La maldición de la distribución
Como saben la organización del sector eléctrico, distingue cuatro actividades. La generación de energía, el transporte, la distribución y la comercialización. La distribución es la actividad consistente en la entrega de energía que procede del transporte de electricidad (que actualmente realiza en régimen de monopolio Red Eléctrica de España). Para ello, las compañías distribuidoras son las encargadas de gestionar la red de distribución: conectan con la red de alta tensión, tienen centros de transformación y llevan la energía hasta los usuarios finales.
La actividad de distribución (una actividad regulada, es decir no sujeta a la existencia de mercado en su organización), ha estado caracterizada por un marco normativo anómalo. Se fijaba una “bolsa global y agregada”, mediante la cual retribuir esta actividad, cuyo montante total que crecía globalmente en función de la demanda y de la inflación. Para distribuir esa bolsa entre las distintas empresas eléctricas se utilizaban unos porcentajes fijos y estáticos para cada empresa distribuidora.
Este procedimiento era perverso: las compañías deseaban, sobre todo, que este aumento de puntos de conexión se le presentara a cualquier compañía de la competencia menos a ella misma. Es decir, todas las compañías se beneficiaban del crecimiento que se le produce a otro competidor al crecer la bolsa conjunta. Además mientras que le crecen los consumidores a una distribuidora a quien le crecen los costes es a ella misma (y no a las restantes, un chollo). Esta fue una situación que ha permanecido aletargada desde tiempo inmemorial. Y, por otro lado, no había responsable de energía y presidente o presidenta de la Comisión Nacional de Energía, que no afirmara que había que cambiara su regulación, resolviendo definitivamente este problema. Atavismos.
Las consecuencias de esta ausencia de mecanismos de mercado y de una regulación tan pertinazmente maquiavélica dónde se traslada es a la inversión. Y, hoy, en nuestro país podemos comprobar el importante avance en nuevos activos de generación de electricidad, frente a la evolución en las redes, tanto de transporte como de distribución que reflejan déficits importantes.
Sucede que, finalmente, se ha aprobado un nuevo procedimiento para la retribución de la actividad de distribución, que retribuirá a cada empresa de distribución de forma independiente, teniendo en cuenta la calidad de suministro proporcionada. Para ello, se establecen los denominados Procedimientos de Operación (P.O), un mecanismo ya existente en la actividad de transporte. Esta nuevo procedimiento a implantar se topa ahora con la Comisión Nacional de Energía, enfangada en un marasmo entre consejeros y los servicios técnicos, que erosiona su relación mutua y que tiene el asunto en suspenso para todos los agentes. Situación en la que no gana nadie, aunque hasta el momento la partida la llevan perdida desde los servicios técnicos, por las ganancias parciales y movimientos tácticos de algún consejero, hasta las empresas que asisten atónitas al despropósito.
El hecho es que hace unas semanas se convocó una reunión entre los responsables de la Dirección Eléctrica y las empresas distribuidoras. La reunión fue desconvocada un día antes por un consejero para incorporar al proceso de negociación a las pequeñas empresas distribuidoras (con fuerte presencia en Catalunya) a todo el proceso. Algo que provocó además un enfrentamiento entre el consejero responsable de la desconvocatoria y el consejero ponente de este tema.
Por otra parte, en este enfrentamiento, hay efectos colaterales para los propios servicios técnicos. La Comisión Nacional de Energía ha acordado realizar una licitación para externalizar en una consultora la realización de estos procedimientos de operación (P.O), demediando los trabajos ya realizados por los equipos internos. Por su parte, personas cercanas a los servicios técnicos expresan su frustración y también apuntan una enorme suspicacia por la ‘contratación externa’ que podría estar diseñada para que ‘ad hoc’, para alguno de los actuales proveedores habituales de informes que tiene la CNE. Según parece el mercado de este tipo de informe relacionado con las redes es muy estrecho.
El Consejo de Administración sigue sin pronunciarse en torno al asunto y el nuevo procedimiento para actualizar el tratamiento de la distribución sigue en la nevera. Lo dicho, a la actividad de distribución le persigue el cenizo.



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