Más talento que talante
Mientras conocemos que el déficit eléctrico cerró en los 5.600 millones de euros en 2012 y avanza inexorable en lo que va de 2013, aparece la primera previsión de déficit del sistema gasista con 700 millones de euros en 2013, duplicando el de 2012 (310 millones de euros). Todo ello causado por del exceso de infraestructuras reguladas y, principalmente, por la caída de la demanda para la generación de electricidad mediante gas natural, que ha devenido en la baja utilización de los ciclos combinados. Y, claro está, por la no adecuación de la tarifa a todo lo anterior por razones políticas de protección del consumidor.
En medio de todo ello, está en trámite parlamentario la ley impulsada por el ministro José Manuel Soria sobre los sistemas energéticos extrapeninsulares. Una ley anómala, con procedimiento anómalo y con postulados anómalos, cuyos resultados serán discutibles y dudosos. Como supuesto objetivo de la ley: bajar el coste de los sistemas extrapeninsulares para disminuir su impacto sobre el déficit de tarifa o sobre los Presupuestos Generales del Estado. Pero sus medidas van en contra de todo esto: entrega de las instalaciones a los monopolios mediante expropiaciones, destrucción de potencia instalada útil por el mero hecho de llegar a los 25 años de servicio sin criterio técnico alguno, ocultación de las razones de los costes actuales de estos sistemas, cobertura falsificada de las medidas como extrapeninsulares cuando únicamente inciden en Canarias, etc… Se avecinan ríos de tinta al respecto.
En el ámbito de las renovables, y mientras todo el mundo cruza los dedos respecto a los planes de Álvaro Nadal para contener el impacto en las tarifas de acceso de esta tipología de costes regulados, las primas, una vez fracasada la ocurrencia del banco malo, bloqueada (sabiamente) por Economía y Banco de España, se presentan dos cuestiones clave. En primer término, los más optimistas avanzan sobre la posibilidad de búsqueda de acuerdos con los sectores para refinanciar el sistema de subsidios a estas tecnologías, en un modelo consistente en alargar el tiempo de derecho a primas, reduciendo su montante anual. Las cifras que se han mostrado respecto de sus posibilidades son en exceso posibilistas; eso sí, con previsiones de reducción a un tercio.
Los más pesimistas, dudan de la capacidad de negociación del secretario de Estado aludiendo, sobre todo, a cuestiones relativas a su propio talante, marca de la casa. El anuncio de que las tecnologías renovables tendrían que autofinanciar los sistemas de respaldo (la famosa “garantía de potencia”) es algo que abre una nueva brecha, muy grave, y otro foco de problemas. Por otra parte, a su vez, el Gobierno, haciendo inciso respecto a los comportamientos del sector, ya se ha dirigido a los productores fotovoltaicos, anunciado la posible pérdida de primas de aquellas instalaciones fotovoltaicas que se repotencien, una cuestión encubierta y denunciada desde hace tiempo y que ahora salta a la palestra. Mientras, los fondos de inversión y la diplomacia de países extranjeros velan armas en torno al sector.
Tampoco hay paz en el carbón nacional. Mientras las empresas tienen que seguir comprando carbón mensualmente y de forma religiosa, calvinista diríamos, la caída de la demanda eléctrica impide despachar energía generada por carbón nacional. La producción con carbón nacional apenas ha sido un 2,2% de lo previsto en estos primeros meses del año. Por su parte, el empresario Victorino Alonso, con el primer peritaje en la mano, alega que se ha demostrado que no ha habido desaparición de carbón y, por su parte, desde los sindicatos mineros se alimenta que ha sido una estratagema del Ministerio de Industria para bloquear las ayudas al carbón nacional.
Y, en el ámbito de la distribución de productos petrolíferos, con la caída de la inflación fruto de la propia bajada de los precios de los hidrocarburos por precios internacionales y por la demanda, se relaja el efecto combinado de Ministerio, CNC y CNE, y el denominado “efecto lunes”, un collar del que se estira a las empresas periódicamente para presionar al sector. Mientras, división de opiniones, en términos taurinos, en las comunidades autónomas españolas respecto a las exploraciones para encontrar yacimientos de shale gas y el uso del fracking, película de Gus Van Sant incluida. Tierra prometida. Una polémica gratuita a la vista de la abundancia de gas actual y el exceso de oferta.
Y, ahí está la CNE, una olla a presión que augura muchas sorpresas en su devenir interno, con un presidente de meritorio para lo que venga, tras el delirante trámite conducente a la Comisión Nacional de Competencia y Mercados o lo que surja.
Más que nunca se necesita talento más que talante.


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