La AIE calcula que para cubrir las necesidades energéticas mundiales se requeriría invertir 35,3 billones de euros de aquí al año 2035

Según sus datos, la inversión actual en oferta de energía asciende a 1,6 billones de dólares, que equivalen a 1,2 billones de euros anuales, cifra que debe aumentar de manera constante en las próximas décadas hasta los dos billones de dólares (1,5 billones de euros).

La AIE, organismo que vela por la seguridad energética de sus 29 países miembros, indica que la inversión anual en eficiencia energética, necesaria para contrarrestar el cambio climático, debe aumentar desde los 130.000 millones de dólares (95.607 millones de euros) en 2012 a más de 550.000 millones de dólares (404.491 millones de euros) en 2035.

En total, la inversión acumulada hasta 2035 debería alcanzar unos 48 billones de dólares (35,3 billones de euros aproximadamente), 40 billones de dólares (29,4 billones de euros) destinados a suministro, donde se incluye extracción de combustible fósil y refinado, generación de electricidad con bajo carbono, renovables y nuclear, y el resto, 8 billones de dólares (5,9 de euros) a eficiencia.

Detalles por sectores y regiones

Casi dos tercios de la inversión estimada se ubicará en países emergentes, con un desplazamiento desde China hasta otras partes de Asia, África y América Latina, mientras en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), representados por la AIE, habrá que renovar infraestructuras obsoletas.

Para satisfacer las necesidades de suministro de China y de la India se requiere una inversión de 2 billones de dólares, lo que explica que sus compañías nacionales busquen oportunidades en el extranjero, señala la AIE en su informe. En el sector de la electricidad, Europa necesita a fin de mantener la seguridad de su infraestructura dos billones de inversión para 2035, junto con una «vigorosa expansión» de la generación baja en carbono, lo que implicaría un alza de precios para el consumidor, apunta la organización con sede en París.

En el campo del petróleo, se pasará a depender más de países con acceso restrictivo, visto que Estados Unidos, actualmente en cabeza gracias al combustible de esquisto explotado mediante fracking, tocará techo a mediados de la próxima década. Por eso es importante, apunta la AIE, que se mantenga la inversión en Oriente Medio, pues un desfase de sus infraestructuras provocaría una escasez de oferta y volatilidad en los mercados, con un encarecimiento estimado de unos 15 dólares por barril de crudo para 2025. La inversión necesaria en esa región es de 850.000 millones de dólares al año para 2035, sobre todo para fuentes de gas.

El informe apunta también que en 2013 la inversión en nuevos suministros de combustible y electricidad fue de 1,6 billones de dólares, más del doble que en el año 2000. De hecho. las inversiones en fuentes de energía renovables se cuadruplicaron gracias al apoyo de los Gobiernos y, además, el informe subraya que la inversión en renovables en la Unión Europea ha sido mayor que la inversión en producción de gas natural en Estados Unidos.

Además, las renovables representan ahora alrededor del 15% de la inversión, porcentaje similar al dedicado a las redes de distribución y a la transmisión de energía. Sin embargo, la mayor parte del gasto en inversión, alrededor de un billón de dólares (equivalentes a 735.209 millones de euros), está relacionada con los combustibles fósiles, tanto con su extracción, su transporte, las actividades de refino o las plantas de gas y carbón.

Mayor intervención de la Energía

La AIE añade que las decisiones de inversión están cada vez más condicionadas a las políticas de los gobiernos y los incentivos. La Agencia constata que, incluso en economías muy liberalizadas, ha habido una tendencia de los Gobiernos a asumir más terreno en gestión energética, en detrimento de un mercado determinado únicamente por la competencia. Mientras que en algunos países hay empresas estatales, en otros, sobre todo en la OCDE, los Gobiernos han intervenido para fomentar, entre otras, la generación baja en carbono o para intentar romper monopolios de precios.

«La fiabilidad y la sostenibilidad de nuestro sistema energético futuro depende la inversión», advirtió la directora ejecutiva de la AIE, Maria van der Hoeven. Sin embargo, Maria van der Hoeven señaló que esto no se materializará a menos que se pongan en marcha marcos de política energética «creíbles», así como un acceso estable a fuentes de financiación a largo plazo. La Agencia Internacional de la Energía asegura que están surgiendo nuevos tipos de inversores en el sector, algunos pequeños y ajenos a los bancos, pero alerta de que «el acceso a financiación a largo plazo en términos adecuados está lejos de estar garantizada».

«Ninguna de estas condiciones deben darse por sentado. Existe un riesgo de escasez, con efectos en cadena sobre la seguridad de la energía global y regional, además de un riesgo de que las inversiones estén mal dirigidas porque los impactos medioambientales no se reflejan adecuadamente en los precios«, agregó la máxima responsable de la AIE. Si se tienen en cuenta los objetivos para detener el cambio climático y limitar a 2ºC el calentamiento del planeta, la inversión acumulada hasta 2035 tendría que ser de 53 billones de dólares, unos 14 millones de ellos dedicados a eficiencia energética.

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