Operación ‘Muñeka rusa’
La operación de adquisición del 30 % de Repsol por parte de la petrolera rusa Lukoil, motivada por la situación de la constructora Sacyr Vallehermoso (y también por el interés de La Caixa, a través de Criteria que ve cómo mejorar los resultados de esta sociedad), encierra un número considerable de dobles y triples lecturas, en forma de “muñeca rusa”, es decir, lecturas sucesivas y, a su vez, descendentes y probablemente muy escondidas, incluso de forma arborescente. Nadie hubiera dicho que Repsol, una petrolera cuyo tamaño no es especialmente trascendente para que estuviera en las quinielas de las grandes operaciones a nivel internacional, haya desatado o vaya a desatar una tormenta política de tan amplio calado.
El primero, probablemente, es el hecho del anuncio fallido y de corta duración de que la empresa rusa que iba a ser la que hiciera la operación de compra de Repsol era Gazprom. El ejercicio (bastante pueril) de presentar a Gazprom como una empresa pública y, seguidamente, una vez descartada en primera instancia, que aparezca en su sustitución, casi orquestada, la también rusa petrolera Lukoil como empresa privada (inclusive participada por una empresa norteamericana). Sobre todo por que el concepto de público y privado en Rusia en lo que se refiere a sector energético es bastante relativo, así como la intervención que ejerce el Kremlin en estas cuestiones. Eso sin contar la ausencia de “reciprocidad” a la hora de que empresas extranjeras puedan participar en las empresas rusas.
La segunda cuestión es la razón por la cual Lukoil sería capaz de “aceptar”, comprar a un precio caro (27-28 euros, mientras que el mercado marca la mitad), un 30 % de Repsol y contar únicamente con derechos de voto por el 10 % del capital social de la petrolera y cuatro consejeros en el seno del Consejo de Administración. Precio caro, participación alta y sin prima de control. A primera vista, esa situación tiene un carácter coyuntural o temporal, o mejor dicho, tiene todos los visos de una permanencia en el tiempo totalmente discutible. Una situación que seguramente llevaría a la inestabilidad y al deterioro en las relaciones internas en el seno de la compañía.
La tercera es el papel que haya podido tener la Moncloa (y sus adyacentes o brazos activos: el modelo Oficina Económica redivivo) en conciliar los intereses de Luis del Rivero (Sacyr Vallehermoso) y de La Caixa con los de la empresa rusa. La propia operación de venta itínere y los procesos en los que ha participado el empresario murciano, como el asalto al BBVA son ahora recordados, punto por punto, en todos los medios.
Visto los indisimulados posicionamientos, sobre todo del actual Ministro de Industria, Miguel Sebastián y de todo su entorno, contra la operación como se recoge en todos los medios. Algo de lo que la prensa se ha hecho eco de forma fehaciente “Haré todo lo posible para que Repsol continúe siendo española e independiente” afirma Miguel Sebastián. Parece que ni en el gobierno, ni en el Partido Socialista, hay unanimidad en torno a esta operación que muchos consideran temeraria. El propio ex presidente del gobierno Felipe González (y responsable del grupo de sabios de la Unión Europea) ya se ha mostrado también muy contrario a la operación. En el Partido Popular las cosas están igual, porque la posición del partido y de Rajoy es una (contraria a la operación por motivos estratégicos), a la vez que se están difundiendo los intereses paralelos de Aznar (medidador internacional de empresas internacionales como hoy publica el diario El Mundo) y Rato (Presidente del Consejo Asesor de Criteria).
Una doble lectura del modelo de ‘muñekas rusas’, relacionado con el gobierno, sería qué querían decir las declaraciones de la Vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, en el sentido de que el gobierno quiere que “la gestión de la compañía siga en manos españolas”. Gestión y propiedad son cuestiones con las que no se juega y, de forma sibilina, no pueden ser utilizadas de forma confusa ante la ciudadanía.
El cuarto, es el propio ejercicio que conlleva a nivel internacional, en el seno de la Unión Europea, entregar de buenas a primeras una empresa como Repsol a manos rusas en medio de un conflicto latente y no cerrado con esta potencia a cuenta de la energía. Está claro que la cercanía de Europa a Rusia y sus reservas naturales, anticipan un conflicto en el que hace falta un mayor liderazgo para resolverlo y una posición conjunta en que los países centroeuropeos tienen mucho que decir.
La quinta es cómo afectará, la irrupción de este operación en el proceso de compra de Unión Fenosa por parte de Gas Natural, en la medida que Repsol mantiene un porcentaje de control importante sobre la gasista. Cuestión que en muchos sentidos no es nada inocua y que afectará a los propios mecanismos de participación que actualmente tiene Repsol en la gasista, algo que aboca a que La Caixa refuerce su control en la gasista a marchas forzadas.
Quedan, seguro, por conocerse más desdoblamientos. ¿Hay alguna muñeka rusa más?



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