Los almacenes naturales de gas conllevan sus riesgos para España, un país dependiente de energía

La autorización del proyecto de almacenamiento natural de gas en el entorno del Parque Nacional de Doñana reabrió el debate sobre la conveniencia del uso de estas instalaciones.

Estos almacenes son un «aprovechamiento» de formaciones naturales, ya sean antiguos yacimientos de gas, formaciones salinas o acuíferos, explicaron diversas empresas del sector.

Sin embargo, Ecologistas en Acción se refiere a éstos como «rocas trampa», pues es en éstas donde se almacena el gas, es decir, no existen cavidades como tal en el subsuelo, sino que el gas se almacena dentro de rocas porosas, donde antes hubo otro material.

Para que el sistema resulte eficaz, es necesaria una estructura rocosa impermeable sobre las rocosas que las selle e impida la fuga del gas, explicó el vocal de la Junta de Gobierno del Colegio de Geólogos, Roberto Rodríguez.

Rodríguez apuntó que la capacidad de estos depósitos naturales puede llegar a ser 30 ó 50 veces superior a la de los artificiales y que, por tanto, resultan de gran valor frente a situaciones de crisis internacionales entre países que exportan gas a España, dado que podrían almacenar la provisión necesaria para «unos meses».

Enagás, empresa que cuenta con tres de estos almacenes, destacó que uno de sus depósitos naturales en Yela (Guadalajara) tiene una capacidad de 2.000 millones de m3, mientras que sus tanques artificiales pueden llegar a los 150.000 m3.

Su fin, antes que de mero suministro, es más bien estratégico, explicó la portavoz de Enagás, y añadió como ejemplo la ciudad de Berlín «que todo su subsuelo es un almacén de gas».

La portavoz de esta empresa explicó que estos yacimientos naturales no suelen vaciarse completamente, sino que sólo se extrae una porción usualmente en invierno, mientras que en verano se procede al almacenamiento.

No obstante, los ecologistas apuntaron el riesgo de fuga de estas instalaciones y en este sentido, recordaron la catástrofe ambiental del Golfo de México «donde toda la tecnología empleada era la mejor».

«Toda actividad industrial conlleva unos riesgos», subrayó Rodríguez, un riesgo que afirma que es igual al de cualquier actividad extractiva, como la explotación petrolífera.

No obstante, el geólogo insistió en que los beneficios de esta actividad son mayores a sus desventajas y que el impacto medioambiental es exclusivamente el de las instalaciones de la superficie y el gasoducto.

En cuanto al proceso de inyección del gas en la estructura rocosa, fuentes de Gas Natural Fenosa explicaron que la técnica siempre es la misma y se desarrolla mediante gasoductos. Sin embargo, el proceso puede sufrir algunas alteraciones según el origen del depósito -sal, agua o hidrocarburo-, según Gas Natural Fenosa.

El caso de los antiguos yacimientos es el más sencillo, se agilizan los trámites, dado que no es necesario demostrar que el lugar es apto como almacén.

Cuando se trata de acuíferos, es necesario usar mayor cantidad de gas a fin de saturar la roca y desplazar el agua que radica en éstas. De ese modo, en el caso de los acuíferos hay una porción de gas que no podrá recuperarse.

En cuanto a la cavidades salinas se refiere, éstas se crean al inyectar agua dulce en la superficie rocosa en cuestión.

Los almacenes naturales de gas conllevan sus riesgos para España, un país dependiente de energía

La autorización del proyecto de almacenamiento natural de gas en el entorno del Parque Nacional de Doñana reabrió el debate sobre la conveniencia del uso de estas instalaciones.

Estos almacenes son un «aprovechamiento» de formaciones naturales, ya sean antiguos yacimientos de gas, formaciones salinas o acuíferos, explicaron diversas empresas del sector.

Sin embargo, Ecologistas en Acción se refiere a éstos como «rocas trampa», pues es en éstas donde se almacena el gas, es decir, no existen cavidades como tal en el subsuelo, sino que el gas se almacena dentro de rocas porosas, donde antes hubo otro material.

Para que el sistema resulte eficaz, es necesaria una estructura rocosa impermeable sobre las rocosas que las selle e impida la fuga del gas, explicó el vocal de la Junta de Gobierno del Colegio de Geólogos, Roberto Rodríguez.

Rodríguez apuntó que la capacidad de estos depósitos naturales puede llegar a ser 30 ó 50 veces superior a la de los artificiales y que, por tanto, resultan de gran valor frente a situaciones de crisis internacionales entre países que exportan gas a España, dado que podrían almacenar la provisión necesaria para «unos meses».

Enagás, empresa que cuenta con tres de estos almacenes, destacó que uno de sus depósitos naturales en Yela (Guadalajara) tiene una capacidad de 2.000 millones de m3, mientras que sus tanques artificiales pueden llegar a los 150.000 m3.

Su fin, antes que de mero suministro, es más bien estratégico, explicó la portavoz de Enagás, y añadió como ejemplo la ciudad de Berlín «que todo su subsuelo es un almacén de gas».

La portavoz de esta empresa explicó que estos yacimientos naturales no suelen vaciarse completamente, sino que sólo se extrae una porción usualmente en invierno, mientras que en verano se procede al almacenamiento.

No obstante, los ecologistas apuntaron el riesgo de fuga de estas instalaciones y en este sentido, recordaron la catástrofe ambiental del Golfo de México «donde toda la tecnología empleada era la mejor».

«Toda actividad industrial conlleva unos riesgos», subrayó Rodríguez, un riesgo que afirma que es igual al de cualquier actividad extractiva, como la explotación petrolífera.

No obstante, el geólogo insistió en que los beneficios de esta actividad son mayores a sus desventajas y que el impacto medioambiental es exclusivamente el de las instalaciones de la superficie y el gasoducto.

En cuanto al proceso de inyección del gas en la estructura rocosa, fuentes de Gas Natural Fenosa explicaron que la técnica siempre es la misma y se desarrolla mediante gasoductos. Sin embargo, el proceso puede sufrir algunas alteraciones según el origen del depósito -sal, agua o hidrocarburo-, según Gas Natural Fenosa.

El caso de los antiguos yacimientos es el más sencillo, se agilizan los trámites, dado que no es necesario demostrar que el lugar es apto como almacén.

Cuando se trata de acuíferos, es necesario usar mayor cantidad de gas a fin de saturar la roca y desplazar el agua que radica en éstas. De ese modo, en el caso de los acuíferos hay una porción de gas que no podrá recuperarse.

En cuanto a la cavidades salinas se refiere, éstas se crean al inyectar agua dulce en la superficie rocosa en cuestión.

Los almacenes naturales de gas conllevan sus riesgos para España, un país dependiente de energía

La autorización del proyecto de almacenamiento natural de gas en el entorno del Parque Nacional de Doñana reabrió el debate sobre la conveniencia del uso de estas instalaciones.

Estos almacenes son un «aprovechamiento» de formaciones naturales, ya sean antiguos yacimientos de gas, formaciones salinas o acuíferos, explicaron diversas empresas del sector.

Sin embargo, Ecologistas en Acción se refiere a éstos como «rocas trampa», pues es en éstas donde se almacena el gas, es decir, no existen cavidades como tal en el subsuelo, sino que el gas se almacena dentro de rocas porosas, donde antes hubo otro material.

Para que el sistema resulte eficaz, es necesaria una estructura rocosa impermeable sobre las rocosas que las selle e impida la fuga del gas, explicó el vocal de la Junta de Gobierno del Colegio de Geólogos, Roberto Rodríguez.

Rodríguez apuntó que la capacidad de estos depósitos naturales puede llegar a ser 30 ó 50 veces superior a la de los artificiales y que, por tanto, resultan de gran valor frente a situaciones de crisis internacionales entre países que exportan gas a España, dado que podrían almacenar la provisión necesaria para «unos meses».

Enagás, empresa que cuenta con tres de estos almacenes, destacó que uno de sus depósitos naturales en Yela (Guadalajara) tiene una capacidad de 2.000 millones de m3, mientras que sus tanques artificiales pueden llegar a los 150.000 m3.

Su fin, antes que de mero suministro, es más bien estratégico, explicó la portavoz de Enagás, y añadió como ejemplo la ciudad de Berlín «que todo su subsuelo es un almacén de gas».

La portavoz de esta empresa explicó que estos yacimientos naturales no suelen vaciarse completamente, sino que sólo se extrae una porción usualmente en invierno, mientras que en verano se procede al almacenamiento.

No obstante, los ecologistas apuntaron el riesgo de fuga de estas instalaciones y en este sentido, recordaron la catástrofe ambiental del Golfo de México «donde toda la tecnología empleada era la mejor».

«Toda actividad industrial conlleva unos riesgos», subrayó Rodríguez, un riesgo que afirma que es igual al de cualquier actividad extractiva, como la explotación petrolífera.

No obstante, el geólogo insistió en que los beneficios de esta actividad son mayores a sus desventajas y que el impacto medioambiental es exclusivamente el de las instalaciones de la superficie y el gasoducto.

En cuanto al proceso de inyección del gas en la estructura rocosa, fuentes de Gas Natural Fenosa explicaron que la técnica siempre es la misma y se desarrolla mediante gasoductos. Sin embargo, el proceso puede sufrir algunas alteraciones según el origen del depósito -sal, agua o hidrocarburo-, según Gas Natural Fenosa.

El caso de los antiguos yacimientos es el más sencillo, se agilizan los trámites, dado que no es necesario demostrar que el lugar es apto como almacén.

Cuando se trata de acuíferos, es necesario usar mayor cantidad de gas a fin de saturar la roca y desplazar el agua que radica en éstas. De ese modo, en el caso de los acuíferos hay una porción de gas que no podrá recuperarse.

En cuanto a la cavidades salinas se refiere, éstas se crean al inyectar agua dulce en la superficie rocosa en cuestión.

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