Regulación yenka

Partamos de la base de que desde este medio siempre hemos promovido la existencia de un modelo de desarrollo de las energías renovables y, en ese sentido, podemos asegurar, siguiendo nuestra línea editorial, que no somos negacionistas.

Esto es relativamente relevante en un momento en que las posturas de las distintas tecnologías tienen un componente dialéctico defensivo en el estilo «federales contra confederados» sumamente peligroso, a falta de una visión común o de una política energética coherente construida sobre el armazón de la política económica global y el funcionamiento de nuestros mercados.

Sólo en ese contexto se pueden analizar las cosas que vienen pasando en la generación de electricidad y sus tecnologías y, en concreto, en las renovables. En ese marco, y en el de una política retributiva insostenible, claramente, con todas las costuras, nos estamos permitiendo comportamientos de «un paso adelante y dos atrás».

Por eso, estar a favor o en contra de las energías renovables (en genérico) no implica, necesariamente, adherirse a un modelo de dispendio o abrazarse sin crítica o sin racionalidad a un maximalismo. Parece, por tanto, que cuestionar la racionalidad de lo acontenido es un problema de dogmas o reglas basadas en la fe y la obediencia. Y, de la misma forma, tampoco es semejante la situación de todas las tecnologías de régimen especial, dado que el volumen de primas que perciben, la magnitud de sus subvenciones en relación a su capacidad, su potencia y su generación es diferente, pese al manto unificador de quienes se cubren para defender las tecnologías más primadas o más privilegiadas.

En este sentido, y sin perder la perspectiva de globalidad de la política energética, medioambiental y económica, derivada de la ilusión retributiva y de los intereses particulares, el desarrollo de las energías renovables debe estar incluido, integrado, mapeado dentro del sistema eléctrico, del coste global del suministro y del precio que pagan los consumidores por la electricidad.

Por tanto, no se puede tratar como un postizo con unos agentes que captan recursos a través de las primas, las subvenciones y que maximizan sus intereses contra el resto de sectores o contra la factura de los ciudadanos, aunque sea por la defensa de una industria propia. O, mejor dicho, es legítimo que los sectores lo intenten pero que la regulación busque un modelo sostenible económica y medioambientalmente, integrado en el modelo tarifario y en los mercados de la electricidad. Esa debe ser la clave de la situación y de las decisiones que se plantean.

Ayer, como se pudo conocer, en lo que se refiere a la energía solar fotovoltaica, se produjo la vuelta atrás en el Senado sobre la norma que limitaba el número de horas sujetas a prima en el caso de la fotovoltaica. Si bien existen dudas sobre el grado de retroactividad de la norma, lo que sí parece que ha sido retroactivo es el comportamiento de los partidos políticos. De hecho, conscientes de que el trámite jurídico sería muy complicado, el sector fotovoltaico y el sector financiero no lo han dado por perdido y han encontrado una vía de servicio para volver a la casilla uno y replantear la decisión del Ejecutivo y del Parlamento.

Se trataba, por parte de los promotores de la enmienda en el Senado, de dejar sin efecto el Real Decreto Ley recientemente aprobado que requería de una Ley para su remoción parcial. Hace menos de quince días que se aprobó el Real Decreto Ley y en el trámite de una Ley ya se promueve un cambio sobre lo aprobado anteriormente (algún día habrá que tratar, algo cada vez más preocupante, los problemas de calidad regulatoria, la frivolidad de abordar los cambios regulatorios y el oportunismo de que cualquier normativa pueda salir por los cerros de Úbeda por inclusión, adición o sustracción en los procesos parlamentarios).

En menos de un mes, estas formaciones políticas han ido deslizándose de una posición crítica hacia una posición contraria a la limitación de horas a la energía solar fotovoltaica, que es una modificación en los parámetros de su sistema retributivo. ¿Se anticipa, por tanto, una minoría del partido del Gobierno en esta cuestión en el Congreso?

Queda por saber qué pasará a partir de ahora con esta Ley y su vuelta al Congreso de los Diputados, para comprobar si el arco parlamentario mantendrá su cambio de opción respecto de esta cuestión. Contra el Decreto Ley o a favor de la enmienda que lo desactiva, se alineó finalmente el Partido Popular y partidos nacionalistas que inicialmente apoyaron al Gobierno en la ratificación del Real Decreto Ley de medidas urgentes del sector eléctrico aprobado en el mes de enero.

La no limitación de horas a la tecnología solar fotovoltaica en la regulación precedente parte de un defecto regulatorio y de una falta de observancia por parte de las autoridades a la hora de advertir que la importante y constante demanda de proyectos fotovoltaicos evidenciaba unos problemas de sobrerretribución. De hecho, los estudios económicos utilizados por la CNE y el Ministerio de Industria avalaban que el modelo retributivo tuviera ese límite de horas, pero la regulación final no lo contempló.

Y, con ello, la financiación y el escandallo de la plusvalía generada por los proyectos fotovoltaicos se distribuyó generosamente en orden a todos los que participaban en el proceso: gestores de permisos, promotores, próximos a las estructuras de poder regionales y Comunidades Autónomas. El propietario final del proyecto, que se había apalancado para adquirirlo, se queda al borde del abismo por esta circunstancia si se reduce la retribución (cuando todos los anteriores ya habían hecho caja). Y, consecuentemente, las entidades que habían financiado el proyecto incurren en un riesgo de crédito tan semejante al inmobiliario (que incluso el Banco de España estaría investigando, según nuestras informaciones). En el fondo, el modelo de negocio era y es muy parecido, en definitiva, a un modelo de rentas sin riesgo empresarial.

Por tanto, a falta de referentes y de una guía de conducta, nos quedan comportamientos políticos “modelo yenka”, que nos devuelven al Juego de la Oca y a la casilla uno, caminando sobre el filo en cada proyecto de Ley y en cada tramitación parlamentaria. Y todo ello con una deconstrucción política por momentos, morosa de no tener política energética, económica y medioambientalmente sostenible.

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