Prueba de resistencia

Cuando se introducen en el debate público cuestiones referidas a la energía nuclear, o directamente con ‘lo nuclear’, se transita por un territorio donde existe una fuerte sensibilización e ideologización. No existe racionalidad. Sensibilización e ideologización que están por encima, seguramente, de argumentos más o menos racionales. De hecho, intentar tratar la cuestión con un cierto desapasionamiento es algo difícil de articular sin caer en las banderías.

Podemos comprobar cómo esta misma semana, la noticia de la explosión en la instalación nuclear francesa de Marcoule era recogida con mucha más alarma por la prensa española que por la gala, que fue mucho más expedita a la hora de tratar el mencionado incidente. Los titulares y contenidos en nuestro país eran mucho más crudos y truculentos, y parece que, incluso, cuando se comprobó que el accidente no cuestionaba en ningún aspecto la seguridad nuclear, un cierto rictus de desilusión se esparció por las mesas de redacción que estaban esperando la carnaza. Si comprueban la prensa del día, había artículos que sólo incluían declaraciones de antinucleares españoles opinando. De hecho, nuestro país vecino lo calificó de accidente industrial que produjo un accidente laboral con el resultado de la muerte de un operario. (Por ejemplo, España es uno de los países con mayores índices de siniestralidad laboral de la Unión Europea y existe una mayor condescendencia con este fenómeno).

Produce, por tanto, un cierto bochorno la tendencia maniquea, pueril e infantil a la inflamación de este tipo de noticias, y cabe preguntarse si la deontología profesional o la selección de argumentos informativos es todo lo rigurosa que merece, si existe justificación para la magnificación intencional de este tipo de sucesos o cómo se produce esta pesca de arrastre. Además, esto sucede con la más pasmosa impunidad, dado que no existe contrarréplica a una verdad única que es la de la generación del alarmismo y el terror, apelando al emotivismo social y a sus resortes emocionales, cueste lo que cueste.

Por ejemplo, el mismo día, varios medios de comunicación se hacían eco de una noticia relativa a la central nuclear de Garoña, en la que varios colectivos la acusaban de un calentamiento anormal en el río Ebro. Dicho tratamiento informativo siempre incorpora una cierta alarma, de modo que sólo la acusación y la exposición de la misma genera una cierta ‘pena de telediario preventiva’. No se tienen resultados, no se tienen informes, el contraste de argumentos con los responsables de la central se estigmatiza y, en definitiva, nos encontramos con una noticia que es la acusación de una parte. Emotivismo e ideología frente a racionalidad, información oficial e informes técnicos, nuevamente. ¿Para cuándo la revisión del concepto «imputado» desde el punto de vista informativo?

Ayer conocíamos que los análisis de estrés de las centrales nucleares españolas daban unos resultados que acreditan su seguridad, con amplío margen, y confirman la solidez de sus diseños. Dichos test, además, incluyen desde la verificación del comportamiento de estas instalaciones ante terremotos o inundaciones, hasta la pérdida de alimentación eléctrica, etc… En dichos informes, por otra parte, se hacen recomendaciones y propuestas de inversión para afrontar situaciones extremas. ¿Qué tratamiento informativo se puede articular a un análisis racional, objetivo, técnico y oficial?

Del mismo modo, pudimos conocer en su momento la valoración que el propio Consejo de Seguridad Nuclear hacía de la planta de Garoña, en el momento que había que decidir sobre su futuro y la prórroga de su actividad. Y, nuevamente, la ideologización pudo con los informes técnicos y la racionalidad, todo ello revestido de argumentos forzados para una mañana soleada en Galapagar del Presidente del Gobierno ante los jóvenes cachorros en la Fundación Jaime Vera. Generación continuada de sospechas sin evidencias. Comunicación política frente a racionalidad e informes técnicos. Es una dialéctica desigual y asimétrica. Y hoy, fruto de una normativa mucho más exigente en nuestro país en materia de seguridad nuclear, junto con la actuación del organismo supervisor e inspector, los incidentes en nuestras centrales se conocen con mucha mayor precisión.

Malos tiempos para agitar la bandera de la racionalidad tras el desastre de Fukushima, cuyo origen fue extremo: el tercer terremoto mayor de la historia, la concatenación de riesgos (un conjunto de reactores ubicados en zona de tsunamis y terremotos) y una observancia de la normativa en materia de seguridad nuclear muy laxa en un país que necesitaba energía para reconstruirse. Y, aún así, las consecuencias para las personas han sido muy controladas. Contrasta todo este escenario con el pragmatismo y flema francesa, tan envidiado en otras cuestiones por los retroprogresivos españoles.

Y, ahora en plena campaña pre electoral, el candidato Rubalcaba ondea la bandera antinuclear frente a un Rajoy que se declara incondicional de este tipo de tecnologías. El tema nuclear promete convertirse en objeto de confrontación de federales contra confederados, con pocas bases técnicas y alimentando el sentimiento antinuclear social. Además, hay un trasfondo económico indudable que atiza este tratamiento informativo exagerado: la confrontación entre tecnologías de generación por abrirse un hueco en un momento de caída de la demanda eléctrica a corto plazo y de estabilización de la demanda a largo plazo. Es decir que la necesidad de nuevas instalaciones de generación es muy relativa y sólo se puede conseguir hueco por el procedimiento del canibalismo. Ello está atizando el ya sempiterno conflicto entre favorables y opuestos al carbón, a las renovables, a lo nuclear o los ciclos combinados, frente a quienes creen en un mix energético diversificado y sostenible medioambientalmente y económicamente en un modelo libre de mercado.

Por eso, realmente, la prueba de resistencia de la tecnología nuclear son la opinión pública y las posiciones políticas e ideológicas.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *