Pellizcos de monja

La resolución por parte de la Generalitat del expediente sobre el apagón de Barcelona, ha dejado seguramente más luces que sombras, además de la perplejidad que resulta de una actuación inexplicable a la luz de los informes y de la información conocida hasta el momento. El resultado si lo tuviéramos que enunciar en términos futbolísticos sería algo así como un 11 a 10 (en el que se consigna como “perdedora” a los puntos, Red Eléctrica de España cuya penalización es de 11 millones de euros, a la vez perdedora moral). Por otra parte, Fecsa-Endesa recibe una penalización casualmente “parecida” 10 millones de euros, no hace justicia a la batería de informes de expertos y de órganos reguladores que acreditaban una mayor diferencia en la participación de “responsabilidades”.

La resolución trata de pegar algún “pellizco de monja” a Red Eléctrica de España, sin pasarse claro, como pequeña travesura de la Generalitat a la empresa que ha traído por el camino de la amargura a las administraciones públicas catalanas en lo que se refiere a las redes de transporte. Y más, desde su coronación como transportista único, con la reforma de la ley del Sector Eléctrico el año pasado. En todo caso, parece que Red Eléctrica de España, no sale bien parada de esta cuestión, ni siquiera con el halo protector de la Generalitat.

También es un reflejo del síndrome de Estocolmo dual: por un lado, la relación con Red Eléctrica de España ha sido enormemente tormentosa para Ayuntamiento y Generalitat. El número de incidentes ocurridos desde el apagón de julio, los retrasos en la realización de las obras de reconstrucción de las central siniestrada, la exhibición de los procedimientos internos de nuestro operador de redes y transporte, el incidente que colapsó las salidas de las autopistas de Barcelona…. Pero a la hora de decidir, de repartir responsabilidades se ha buscado una solución conservadora, nada ejemplarizante, más cercana a la acción punitiva de un árbitro que trata de compensar con sus decisiones los intereses de todos y de ninguno.

Sobre todo porque todos los informes más serios y solventes (incluso el propio de la Comisión Nacional de Energía, que recaban informes a su vez de varios expertos en electrotecnia) apuntaban a una resolución diferente, mucho más clara y explícita en sus planteamientos. Recordemos que la Comisión Nacional de Energía determinó más de un 98 % de responsabilidad para REE y menos de 2 % para Endesa. Entre otras cosas, porque en sus consideraciones aisló el incidente de la caída del cable en la estación de Collblanc del incendio de la estación de Maragall, como atestiguan todos los informes, que no vinculan relación de causa y efecto entre el primero y el segundo. Es más, establece una relación de “casualidad” más que de “causalidad” Pero es que, el efecto, la duración y el número de usuarios de la primera incidencia, es mucho menor que el de la segunda incidencia. En este sentido, la Generalitat se apunta a la teoría de que la primera incidencia (Collblanch) es la causante de la segunda (algo que los informes conocidos y públicos no sólo no confirman, sino que descartan, máxime los antecedentes ocurridos en la línea subterránea de distribución-transporte que da servicio a Barcelona).

La resolución prueba la politización de este suceso. Si la Comisión Nacional de Energía, todos los informes que se han dispuesto de un número importante de expertos, incluido el Colegio de Ingenieros de Catalunya (puesto a los pies de los caballos monopolizantes de Red Eléctrica de España en un escarnio de más de 80 preguntas, casi inconstitucionales), apuntan con claridad una versión de los hechos, la Generalitat decide ‘resolver’ contra sus informes. Y todo, para acabar así. En una final por la mínima, en una resolución a los penaltis.

En esto, la Dirección General de Energía de la Generalitat y el hombre que está al frente de ella, Agustín Maure (cuya procedencia es Red Eléctrica de España), debe ser garantía de solvencia técnica y profesional y de que la resolución final no se realizaría por el procedimiento del “premio de consolación”. En esto, a lo mejor un día conocermos si han recibido presiones en este organismo procedentes de instancias más altas (incluso externas), las que han determinado el caso omiso a todos los informes, evidencias e incluso actitudes manifestadas desde el operador de transporte y sistema en todo el proceso.

Lo peor de todo es que una resolución así no sirve para nada para el futuro. No sirve para darles a los ciudadanos conclusiones claras. No sirve a los catalanes para resolver problemas, mientras que las cosas no se atrevan a salir a cuerpo limpio, en lugar de embadurnarse en una política de tinta de calamar, pactos y espesura, que oculta la realidad técnica de los hechos. ¿Así se tratará el problema de que Girona siga en ‘antena’, lo que es lo mismo que decir que ‘pendiente de un hilo?. La pregunta es si ante cada una de las cuestiones que se suscitan con las infraestructuras en Catalunya, la respuesta de su Administración va a ser esta, por mucho que intente hincar el diente en el momento en que se negocie la financiación económica.

No hemos hecho nada. Sólo pellizcos de monja.

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