Revuelo por sistema

Según los argumentos conseguidos por la periodista Carmen Monforte de fuentes de la propia compañía, el operador considera que se trata de un éxito derivado de la presión del lobby de las empresas eléctricas que quieren una Red Eléctrica de España con «menor poder». También achacaban esta decisión al conocimiento de la apuesta del operador de transporte y sistema por entrar en la actividad de generación a través de centrales hidráulicas de bombeo, como la de Chira-Soria en la isla de Gran Canaria.

Hay que tener en cuenta varias cosas, a saber: que el tercer paquete europeo avanza en la separación de las actividades en el sector eléctrico, entre ellas el transporte y la operación del sistema. En este modelo de separación de actividades, la Unión Europea propugna como meta en los sistemas energéticos gasista y eléctrico el Operador de Sistema Independiente, con independencia de las etapas intermedias, que dependen del punto de partida de cada país en su proceso de separación de actividades. Eso, evidentemente, sin atender a las características genuinas contrarias a este modelo.

De hecho, la propuesta de separación societaria no supone una pérdida de facto en las actividades que REE desarrolla, ya que seguiría ejerciendo las funciones de transporte y operación, sólo que ahora lo haría organizada en dos empresas totalmente separadas. Además, incorpora un conjunto de controles y limitaciones para que la separación sea real, nítida y que las mismas funciones no se extralimitaran de «ese» papel, porque esa extralimitación a quien erosiona, además de a las empresas del sector, es al propio regulador. De hecho, si REE se limitase a ejercer esas funciones hoy y estuviera organizada así, societariamente, no pasaría nada. ¿Cuál es la razón del revuelo, entonces?

Segunda cosa a conocer: Red Eléctrica es una empresa privada, con sus accionistas, sus entidades financieras y sus bancos de inversión. Y Red Eléctrica, además, es una empresa doblemente monopolística. En primer lugar, es un monopolio en la operación del sistema, dado que no es lógica la existencia de más de un operador del sistema. Y también es un monopolio en transporte (la actividad se realiza en régimen de monopolio en cada zona geográfica), además de ser transportista único, es decir, sólo REE puede realizar la función de transporte en exclusividad en todo el territorio nacional. Por ejemplo, el transporte en el sector gasista se organiza en régimen de monopolio pero sin existir un transportista único.

Por tanto, Red Eléctrica aúna los principios de maximización de sus beneficios empresariales como cualquier otra empresa privada. Sólo que los ejercita por una vía diferente al mercado y al riesgo en sus inversiones: la vía de la influencia, condicionando la política y la planificación energética, promoviendo inversiones que al final son pagadas de forma fija en la tarifa por los consumidores. Unido a esto, se añade la intencionalidad monopolística en modo hidra de invadir y aumentar su tamaño y funciones que no le competen; no sólo no se conforma con conseguir exclusividad en lo que ya hace, sino que va ampliando sus pretensiones.

Así, una de las actividades de REE es convencer a administraciones públicas para que incluyan en las necesidades de infraestructuras energéticas elementos que posteriormente serán retribuidos y pagados por la tarifas de acceso. En todo caso, tampoco necesita esforzarse mucho. Con decirlo, sobra, dado que el proceso de planificación deja mucho que desear. Eso y garantizar que esa retribución es máxima o que su liquidación se efectúa con mayor celeridad que el resto de elementos de la tarifa, aportando liquidez la compañía.

En este sentido, cabe destacar que el reportaje de Carmen Monforte recoge con claridad cristalina los motivos de la sorpresa y enfado de REE con esta separación de actividades en dos empresas: pérdida de poder y de influencia, entendida como una ejercicio que va más allá de las funciones que tiene conferidas (dado que en ningún momento las pierde, sino que se reorganizan). Hay que constatar que incluso esta influencia se venía produciendo como un hecho normal, de forma que en determinados períodos ha sido frecuente que en las reuniones entre agentes privados y el Ministerio estuviera presente un delegado de REE en el gobierno (en principio, cuando Red Eléctrica era pública, había un delegado del gobierno en REE).

Esta tendencia no es nueva, viene siendo una constante en REE: cuando se articuló la estructura societaria de la compañía se hizo para que permitiera la diversificación internacional de la diversificación societaria en tiempos de Mielgo y Casadejus para desarrollar el negocio internacional. O, como ejercicio, su influencia directa para introducir en la anterior trasposición de la normativa europea el concepto de transportista único (un reforzamiento de la condición de monopolio), haciendo una definición de las redes de transporte por tensión, no por funciones, lo que le ha servido para aumentar sus activos, por la vía del BOE y, prácticamente, del justiprecio. Por tanto, los comportamientos de Red Eléctrica son propios de un agente con tendencia a suplantar al regulador, partiendo de su indudable capacidad y calidad técnica, hecho que se ha unido a que se ha encontrado con una Administración energética débil y muy endeble en estos años.

Confirmando las tendencias expansivas de sus áreas de influencia, Cinco Días además resaltaba la nueva apuesta de REE por entrar en la actividad de generación de electricidad en nuestro país, optando a la titularidad de centrales de bombeo, para supuestamente «abaratar» la electricidad a los españoles, lo que también se podría producir en manos de los operadores privados desde los clásicos (Endesa, Iberdrola a E.ON o Hidrocantábrico) a los nuevos entrantes (Acciona, ACS,…). Para ejemplificar esta pretensión, imagínense que al Operador de Mercado Eléctrico le pareciera poco con sus funciones y decidiera, por ejemplo, que se quiere convertir en comercializadora. O que la propia Comisión Nacional de Energía quisiera poner un huerto solar. No sería entendible dicha pretensión,… pues conceptualmente es lo mismo.

Por tanto, detrás de la maximización de beneficios en modo exprimidor de las decisiones públicas (regulación, planificación, retribución) se plastifica una capa de argumentos de justicia social y de aprovisionamiento de bienes públicos justificativos de la intervención en el sector, de la planificación centralizada y de la preponderancia de la gestión y control del sistema al servicio de estos fines.

Y así se explica tanto revuelo: por sistema.

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