional para «sacar lecciones» y ayudar a prevenir accidentes y reaccionar mejor si se producen, declara Juan Carlos Lentijo, director general adjunto de Seguridad Nuclear del OIEA.

«Después del accidente de Fukushima, ha habido una gran actividad en el entorno internacional y en el seno de los países para entender qué ocurrió, cómo se gestionó y, a partir de ello, sacar conclusiones, sacar lecciones que puedan ayudarnos a mejorar», explica Lentijo, que acaba de asumir ese cargo.

Lentijo fue director técnico de Protección Radiológica del Consejo de Seguridad Nuclear español y en 2012 se incorporó al OIEA como jefe de su división del ciclo de combustible nuclear. Además, lideró la misión de este organismo de la ONU para evaluar la situación en Fukushima y las labores de desmantelado de la planta.

Respecto a esas lecciones, Lentijo reconoce que algunas ya se habían aprendido tras la catástrofe de Chernóbil (Ucrania) de 1986 pero que faltó «implantar suficientemente mecanismos de prevención o respuesta».

«Hay lecciones, o hay observaciones, o hay conclusiones que tiene que ver con la prevención de accidentes, también con saber el impacto que estos pueden tener en el medioambiente o en la población y cómo mejorar las capacidades de respuesta si esto llega a ocurrir», concreta.

Entre las novedades, destaca una mayor severidad a la hora de planear y prever la posibilidad de catástrofes naturales, de forma que las centrales estén preparadas para situaciones muy críticas. Lentijo recuerda que lo sucedido en Fukushima no se debió a un fallo humano, sino a un terremoto y un tsunami que provocaron la desconexión del sistema de refrigeración y dejaron inoperativo el suministro eléctrico de emergencia.

«Todo eso ha hecho que se incorporaran mecanismos concretos: más bombas, sistemas auxiliares de lucha contra incendios, sistemas auxiliarles para prevenir que una gran avenida pueda inundar los sistemas críticos de una instalación nuclear», enumera.

El experto asegura que ese proceso de aprendizaje no sólo se aplica a centrales nuevas, ya que en materia de seguridad nuclear no puede aceptarse la división entre plantas seguras y menos seguras. «Todo esto se aplica a ambos tipos de instalaciones, no tenemos, por decirlo de alguna forma, unas centrales nucleares viejas, en las cuales no podemos confiar porque tienen un grado de seguridad precario, y unas centrales nucleares nuevas, de futuro, que son más seguras», destaca el alto directivo del OIEA.

También recuerda que tras Fukushima se realizaron test de estrés, especialmente en Europa, para detectar posibles punto débiles en el diseño y en el funcionamiento de las centrales. Con todo, Lentijo reconoce que el miedo y el rechazo a la energía nuclear que generan accidentes como el de Fukushima tiene que ser atendido con una mejor comunicación con la sociedad. «La aceptabilidad social de la energía nuclear pasa por el buen entendimiento de las condiciones de seguridad en las que estas tecnologías se pueden desarrollar y operar», opina.

Por ello, dice que tanto los organismos reguladores de cada país como el OIEA deben explicar las medidas de seguridad de forma neutra y objetiva, ni a favor ni en contra de la energía nuclear. «A fin de cuentas, una central nuclear no es una cosa que está aislada del resto de entorno social o económico o ambiental sino que forma parte integral de ello», resume.

«Lo que sí que transmitimos (desde el OIEA) es que si su país toma la decisión de utilizar la energía nuclear, usted tiene que tener claro que tiene que desarrollar unas estructuras y tiene que asumir unos compromisos que son muy serios«, subraya.

Entre esos compromisos se cuenta el de qué hacer con lo residuos que genera la energía nuclear, y cuya capacidad de contaminación se prolonga, en algunos casos, por miles de años. En ese sentido, Lentijo indica que para los llamados residuos de alta actividad la solución pasa por los almacenamientos geológicos profundos que, asegura, proporcionan la estabilidad y la seguridad que requieren esa basura radiactiva.