Memorias de un hombre invisible

La acción y ejecutoria del Ministerio de Industria, Energía y Turismo en el ámbito energético, en teoría, reside en el secretario de Estado de Energía, figura que debería ser clave en la articulación de la regulación energética, como gozne entre la responsabilidad del ministro, la función del órgano independiente que es la Comisión Nacional de Energía, como integrador en el Ejecutivo a través de la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos, además de interlocutor con las empresas y sectores, y, lógicamente, responsable del propio equipo del Ministerio con la Dirección General de Energía y Minas.

Se precisa experiencia, autoridad, liderazgo, interlocución, capacidad de negociación, conocimientos político-económicos, regulatorios, sectoriales, de la Administración y de los procesos en el seno del Gobierno. Necesita también cualidades, experiencia, autodisciplina, capacidad de escucha y análisis. Hasta aquí, las funciones y habilidades que, de forma teórica, se le requieren en el ejercicio de su puesto, si tuviéramos que elaborar un anuncio para buscar un candidato ideal. Trabajo. Un trabajo con unas características y necesidades muy concretas.

Se trata de un puesto muy complejo, al frente de una responsabilidad difícil en unos momentos duros y convulsos, con problemas profundos. España es un país sin recursos energéticos propios, que requiere una política energética (inexistente muchos gobiernos atrás), de forma que el mero pastoreo del asunto de la energía y su depósito en los políticos de ocasión es un mal negocio. Nuestro Ejecutivo necesita un buen secretario de Estado de Energía, al menos, para asesorar correctamente al ministro del ramo, además de contar con verdadero reconocimiento y ascendencia en el sector.

El hecho es que cunde el desconsuelo por la tendencia a la espantada del secretario de Estado actual, que empieza a ser un lugar común que se trasfunde en público. La semana pasada en una jornada a la que el secretario de Estado estaba invitado en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales (Etsii) de la Universidad Politécnica de Madrid, acudió en su sustitución el Director General, Jaime Suárez Pérez Lucas. Pérez Lucas, además de tener un encontronazo con Eduardo Montes, retransmitido por Voz Pópuli, reconoció que el Ministerio trabajaba con la hipótesis de que Garoña puede solicitar la ampliación de su plazo de operación hasta julio. Es decir, reconocía la tendencia al mus de Soria (y de Álvaro Nadal, de paso) a la hora de mantener un pulso del Gobierno a las empresas (contrariamente a lo que se trata de mandar desde los sectores renovables interesados y de la propaganda oficial de que el pulso es entre empresas y gobiernos). En todo caso, además de una forma absurda de mantener un elemento de tensión para una supuesta negociación encubierta en términos políticos, se trata de un acto fallido, una bisoñez lógica de un esforzado responsable técnico.

Era una reunión en la que previsiblemente habría tenido un encuentro con las empresas y el sector, por lo que seguramente se anticipaba nada placentero, como así fue. Por tanto, ausencia de Marti Scharfhausen. Hace poco, también conocíamos cómo le anulaba la cita a su homólogo portugués, en la que «nuestro» secretario de Estado iba a recibir la reclamación de nuestros vecinos por los efectos del proyecto de ley para supuestamente absorber el déficit tarifario en el Mercado Ibérico de la Energía (MIBEL). Son solo dos ejemplos, aunque muy consecutivos de ausencia por «gestión de agenda».

El caso es que Marti Scharfhausen, después de su interlocución pintoresca con los colectivos mineros por su condición de Ingeniero de Minas, generó más dudas que certezas con su primera intervención para presentar los Presupuestos Generales 2012, y que fue salvada por la cortesía parlamentaria tan condescendiente como acogedora con los representantes del Ejecutivo. Fue inquietante y nada tranquilizador para el Gobierno lo que ya se adivinaba allí. Desde los sectores energéticos, de forma generalizada, se prefiere no opinar, guardando un silencio educado sobre el personaje y su ejecutoria. Eso sí, no se reconoce, en ningún caso, capacidad de negociación, autoridad e interlocución. Además, su visión de los problemas en términos de política politizada, de aliados, buenos y malos, y administración de relaciones, no le ayuda.

Cuando publicamos en Energía Diario su intervención textual y colgamos el video de la misma, los corifeos decían que se trataba de que «no nos gustaba» el personaje casi en términos de forofismo, cuando era una evidencia comprobable por los sentidos. En todo este tiempo, de hecho, en nuestra publicación se ha guardado un decoroso silencio al respecto y pocos grados de acidez.

Por otra parte, el papel de estrella rutilante del departamento que ejerce el propio ministro, José Manuel Soria, prometiendo a diestro y siniestro, especializado en abrazos y ensimismado en sus intereses políticos propios, puede ocultar una carencia y la indolencia de una política que ha continuado con una tendencia explosiva al déficit tarifario. En todo caso, la existencia de un tándem tan disfuncional no quita responsabilidad a ninguno de los dos. En definitiva, el nombre de Marti Scharfhausen es el señalamiento de una ausencia, de una silla vacía, de un punto muy débil en el Ejecutivo, entendido éste en términos de Ley del Gobierno.

También ya cunden los rumores sobre la sustitución y preparación de su salida de forma casi de forma inminente, de forma que ya empieza el baile de nombres de candidatos. La gravedad de la situación del sector y de la necesidad de contar con un responsable capaz de seguir el proceso parlamentario del Proyecto de ley de Medidas Urgentes en materia medioambiental y sostenibilidad energética, lo requieren. Empiezan los mensajes de «suavización de la misma». Y por otra parte, el ministro quiere ejercer un control férreo a través del lobby canario al frente de la Comisión de Industria, sus representantes, ponentes, incluso opositores.

Nos encontramos ante el tiempo de las Memorias de un hombre invisible.

Memorias de un hombre invisible

La acción y ejecutoria del Ministerio de Industria, Energía y Turismo en el ámbito energético, en teoría, reside en el secretario de Estado de Energía, figura que debería ser clave en la articulación de la regulación energética, como gozne entre la responsabilidad del ministro, la función del órgano independiente que es la Comisión Nacional de Energía, como integrador en el Ejecutivo a través de la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos, además de interlocutor con las empresas y sectores, y, lógicamente, responsable del propio equipo del Ministerio con la Dirección General de Energía y Minas.

Se precisa experiencia, autoridad, liderazgo, interlocución, capacidad de negociación, conocimientos político-económicos, regulatorios, sectoriales, de la Administración y de los procesos en el seno del Gobierno. Necesita también cualidades, experiencia, autodisciplina, capacidad de escucha y análisis. Hasta aquí, las funciones y habilidades que, de forma teórica, se le requieren en el ejercicio de su puesto, si tuviéramos que elaborar un anuncio para buscar un candidato ideal. Trabajo. Un trabajo con unas características y necesidades muy concretas.

Se trata de un puesto muy complejo, al frente de una responsabilidad difícil en unos momentos duros y convulsos, con problemas profundos. España es un país sin recursos energéticos propios, que requiere una política energética (inexistente muchos gobiernos atrás), de forma que el mero pastoreo del asunto de la energía y su depósito en los políticos de ocasión es un mal negocio. Nuestro Ejecutivo necesita un buen secretario de Estado de Energía, al menos, para asesorar correctamente al ministro del ramo, además de contar con verdadero reconocimiento y ascendencia en el sector.

El hecho es que cunde el desconsuelo por la tendencia a la espantada del secretario de Estado actual, que empieza a ser un lugar común que se trasfunde en público. La semana pasada en una jornada a la que el secretario de Estado estaba invitado en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales (Etsii) de la Universidad Politécnica de Madrid, acudió en su sustitución el Director General, Jaime Suárez Pérez Lucas. Pérez Lucas, además de tener un encontronazo con Eduardo Montes, retransmitido por Voz Pópuli, reconoció que el Ministerio trabajaba con la hipótesis de que Garoña puede solicitar la ampliación de su plazo de operación hasta julio. Es decir, reconocía la tendencia al mus de Soria (y de Álvaro Nadal, de paso) a la hora de mantener un pulso del Gobierno a las empresas (contrariamente a lo que se trata de mandar desde los sectores renovables interesados y de la propaganda oficial de que el pulso es entre empresas y gobiernos). En todo caso, además de una forma absurda de mantener un elemento de tensión para una supuesta negociación encubierta en términos políticos, se trata de un acto fallido, una bisoñez lógica de un esforzado responsable técnico.

Era una reunión en la que previsiblemente habría tenido un encuentro con las empresas y el sector, por lo que seguramente se anticipaba nada placentero, como así fue. Por tanto, ausencia de Marti Scharfhausen. Hace poco, también conocíamos cómo le anulaba la cita a su homólogo portugués, en la que «nuestro» secretario de Estado iba a recibir la reclamación de nuestros vecinos por los efectos del proyecto de ley para supuestamente absorber el déficit tarifario en el Mercado Ibérico de la Energía (MIBEL). Son solo dos ejemplos, aunque muy consecutivos de ausencia por «gestión de agenda».

El caso es que Marti Scharfhausen, después de su interlocución pintoresca con los colectivos mineros por su condición de Ingeniero de Minas, generó más dudas que certezas con su primera intervención para presentar los Presupuestos Generales 2012, y que fue salvada por la cortesía parlamentaria tan condescendiente como acogedora con los representantes del Ejecutivo. Fue inquietante y nada tranquilizador para el Gobierno lo que ya se adivinaba allí. Desde los sectores energéticos, de forma generalizada, se prefiere no opinar, guardando un silencio educado sobre el personaje y su ejecutoria. Eso sí, no se reconoce, en ningún caso, capacidad de negociación, autoridad e interlocución. Además, su visión de los problemas en términos de política politizada, de aliados, buenos y malos, y administración de relaciones, no le ayuda.

Cuando publicamos en Energía Diario su intervención textual y colgamos el video de la misma, los corifeos decían que se trataba de que «no nos gustaba» el personaje casi en términos de forofismo, cuando era una evidencia comprobable por los sentidos. En todo este tiempo, de hecho, en nuestra publicación se ha guardado un decoroso silencio al respecto y pocos grados de acidez.

Por otra parte, el papel de estrella rutilante del departamento que ejerce el propio ministro, José Manuel Soria, prometiendo a diestro y siniestro, especializado en abrazos y ensimismado en sus intereses políticos propios, puede ocultar una carencia y la indolencia de una política que ha continuado con una tendencia explosiva al déficit tarifario. En todo caso, la existencia de un tándem tan disfuncional no quita responsabilidad a ninguno de los dos. En definitiva, el nombre de Marti Scharfhausen es el señalamiento de una ausencia, de una silla vacía, de un punto muy débil en el Ejecutivo, entendido éste en términos de Ley del Gobierno.

También ya cunden los rumores sobre la sustitución y preparación de su salida de forma casi de forma inminente, de forma que ya empieza el baile de nombres de candidatos. La gravedad de la situación del sector y de la necesidad de contar con un responsable capaz de seguir el proceso parlamentario del Proyecto de ley de Medidas Urgentes en materia medioambiental y sostenibilidad energética, lo requieren. Empiezan los mensajes de «suavización de la misma». Y por otra parte, el ministro quiere ejercer un control férreo a través del lobby canario al frente de la Comisión de Industria, sus representantes, ponentes, incluso opositores.

Nos encontramos ante el tiempo de las Memorias de un hombre invisible.

1 comentario
  1. LUIS
    LUIS Dice:

    Efectivamente, se echa de menos (y es poco decir) la figura del Secretario de Estado de Energía, no sé si por incapacidad de quien ocupa el puesto o por un exceso de protagonismo (¿rutilante?) (pese a su evidente ignorancia) del propio ministro.

    Si el plan es el mismo, creo que una sustitución no arregla nada, a no ser que el ministro dé paso de una vez por todas a su colaborador

    ¡Ah! Y cuidado con eso de que «España es un país sin recursos energéticos propios», salvo que se consideren despreciables los recursos energéticos naturales que nos sobran y que no explotamos por falta de política energética firme y «largoplacista», alejada del puro discurso político y de los intereses inconfesables de los lobbies

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