Rodríguez Braun, el déficit de tarifa y las trampas saduceas
Ayer martes, Carlos Rodríguez Braun en el programa Herrera en la Onda (Onda Cero), dentro de su repaso a la revista de prensa económica del día recaló en el titular de la noticia del diario Cinco Días “Las eléctricas piden que el déficit de tarifa sea trasvasado al ICO”. Fernández Braun hizo un mohín ante la misma, en la medida que pudo apreciar bajo su óptica liberal otro ejemplo de sector económico que afronta la coyuntura actual acudiendo a papá Estado, el ICO asediado por los intereses sectoriales y desde alguna rama del gobierno (por otra parte, una tentación muy de nuestros tiempos a la vista de la falta de referentes económicos, de conciencia de las implicaciones sobre la economía de mercado y de cultura económica en general, lo que es pasto de la demagogia).
Rodríguez Braun, además de ser inteligente, divertido, ocurrente en sus comentarios, es un liberal a carta cabal, por lo que, en referencia a este comentario, podemos afirmar que, seguramente, pudo sufrir el efecto combinado de dos cuestiones. Una noticia dispuesta como una “trampa saducea” y, segundo, la falta de información de lo que verdaderamente está pasando en el sector eléctrico. Porque lo primero que hay que aclarar es que el sector eléctrico no está pidiendo nada al Gobierno o al Estado. Es a la inversa. Es el Estado el que le pide al sector eléctrico que renuncie a unos ingresos fijados de forma reglamentaria y que haga una “quita” sobre la deuda que el Estado mantiene con las eléctricas, ocasionada por las políticas intervencionistas seguidas hasta el momento en materia de precios eléctricos. Vamos a explicarlo.
– Déficit tarifario: la diferencia entre precio intervenido de la energía y el coste real que el Estado adeuda a las empresas
El déficit tarifario resulta de que el coste de la electricidad que se les cobra a los consumidores en la tarifa que fija el Ministerio de Industria es insuficiente porque se fija un precio “intervenido”, “público”: la tarifa eléctrica. Es un precio por un suministro que no está, hasta el momento, liberalizado, como todo el mundo sabe. Esta liberalización es un proceso que ha sido demorado porque existía una incapacidad política de trasladar los precios de la energía a los consumidores por mor de ejercicios de populismo mal entendidos (hasta hace poco el petróleo estaba por las nubes, como todo el mundo recuerda). Consecuencia: los consumidores que no tienen consciencia de los precios reales de la energía consumen más de lo que deben (no hacen ejercicio de eficiencia en consumo, generan más contaminación, etc, etc…).
– ¿Quién paga la parte subvencionada de la energía?
Se trata, por tanto, de una energía subvencionada. ¿Y quién la subvenciona?. Los consumidores futuros que subsidian a los consumidores presentes y pagan su consumo y la letra vencida. En estos últimos años, la diferencia entre esos precios resultantes y el cobrado por la tarifa es el denominado déficit tarifario, que actualmente está pendiente de pago desde el año 2007 a las eléctricas. En estos momentos, se cifra alrededor de los 16.000 millones de euros y el Ministerio de Industria busca una solución de quita a partes iguales por tercios: Administración, empresas y consumidores.
– El fracaso de la financiación de este déficit por vía pública: la CNE y la deuda se acumula
Hasta el momento, este déficit era financiado por el sistema financiero y amortizado en 14 años: eran las propias eléctricas las que titulizaban esta deuda. Entra la CNE en el proceso de subasta de esta financiación, junto con la crisis financiera internacional y esta construcción se echa a perder y no hay manera de que se financie nada. Las subastas de financiación del mismo fracasan y nos quedamos “sin pagar la dolorosa”.
Por tanto, es lógico, que en todo este proceso de negociación surja el planteamiento de que esa deuda, generada con motivo de decisiones políticas, requiera un aval público para que pueda ser financiada, y, de ahí, las propuestas de financiación que hemos ido conociendo por parte del ICO o conversión en deuda pública.
En todo caso, hay que tener en cuenta que el objetivo del artículo que ha confundido a Rodríguez Braun era afear la conducta de las eléctricas de reclamar sus ingresos, obtenidos en un mercado de generación liberalizado, y a partir del resto de actividades (transporte y distribución) con precios regulados. En el artículo, aparecen perlas y cuestionamientos que recogen argumentos de los sectores más intervencionistas del sector energético. Una muestra de ello es la expresión “un mercado de generación que controlan”, cuando, por ejemplo, hoy los precios que se fijan diariamente en el mercado eléctrico (OMEL) fluctúan conforme a la oferta y demanda y estamos casi a veinte euros/MW por debajo del año pasado (ha habido una fuerte caída de demanda este año además de la bajada de los precios de las materias primas).
Por ello, se buscan soluciones claramente intervencionistas, como la expropiación a las eléctricas de la factura de los derechos de emisión de carbono (por cierto, gratuitos por la normativa general de la Unión Europea), que se fijen precios regulados para la energía hidráulica o nuclear o que la fijación de una tarifa social o la de los grandes consumidores estén subsidiadas por las propias eléctricas. Por esto, tiene toda la lógica que las eléctricas pidan estabilidad regulatoria y que no haya medidas intervencionistas como las que proponen los sectores más intervencionistas y estalinistas del sector energético, que, además, cuestionan la existencia de mercados y de empresas en este sector (y cuyos argumentos se recogen claramente en ese artículo).
En todo caso, el sector energético se hace competitivo si entran nuevos operadores (la competencia y el grado de concentración merced a la liberalización de 1998 han aumentado enormemente, configurando probablemente el mercado más competitivo de Europa), si no se generan monopolios (véase lo recientemente ocurrido con el aprovisionamiento del gas en el caso de la compra de Gas Natural por Unión Fenosa, donde hemos retrocedido y de manera silente). Ahí, es donde hay que garantizar todas las medidas, la regulación y el papel del Estado para asegurar una competencia creciente y transparente. Y, segundo, si queremos en el medio plazo energía barata y limpia, hay que buscar un ‘mix’ de generación que así lo permita (en roman paladino, abrir debates como el de la energía nuclear). Si lo que se busca es intervenir en el mercado de generación y, también, a posteriori, en los precios de la energía, ¿qué es esto?.
Por eso, este proceso demoníaco de la subvención encubierta persigue todo menos que funcionen los mecanismos de mercado y que cada uno (políticos, empresas y consumidores) sea responsable de sus decisiones sobre la base de información completa y decisiones racionales. El déficit tarifario ha sido una figura muy perversa, algo muy peligroso, porque se trata de un elemento que ha corroído muchos principios económicos en un momento en que estamos necesitados de ortodoxia en lo que es la “libertad de mercado”. Algo que ha dañado a las empresas (están sufriendo en Bolsa por esta incertidumbre regulatoria más que la media del IBEX). Por eso, su formulación, negociación y consecuencias, han logrado confundir a un liberal de verdad, llevándole al extremo contrario.
En todo caso, escuchen este repaso económico diario matutino del licenciado Rodríguez Braun y las adivinanzas que éste formula al conductor del programa, Carlos Herrera. No tienen desperdicio.

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