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La petrolera francesa Total y sus socios de Joslyn venden el proyecto de arenas bituminosas de Canadá a CNLR

EFE.– La petroquímica Total y el resto de los accionistas de Joslyn acordaron vender el proyecto de arenas bituminosas situado al norte de Canadá, paralizado en 2014 desde que se hundió el precio del petróleo, a Canadian Natural Resources Limited (CNRL). Total, que era con el 38,25% el operador de esta concesión, en la que también estaban Suncor Energy Joslyn Partnership (36,75%), Joslyn Partnership (15%) e Inpex Canada (10%), explicó que el precio de la operación es de 148,2 millones de euros.

Desde que se congeló el proyecto ubicado en la provincia canadiense de Alberta hace cuatro años, la actividad allí se limitó a cumplir con las exigencias reglamentarias y garantizar la seguridad de las instalaciones. El presidente de la petrolera francesa, Patrick Pouyanné, indicó que reducir su exposición a las arenas bituminosas forma parte de su estrategia que consiste en centrar las inversiones en yacimientos cuyo punto muerto sea bajo y desarrollar una cartera que sea «resistente a medio y largo plazo». A ese respecto, recordó que el pasado año Total ya redujo su participación en Fort Hills, un proyecto similar.

Trudeau asegura que Canadá seguirá con la ampliación del oleoducto Trans Mountain a pesar del bloqueo de los tribunales

EFE.- El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, asevera que su Gobierno está decidido a seguir con la ampliación del controvertido oleoducto Trans Mountain a pesar de que los tribunales del país bloquearon el proyecto.

Trudeau cree que la ampliación del oleoducto Trans Mountain es «lo mejor para los intereses de todos los canadienses» y aseguró estar «comprometido a defender los intereses nacionales».

El primer ministro canadiense añadió que su Gobierno está estudiando la sentencia del Tribunal Federal de Apelaciones de Canadá que ayer canceló la ampliación porque considera que las autoridades no habían realizado un análisis apropiado de impacto medioambiental y no había consultado con las comunidades indígenas.

«Si, estos son desafíos pero siempre han sido desafíos», explicó Trudeau.

Precisamente ayer, los accionistas de la empresa propietaria de Trans Mountain, la estadounidense Kinder Morgan, aprobaron la venta del oleoducto al Gobierno canadiense por 4.500 millones de dólares canadienses (3.465 millones de dólares estadounidenses).

Ottawa decidió comprar el oleoducto después de que la provincia de Columbia Británica bloquease la ampliación de Trans Mountain precisamente por temor a sus repercusiones medioambientales.

El oleoducto, que fue construido a mediados del siglo XX, conecta los yacimientos de las arenas bituminosas de la provincia de Alberta con la costa del Pacífico de Canadá.

La ampliación de la capacidad permitirá triplicar la exportación de crudo hacia los mercados asiáticos.

Pero la ampliación del oleoducto ha sido rechazada por organizaciones medioambientales, comunidades indígenas y la provincia de Columbia Británica, que temen sus consecuencias medioambientales.

La decisión del Tribunal Federal de Apelaciones es un duro golpe para el Gobierno canadiense, que considera que la ampliación de Trans Mountain, un proyecto presupuestado en 7.400 millones de dólares canadienses (5.700 millones de dólares estadounidenses) es fundamental para la economía de Canadá.

Según el tribunal, el Consejo Nacional de Energía, que revisó el proyecto para garantizar que se ajustaba a las normas medioambientales del país, «no cumplió su obligación de valorar y asesorar el proyecto» para proporcionar la información que permitiese a Ottawa aprobar su construcción.

El consejo concluyó que el aumento del tráfico de petroleros en las costas del Pacífico de Canadá a consecuencia de la ampliación probablemente no causaría efectos medioambientales adversos, lo que según el tribunal es una «conclusión errónea» que impidió que las autoridades valorasen de forma adecuada el proyecto.

Además, añadió el tribunal, «Canadá no cumplió su deber de consultar con los demandantes indígenas y, si fuera necesario, acomodarlos».

Tras el anuncio de la sentencia, el Gobierno de la provincia de Alberta, que defiende la ampliación de Trans Mountain, aseguró que se retiraba del plan de lucha contra el cambio climático puesto en marcha por el Gobierno del primer ministro canadiense, Justin Trudeau.

Alberta indicó que no se reintegrará en el plan, que tiene como objetivo reducir las emisiones de gases con efecto invernadero, hasta que la ampliación de Trans Mountain sea aprobada.

Por su parte, el ministro de Finanzas de Canadá, Bill Morneau, declaró que Ottawa está estudiando la sentencia para determinar los próximos pasos a dar.

La provincia petrolera de Alberta (Canadá) enfrenta una grave crisis por la caída de precios del crudo

EFE.- El derrumbe de los precios del petróleo y la desaparición de las inversiones en el sector están provocando una grave crisis en el corazón petrolero de Canadá, la provincia de Alberta, con profundas implicaciones políticas en el país. Esta semana, el Gobierno canadiense tiene previsto presentar su promesa de acelerar la inyección de unos 1.000 millones de dólares canadienses (730 millones de dólares estadounidenses) en Alberta para amortiguar el impacto de la crisis que sacude al que fuera el motor económico de Canadá.

La situación es un giro de 180 grados con respecto al periodo de florecimiento que esa provincia canadiense vivió durante la última década. El territorio contiene las terceras mayores reservas de petróleo del mundo, tras las de Venezuela y Arabia Saudí, en forma de arenas bituminosas y los elevados precios del crudo durante ese tiempo provocaron una explosión de inversiones para desarrollar los yacimientos. Entre 1999 y 2013, alrededor de 200.000 millones de dólares se invirtieron en el sector petrolero de Alberta. Sólo en 2013 la cifra de inversiones alcanzó los 32.000 millones de dólares. La bonanza económica atrajo a decenas de miles de trabajadores.

Al mismo tiempo, Canadá estuvo gobernado por un primer ministro, Stephen Harper, y un Partido Conservador que facilitó concesiones de todo tipo para el sector petrolero. Una de estas concesiones fue la decisión de Harper de sacar a Canadá del Protocolo de Kioto para permitir el desarrollo sin cortapisas de los yacimientos de Alberta. Pero la enorme caída de los precios del petróleo en el último año, con el precio del barril en torno a los 30 dólares, un 70% menos que a mediados de 2014, poniendo fin a la época de vacas gordas, lo que está teniendo profundas implicaciones políticas para el país norteamericano.

La tasa de desempleo se sitúa ahora en el 7,4% cuando a finales de 2014 era del 4,5% y ha alcanzado así el nivel más alto en 20 años, y por primera vez por encima de la media nacional desde 1988. Eric Lascelles, economista, afirmó tras conocerse estas cifras que «Alberta está claramente en una recesión». Y la situación empeorará a lo largo de 2016, ya que algunas de las multinacionales que operan los yacimientos de las arenas bituminosas de Alberta, como British Petroleum y Exxon Mobil, anunciaron que eliminarán más puestos de trabajo en un sector que ha perdido ya 40.000 empleos desde 2014.

Alberta, que desde hace generaciones considera que Ottawa no presta suficiente atención a sus problemas y que en muchas ocasiones cree que Ontario y Quebec han conspirado para arrebatarle sus riquezas, ha solicitado al Gobierno federal ayuda económica y política. Paradójicamente, el nuevo primer ministro canadiense, el liberal Justin Trudeau, es hijo del exprimer ministro Pierre Trudeau, una de las figuras más detestadas en Alberta por su decisión de crear en 1980 el Programa Nacional de Energía, interpretada como un intento de nacionalización del sector.

Pero la mayor reivindicación de Alberta se centra en la exportación de crudo, para lo que necesita la construcción de oleoductos. Estados Unidos ha bloqueado la construcción del oleoducto Keystone XL, que conectaría los yacimientos con las refinerías estadounidenses del Golfo de México, lo que ha supuesto un grave golpe para el sector. Y las provincias canadienses de Quebec (en el este del país) y Columbia Británica (al oeste de Alberta) se niegan a aprobar por razones medioambientales la construcción de otros oleoductos para sacar el crudo de las arenas bituminosas a otros mercados, lo que añade más problemas políticos.