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La Fundación Faes aboga por revisar la fiscalidad sobre las nucleares ya que son un “activo valioso” para la descarbonización

Europa Press.- La Fundación Faes ha presentado el informe Claves de éxito de la transición energética, en el que considera necesaria la figura de una vicepresidencia económica que coordine y asuma las competencias relativas a la transición energética que hay abordar de cara al horizonte de 2030 y 2050. En este sentido, el presidente de la Fundación Faes y expresidente del Gobierno, José María Aznar, considera que la transición energética es un tema «estratégico para el país».

Por ello, Aznar ve como «lo más lógico» que existiese una vicepresidencia económica para esta función o una comisión delegada especialmente destinada a ello. «Pero me parece lo más eficaz para el proceso una vicepresidencia económica», subrayó. Asimismo, indicó que esta figura debería tener también las funciones del Ministerio de Medio Ambiente, una cartera que, recordó, fue «creación» suya en su época. «Teniendo en cuenta los elementos conectados con la política energética, los elementos medioambientales van a ser vitales y que estén vinculados a esta vicepresidencia me parece fundamental», apuntó.

Esta propuesta se enmarca dentro del planteamiento de un acuerdo político para la gobernanza del proceso de transición energética que cuente con el sector privado y se apoye en la eficiencia económica y la competitividad. A este respecto, Aznar consideró que plantear acuerdos, complicados ahora debido al «fraccionamiento» existente en la política española, es «sentar las bases generales», algo que es el objetivo de la transición energética, por lo que es necesario «ser coherente en los discursos con las acciones«, y destacó que el fin de este documento es «abrir el camino hacia ese debate».

Así, la Fundación apunta que la transición energética requerirá un «exigente» proceso de tomas de decisiones en las que habrá que combinar rigor técnico, consenso político, acierto regulatorio e implicación de los actores. En su informe, apunta también como claves para la transición energética la existencia de estabilidad regulatoria y un marco institucional. «Me parece esencial. Es necesario saber a qué atenerse en un plazo razonable de tiempo, y eso significa seguridad jurídica. Todas las situaciones que puedan promover inseguridad deben ser mejoradas», añadió Aznar.

En lo que respecta a los objetivos de la transición energética, el documento valora que son «incompatibles con nada que no sea un sistema energético sin apenas emisiones, aunque destaca que hay que valorar que no todos los procesos industriales son susceptibles de electrificación, lo que requiere asegurar el suministro de combustibles fósiles. Además, cree necesario prestar atención «especial» a las redes, ya que son claves en la estabilidad de los sistemas eléctricos, los soportes físicos de los mercados y base esencial de la eficiencia.

En lo que se refiere a las nucleares, defiende alargar su vida útil hasta que sea posible, ya que la sustitución del parque plantearía construir casi 30.000 megavatios (MW) de nuevas renovables, con su correspondiente inversión adicional en potencia flexible de respaldo, lo que no parece «realista a corto plazo». Además, el informe subraya que su cierre inmediato «podría elevar significativamente los precios de la electricidad e incrementar considerablemente las emisiones de CO2. «Son un activo valioso y contribuye a precios bajos, por lo tanto cerrar un activo así antes de tiempo parece poco sensato», indicó Pedro Mielgo, coordinador del informe junto a Miguel Marín.

No obstante, para evitar este cierre del parque nuclear, Faes ve necesario revisar la fiscalidad que actualmente soporta la generación con esta energía. Sobrecargar una producción hasta que deje de ser rentable no parece una solución buena», añadió Mielgo. Respecto al autoconsumo, Mielgo defendió que jurará un papel importante a medida que el desarrollo tecnológico abarate los costes y aumente sus posibilidades, aunque recalcó que no se debe confundir con el concepto de impuesto al sol, que «no es ningún impuesto, sino el pago por la disponibilidad de la red, que es un principio innegable».

Faes cree que el problema de la electricidad no es el mercado mayorista, sino el precio que paga el consumidor

Europa Press.- Faes considera que el problema del precio de la electricidad, agudizado por la espiral alcista vivida en las últimas semanas en plena ola de frío, no radica en el mercado mayorista, punto de encuentro entre generadores y comercializadores, «donde se compra y vende hora a hora la electricidad», sino en el precio que «recibe y paga el consumidor», que incluye «todos los elementos que no son energía ni transporte y que repercuten en la factura».

En un informe, la fundación señala que, en medio de «un clima de alarma social aderezado por la habitual demagogia política y la consecuente reclamación en caliente de modificaciones normativas», conviene diferenciar entre el precio resultante del pool y la factura que paga el consumidor. Así, Faes afirma que esta situación no debería llevar a «conclusiones precipitadas» sobre la regulación del mercado mayorista. «El problema es que los consumidores finales en España reciben un precio artificialmente más alto que el de nuestros socios de referencia y, además, la mitad de ellos están sometidos a una volatilidad incontrolable«, añade al respecto.

Volatilidad derivada de las renovables

De esta manera, la fundación presidida por el expresidente del Gobierno José María Aznar destaca que el problema que se ha manifestado en las últimas semanas con el precio de la electricidad es «un problema de volatilidad«, que, a su vez, tiene que ver con decisiones políticas tomadas sobre la participación de las renovables en el mix de generación. «La volatilidad en el mercado mayorista no puede eliminarse con una reforma regulatoria. Y, de hecho, hay que prever que tenderá a aumentar a medida que nuestro mix de generación sea cada vez más renovable«, señala.

Para Faes, «el verdadero problema» es afrontar un recibo eléctrico «artificialmente alto» que, además, está expuesto, para prácticamente la mitad de los consumidores, a la volatilidad del mercado mayorista cuando estos consumidores, en todo caso, «carecen de herramientas para poder optimizar esas señales de precio y, en muchos casos, están sometidos a una vulnerabilidad económica que los aboca en estos meses a situaciones de estrés financiero que se podrían evitar».

El pool cae a mínimos

Mientras tanto, el precio de la electricidad cayó a 49,02 euros por megavatio hora (MWh), lo que supone un 46,64% menos que el máximo de 91,88 euros alcanzado este año, según datos recogidos a partir del operador del mercado ibérico, Omie. Este precio representa el nivel más bajo desde que arrancó el 2017, después de que la segunda quincena del mes de enero haya estado marcada por los picos en el precio de la electricidad.

La ola de frío de la segunda quincena de enero llevó a marcar, uno tras otro, los precios más elevados desde diciembre de 2013, cuando las subidas en el mercado mayorista llevaron al Gobierno a suspender el anterior sistema de subasta eléctrica (Cesur) y sustituirlo por el actual, en el que el precio regulado deja de consistir en una referencia trimestral y queda vinculado al precio en el mercado horario.

En enero, el mercado se ha visto afectado por el efecto acumulativo de varias circunstancias, entre las que figuran, además del aumento de la demanda y la ola de frío, la exportación a Francia por la indisponibilidad nuclear, y una reducción en las aportaciones de agua, cuya participación se ha visto reducida y se realiza a un coste mayor, afectando al precio. Además, la tendencia alcista del precio de los combustibles fósiles incrementó los costes de producción de las centrales de carbón y gas. El mercado mayorista, conocido como pool, funciona de forma marginalista, de modo que las tecnologías entran por orden de coste y la última de ellas en participar, la más cara, marca el precio para el conjunto.

Los precios horarios se aplican a los consumidores domésticos que dispongan de contadores ‘inteligentes’ y tarificación por horas, entre los que figuran los usuarios que tienen contratado el Precio Voluntario al Pequeño Consumidor (PVPC) y disponen de estos aparatos. El precio mayorista de la electricidad tiene un peso cercano al 35% sobre el recibo final, mientras que alrededor del 40% corresponde a los peajes y cerca del 25% restante, al IVA y al Impuesto de Electricidad. El Gobierno ha congelado para 2017 los peajes y cargos eléctricos con los que los consumidores sufragan los costes regulados. Por su parte, los precios diarios del mercado mayorista se fijan con un día de antelación, alrededor del mediodía.