Los expertos alertan sobre el riesgo de las insuficientes inversiones en el sector del gas

Expertos que participan en la VII Reunión del Grupo de Trabajo de Energía del Real Instituto Elcano han debatido sobre la posibilidad de que se produzca, en unos quince o veinte años, una escasez de inversiones para garantizar el suministro de gas en todo el mundo.

Así lo ha explicado el director del Programa de Energía del Real Instituto Elcano, Paul Isbell, tras la celebración de este encuentro de trabajo titulado «El futuro del gas y el papel del GNL: implicaciones económicas y geopolíticas«, que fue inaugurado por el presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces en Gijón.

La comparecencia ha contado además con la presencia del presidente de la Autoridad Portuaria de Gijón, Fernando Menéndez Rexach, y el del Real Instituto Elcano, Gustavo Suárez Pertierra.

Isbell ha aludido a esta escasez de inversiones como el verdadero riesgo para la seguridad energética en el futuro, incluso por encima de amenazas de recortes de suministro de gas como ocurrió cuando Rusia suspendió la exportación a Ucrania. Según ha explicado, este temor viene propiciado porque se prevé una demanda en el futuro de cantidades «ingentes» y toda la infraestructura necesaria va a requerir de grandes inversiones.

El reto es ahora cómo estimular esos niveles de inversiones en un contexto, ha precisado, dificultado por el hecho de que los países productores cada vez tienen más control sobre la producción y explotación del gas y están aumentando los impuestos a las empresas extranjeras e imponiendo más restricciones en cuanto al acceso.

Por otro lado, ha señalado que la tendencia de la política europea de fomentar una competencia económica cada vez más fuerte puede acabar minando la capacidad de inversión a medio y largo plazo.

«Las grandes empresas energéticas dicen que la insistencia en la competencia mina el ritmo de inversión futura; hay cierta incertidumbre y ahí es donde pensamos que está el riesgo y no en la utilización del gas como arma política», ha apuntado.

Esta conclusión se extrajo tras analizar dos hechos: que en los próximos veinticinco años se prevé que la demanda de gas aumente en un 50 por ciento e, incluso, un cien por cien -según la visión de algunos expertos-, y de que las reservas mundiales se encuentran concentradas en cuatro países principalmente. A estas circunstancias se suma además que se trata de países (Rusia, Arabia Saudí, Qatar e Irán) que no son estables ni política ni económicamente.

Según Isbell, ante esta situación se ha abierto un debate a nivel mundial del que se derivan dos escuelas de opinión, la primera de ellas ve este problema como una amenaza para la seguridad energética y la segunda -la dominante en el encuentro- considera que este riesgo es «exagerado».

Esta segunda escuela pone de manifiesto que cuando se producen situaciones de disputas relacionadas con el suministro de gas se trata en la mayoría de los casos de asuntos comerciales que sólo después tienen un componente geopolítico. En este contexto, aparece el gas licuado, una fuente de energía que aporta mayor flexibilidad tanto en el plano comercial como político y que podría garantizar la seguridad energética, ha explicado Isbell.

Ha apuntado que en España el gas licuado ya es la forma dominante de importación de gas y se ha referido a la posibilidad de que el país acabe convirtiéndose en «referente» en un futuro mercado dominado por esta fuente de energía.

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