La diplomacia exterior energética, bajo cero

La reciente crisis del avión español en el Chad, las azafatas liberadas por Sarkozy y su finalización con moraleja, es otro ejemplo de la carencia ‘trágica de esta legislatura, consistente en la ausencia de una política exterior organizada, coherente y pensada. Es notorio el esfuerzo por el liderazgo que quiere transmitir Sarkozy vía gestos, y por otra parte la capacidad de influencia del mandatario francés, cuya actividad se precipitó sobre las empresas españolas en el proyecto Gassi Touil. Parece que el nuevo inquilino del Palacio del Eliseo no deja ocasión para meternos el dedo en el ojo, una vez conocido el flanco débil político de esta ultima legislatura: la política exterior.

Frente a ello, presentamos en el balance exterior, una política calificable de pintoresca y errática (por cierto, desde hace más de cuatro años), gregaria, con un esfuerzo puramente de voluntarismo y ‘buenismo’ internacional de nuestro país, de ideologización de la política exterior o de actuaciones más o menos ‘naïf’, ‘obvias’ y oportunistas e inoportunas a la vez, casi enfocadas al ‘consumo interno’ más que a las relaciones internacionales multilaterales.

El hecho es que en el ámbito energético, esta carencia trágica también ha tenido numerosas muestras y ejemplos. Las relaciones con Argelia a cuenta del gas, han sido una sucesión de hechos que han mostrado una política exterior con múltiples actores y sin una estrategia negociadora clara (¡ay, las estrategias!). De una posición unitaria y rocosa representada por el entonces Ministro Chakib Jelil, a la multiplicidad de interlocutores de nuestra Administración y sus ‘negociados’: Economía, Asuntos Exteriores, Energía, Comercio Exterior y la Oficina Económica del Gobierno, ¡cinco!. También, otro eje se ha situado con motivo de la composición accionarial del Medgaz, dónde Sonatrach ha campado a sus anchas y la defensa de la posición de Gas Natural, ha sido muy tenue.

Si hacemos un recuento, en este gran apartado, las cosas más o menos son muy claras: previsible subida de precios del gas, participación mayoritaria de Sonatrach en Medgaz, situación no sustanciada en referencia a la posición de Gas Natural en este proyecto, ruptura de los contratos con Repsol y Gas Natural en Gassi Touil con pocas perspectivas diplomáticas de resolución, libertad plena para la comercialización de gas en España para la argelina. Todo ello sólo en un añito.

En la Unión Europea

En la Unión Europea, y con respecto a las operaciones corporativas se ha instalado el recelo a las actuaciones arbitrarias españolas, erosionando el perfil europeísta y liberal en el que se había trabajado durante muchos años. Tras el ‘sabotaje’ a la operación de E.ON (una empresa privada con una participación inferior al 3% de empresas públicas en su propiedad), llega por contraposición, y sin la barra libre para Enel, que cuenta con un 30 % de capital en manos del sector público italiano. A cambio de toda esta situación, los riesgos latentes de fragmentación de Endesa, el enrarecimiento de nuestra posición a nivel europeo y el deterioro de las relaciones con Alemania.

También en el terreno de la Unión Europea, la negociación de la Directiva Marco sobre Comercio de Derechos de Certificados de garantía de origen de energías renovables, ha puesto al descubierto lo endeble de la política energética exterior. Proceso en el que hay que agradecer la firme y tajante postura alemana, dadas las similitudes por potencia instalada en este tipo de tecnologías de nuestros dos países, en la defensa de intereses semejantes de estas industrias. El esfuerzo inversor y público realizado en estas energías estaba en riesgo y, los mecanismos para conseguir el cumplimiento de los objetivos energéticos y medioambientales, también puesto que el régimen de comercio de estos derechos los podría hacer llegar a parar a otros Estados.

El caso es que todas las costuras de nuestra política exterior energética, saltan por los aires y se aprecian en esta ocasión. Por enumerar unos cuantos hechos que evidencian el deterioro del nivel público e institucional este proceso podemos destacar que la defensa de las posiciones españolas se ha articulado a través del Instituto para la Diversificación y Ahorro Energético (IDAE) y no directamente por la Secretaria General de Energía que sólo se incorporó al final. Por otra parte, el desconocimiento de la Oficina de Representación de España en la Unión Europea de las propuestas y posiciones de nuestro país, revela la descoordinación entre las instancias diplomáticas y las de la Administración en este campo (una cuestión que en privado denuncias los delegados institucionales y expertos españoles representantes en materia energética). En consecuencia, se sigue sin poner el suficiente peso político en todos estos procesos, con reacciones de ultimo momento y una apreciable lentitud de reflejos.

Conexión con Francia

Otro ejemplo es la conexión eléctrica con Francia, que tras cuatro años de legislatura se resuelve, sin plazos, con el nombramiento del ex comisario Mario Monti, como coordinador (o mejor dicho como mediador entre dos Estados miembros, otro punto de fricción con Francia). Todo ello, en el marco de complejos intereses energéticos que, desde el punto de vista estratégico, se podrían aprovechar mejor, como, por ejemplo, la capacidad de nuestro país de ser ‘hub’ en las conexiones gasistas con Francia y Argelia. De Venezuela, Bolivia y Argentina, mejor ni hablamos porque la amistad internacional, no le ha sentado nada bien a las empresas españolas.

Podemos poner un ejemplo reciente, pero en caso contrario. Como contrapunto, también Sarkozy ha puesto otra vez el dedo en las llagas para conseguir la localización de centrales de generación en el Norte de Africa. Otro ejemplo, y otra vez francés, de política exterior alineada con la visión e intereses empresariales y estratégicos. En este caso, energéticos.

Ya se quejó Carlos Solchaga en un Comité Federal del PSOE sobre la ausencia de una política exterior empresarial racional, como recogió Energía Diario en su momento. ¿Así nos preparamos para el multilateralismo?

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