Lula niega que los biocombustibles amenacen la producción de alimentos

El presidente brasileño, Luis Inazio Lula da Silva, se esforzó en desmentir que la expansión de los biocombustibles, liderada en gran parte por su país, suponga un riesgo contra la producción mundial de alimentos.

«En mi país está reduciéndose el hambre al tiempo que crecen los biocombustibles» subrayó Lula, ante la Conferencia Internacional sobre Biocarburantes que la Comisión Europea celebra en Bruselas.

El mandatario brasileño no citó a nadie, pero su intervención pareció responder a las dudas sobre la conveniencia de producir etanol a base de alimentos que recientemente han expresado expertos de la ONU y, sobre todo, el presidente cubano, Fidel Castro.

Lula sostuvo que la extensión en Brasil del cultivo de caña de azúcar -de la que se deriva el etanol- no deteriora la de otros productos agrícolas, pues sólo atañe al 10 por ciento del área cultivada y siempre «muy lejos de la Amazonía«.

«En el mundo no hay escasez de alimentos, hay escasez de rentas», añadió el brasileño, que comparó el coste multimillonario de realizar perforaciones o instalar plataformas petrolíferas, con la sencillez de la producción de etanol. «En el más humilde de los países, cualquiera tiene la tecnología y el conocimiento para cavar un hoyo de 30 centímetros y sembrar una planta oleaginosa», dijo Lula, que animó a los países en desarrollo, en particular de África, América Latina y Caribe, a seguir esta vía.

El desarrollo de los combustibles vegetales, argumentó, no sólo permite reducir las emisiones de dióxido de carbono y prevenir así el cambio climático, sino también «democratizar» los recursos energéticos, pues más de un centenar de países pueden producir biocombustible, frente a la veintena que exportan petróleo.

Puso a Brasil como ejemplo, al afirmar que el etanol le ha dado autosuficiencia energética, reduciendo en un 40 por ciento su consumo de gas y petróleo, recortando, en consecuencia, las emisiones contaminantes y ha creado seis millones de empleos. La amenaza para los agricultores de los países desfavorecidos, señaló Lula, no es el etanol, sino «las barreras comerciales» que los países ricos imponen a sus productos y los subsidios que éstos dedican a su propia producción agropecuaria.

Hizo un llamamiento a los gobiernos de la UE y del resto de países industrializados para establecer un mercado internacional de biocumbustibles y no dar «señales contradictorias al sector privado», como la de gravarlos con tasas que no se aplican al petróleo.

Anunció la convocatoria de una Conferencia Internacional sobre biocombustibles en julio de 2008 en Río de Janeiro, que presentó como continuación de la «Cumbre de la Tierra» que esta ciudad acogió en 1992.

Antes que Lula, intervinieron en el acto el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y el primer ministro portugués y presidente de turno de la UE, José Socrates, que destacaron el potencial estratégico de los biocombustibles. «La UE está determinada a que se desarrolle este sector de manera que se proteja el planeta», aseguró Barroso.

«No queremos trasladar los problemas ambientales de un sector a otro, o de un continente a otro», precisó el portugués, que aseguró que la UE no discriminará negativamente a los biocombustibles foráneos frente a los producidos dentro de su territorio.

La Comisión Europea y el Gobierno brasileño suscribirán en Bruselas un convenio por el que establecerá un diálogo regular en materia energética.

Los países de la Unión Europea se ha comprometido a obtener de los biocarburantes un 10 por ciento del total de su consumo energético para el transporte en 2020.

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