La última reunión del PCUS

Dicha Ley fija la fecha de caducidad para la totalidad del actual Consejo de Administración de la CNE que, como nuestros lectores ya saben, de los miembros que lo integran, casi la mitad había excedido la vigencia de su mandato en dos años, y el resto finiquita su labor el próximo mes de junio, sin posibilidad de ampliación. Lo novedoso es que la LES viene a solucionar una anomalía impropia, una situación poco común de mantener los órganos reguladores sin renovación, en estado «zombie», en una interinidad insana y cuestionamiento permanente, además de por su comportamiento, por su composición, dependencia o por su ubicación en un limbo institucional «sine die«.

Lo primero que es necesario tener en cuenta a la hora de valorar la aparición de este documento, es contextualizar el posicionamiento y actividad del actual Consejo de Administración de la CNE en sus años pretéritos, es decir, acudir a la memoria histórica. Por tanto, hoy no nos podemos abstraer de la ejecutoria de este Consejo de Administración que ha sido fuertemente controvertida, habiéndose hecho fuertes dentro del Consejo las facciones ideológicas y antisistema, antimercado y antiliberalización. Algo así como la subversión permanente de cuestionar el marco regulatorio vigente en lugar de aplicarlo, que es su misión. Lo que es cierto, es que este Consejo de Administración no dejará un buen recuerdo y existe el pensamiento generalizado de que ha contribuido al declive imparable de la institución.

Desde las posiciones en las operaciones corporativas a la publicación del «Informe de Costes y Precios», la polémica y las controversias han perseguido al actual Consejo de Administración. Y cuando acabaron las controversias cayó en la irrelevancia, orillándose del centro de los problemas del sector eléctrico, entre los que destaca el déficit tarifario. Incluso habría que cuestionar el propio posicionamiento en materia de retribución y primas de las energías renovables, o la retribución de los costes regulados (incluidas las primas a las tecnologías fotovoltaicas) especialmente laxa y condescendiente en su momento, en comparación con su aspiración a intervenir en el mercado de generación o volver a modelos de costes reconocidos más o menos encubiertos (es decir, al intervencionismo del marco legal estable y su discrecionalidad).

Después de este planteamiento, debemos preguntarnos si ¿es el momento?, ¿si tiene sentido plantear este documento ahora desde la Comisión Nacional de Energía?. ¿A qué vienen esta reflexión y esta batería de propuestas? ¿Cuáles son las razones que justifican este ejercicio en estos momentos? De hecho, la inhibición e incluso la negación del problema del déficit tarifario en el pasado reciente de este órgano o la gestión que hizo en su momento sobre la colocación del déficit, constituyen un ejemplo de despropósitos.

Finalmente, y para mayor abundamiento, la perversidad de que una formulación de estas características pueda albergar o encerrar nuevamente una reivindicación de argumentos y teorías antimercado, como reverberación del «Informe de Costes y Precios», puede caer en un constante «déjà vu«.

Pero, yendo a lo esencial, en estos momentos, y con una situación de provisionalidad, es difícilmente justificable que el actual Consejo de Administración de la Comisión Nacional de Energía promueva un documento general de revisión del marco regulatorio del sector eléctrico, ni de cualquier otro sector. Sobre todo porque el problema general del sector eléctrico no es regulatorio, sino que es de índole económico y gestor.

Y, por ello, resulta menos concebible que se trate de proyectar hacia el futuro, y de dejar las cosas atadas y bien atadas, para condicionar al Ministerio o a los consejeros que releven al actual equipo. Es una pretensión de pervivencia no justificable. Lo razonable es que el Consejo de Administración asuma su consideración de interinidad, resolviendo las cuestiones ordinarias y aplicando la legislación vigente, puesto que una opinión como la que hoy discuten, ni se le pide, ni se le espera.

Esto recuerda a la anécdota que contaba el periodista Jacobo de Regoyos, corresponsal en la Unión Europea, al hilo de la presentación de su último libro, comenta la anécdota que ocurrió entre los responsables políticos de la antigua Unión Soviética. «¿Cómo es que no fuiste a la última reunión del PCUS?» «Porque no sabía que era la última».

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