Prima de riesgo y sector energético

La situación que está experimentando la economía española en los últimos días se ha agravado notablemente, sobre todo en el plano exterior, con una fuerte elevación de la prima de riesgo, a efectos de la financiación de la economía tanto para el sector público como para el sector privado. En ello ha tenido que ver una combinación letal de presión exterior y de errores internos y propios.

En el plano exterior habría que apreciar la presión de países como Italia (con las declaraciones y el posicionamiento de Mario Monti, hombre con mucho oficio, conocimiento de los mercados internacionales, experimentado y de porte florentino) y de Francia (con la campaña electoral en marcha, en la que el «amigo Sarkozy» ha puesto en el punto de mira a España, con un argumento falsamente seductor y de doble filo para los populares al denostar la economía española sobre los hombros del anterior Ejecutivo socialista). Todo ello ha cebado un ejercicio de caza del rival más débil (o, en la actualidad, apreciado como el más débil) en la escena europea.

Respecto al plano interior, esta alineación se ha visto apoyada con comportamientos propios que se han mostrado erróneos: aplazamiento de los Presupuestos Generales del Estado por motivos políticos derivados del proceso electoral andaluz, priorizando política a economía, pensamiento fantasioso respecto a los ingresos previstos en dichos Presupuestos Generales, vacilación en las medidas aplicadas, tetracefalia en la dirección económica del Gobierno y, adicionalmente, el aislacionismo, la bunkerización y el solipsismo del Ejecutivo.

Estos comportamientos huidizos del Gobierno han tenido su reflejo, por ejemplo, en la propia reforma laboral, en la que hay una negativa a recibir a los sindicatos, y eso que el texto legal ya está publicado y en fase de tramitación parlamentaria. O en la reunión del pasado lunes en la que las cabezas económicas del Gobierno, más los ministros de Sanidad y Educación, anunciaban unas inconcretas e imprecisas medidas de ajuste en estos sectores, tras una intervención del ministro Luis de Guindos contestada por Génova. Fuerte e incontrolable confusión.

El paroxismo llegó ayer con la huida de los periodistas protagonizada por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy Brey, por los pasillos del Senado hasta el garaje para volver al lugar seguro, que es la Moncloa. Al presidente, con su silencio y ausencia, se le acusa de esconderse, lo que además resulta contradictorio con, por ejemplo, la presencia que el propio Monti tiene en todos los procesos de ajuste de la economía italiana, donde tiene un fuerte protagonismo y liderazgo, interior y exterior. Rajoy ya tiene el efecto Moncloa, además de un comportamiento patológico de huida psicológica de las decisiones del anterior presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, quien acabó reaccionando, midiendo la prima de riesgo de forma más frecuente que su tensión arterial.

En el sector energético, este problema se aprecia tanto desde el punto de vista de los resultados, como del proceso en lo que tiene que ver con la política económica y energética. En términos de resultados, es evidente que el sector energético también se ve afectado por la necesidad de conseguir la colocación del déficit tarifario, cuya financiación en los mercados es equivalente a la del déficit público. Esta elevación de la prima de riesgo encarece su colocación y, por tanto, añade presión a la política energética de ajuste, ejecutada con falta de convicción y también priorizando la política a la economía.

Pero también es importante lo que está pasando en los términos del proceso. Por una parte, tenemos un Ministerio de Industria, Energía y Turismo y una Comisión Nacional de Energía completamente bunkerizados, encerrados en sí mismos y colocados frente al sector energético. Inaudito encastillamiento con los graves problemas que el sector debe afrontar y la necesidad de acuerdo, negociación y conocimiento que se precisa. Parece que existe un recelo o un complejo en la relación con los agentes económicos que sólo pueden explicarse desde la psicología conductista. Inaudito que esto ocurra, porque un problema tan complejo como este no puede existir en la Administración de los sectores económicos clave en la economía en países como el nuestro. ¿Se puede pasar de una consulta como la que abrió la CNE sobre los problemas y la sostenibilidad económico financiera de los sectores energéticos a convertirse en un crustáceo?

Por otra parte, el diagnóstico del déficit tarifario no ha encontrado correlato en las medidas implantadas por el Ministerio de Industria, Energía y Turismo que, en el fondo, se ha encarnizado con la actividad de distribución de electricidad. Las medidas para la contención de las primas renovables (la moratoria de nueva instalación) tendrán efecto ¡en dos años! Las cifras del déficit tarifario de este año 2012 aún no se saben tras el ejercicio de trilerismo de la revisión tarifaria, presupuestos y el último Real Decreto Ley.

Por otra parte, el ministro del ramo, José Manuel Soria hablaba de tres tercios (empresas, consumidores y Estado) en la asunción del problema del déficit, mientras que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy Brey afirmaba que dos tercios serían soportados por las empresas y uno por los consumidores. Añadamos medidas nada edificantes que introducen más dudas que certezas, como la remisión de los costes de los sistemas extrapeninsulares a la tarifa, en sentido contrario. Resultado: confusión y más confusión. Los tiempos de la contabilidad creativa, Sr. Montoro, se han acabado porque todos los analistas financieros se han estudiado estas medidas con fruición y detenimiento. No hay paracaídas.

¿Hasta qué punto la prima de riesgo se ve penalizada por el comportamiento solipsista, por las huidas y la confusión en el seno del Gobierno? ¿Hasta qué punto la prima de riesgo incorpora las vergüenzas que se aprecian en la forma de abordar el problema del déficit tarifario y los problemas del sector energético con tan poca convicción y atención al diagnóstico de su origen? ¿Hasta qué punto la prima de riesgo se ve penalizada por la nula relación entre el Ejecutivo, las empresas y los sectores económicos? ¿Hasta qué punto la prima de riesgo se ve afectada por los riesgos sobre la estabilidad jurídica y regulatoria que se entrevén de cara a una imaginaria reforma sectorial en el mes de mayo de imprevisibles trayectorias? ¿Hasta qué punto la prima de riesgo se ve perjudicada por la falta de credibilidad de las instituciones económicas y del predominio de la política sobre la economía? ¿Cuál es, en ese caso, la credibilidad de las autoridades energéticas como instancias predecibles? ¿Hasta qué punto la prima de riesgo se ve castigada por la inconsistencia de las previsiones, imprecisiones y los ocultismos del Ejecutivo en las cifras? ¿Hasta qué punto falla todo el relato?

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