Información importante para los consumidores
Esta semana, las asociaciones de consumidores informaban de que la subida de la electricidad afectaría más a quienes más consumiesen, en la medida que la subida aplicada afecta más a la energía consumida que lo que se denomina el término fijo. De hecho, señalaban que aquellos consumidores que no tuviesen consumo no verían subidas en sus recibos, al quedar el término fijo invariable.
Con ello, querían poner el acento en que la subida media del 9% de principio de año, realmente es eso, una media. Señalan que sería del 0% para aquellos consumidores que no consumen nada y para los que están sujetos al bono social (que se mantienen aislados de esta subida tras el Real Decreto Ley), y la subida sería más alta, pues, para quienes hacen un uso más intensivo de la electricidad en su hogar: puede ser de dos puntos más que esa media, es decir, llegaría al 11% en el caso de los consumidores con niveles altos de consumo de electricidad o del 13 % para aquéllos que tienen la modalidad de discriminación horaria.
Por tanto, las organizaciones advierten que esta subida tendrá mayor efecto sobre consumidores que, por ejemplo, utilicen la electricidad para la climatización de sus viviendas. Algo que parece lógico, razonable, coherente, congruente cuando el Gobierno ha optado por no elevar los costes regulados para reducir el déficit tarifario. El hecho de que las subidas de la electricidad, por otra parte, incidan más sobre quien más consume, también tiene su lógica desde las políticas de ahorro energético.
Hay que recordar que la tarifa eléctrica ha venido siendo engañosa hasta el momento por la vía del control administrativo de precios y el intervencionismo: al no recoger todos los componentes del suministro (generar déficit tarifario) ha provocado que muchas personas y consumidores tomen decisiones de consumo o de inversión en equipos, poco razonables de conocer los precios reales de la misma. La alteración de los precios reales, su enmascaramiento, tiene efectos sobre los consumidores actuales y, sobre todo, sobre los consumidores futuros.
Por tanto, es valorable positivamente que desde las Asociaciones de Consumidores se conciencie del buen uso de la electricidad, se hagan conscientes a los usuarios de su coste real y del efecto diferenciado según los comportamientos de los mismos y sus hábitos de consumo, de forma que se trate como un suministro más.
Es una postura inteligente que no debe caer en cuatro tentaciones pasadas con un sentido de trascendencia política e ideológica: una, la negación de la existencia y funcionamiento del mercado de la electricidad (hoy tenemos los precios en el mercado de generación más bajos de Europa); dos, la abstracción de la realidad de que con esos precios tan bajos en generación la tarifa empieza a escalar en la clasificación de tarifas en Europa por los costes regulados, la deuda pendiente y, hasta el momento, desde estos colectivos no hay postura al respecto; tres, la generación de una turbamulta que abogue finalmente por la intervención de precios para hacer inconscientes a los usuarios del precio de la electricidad; y cuatro, la intención de ejercer de antídoto previo, de tener la cuestión en el ‘candelabro’, ante la necesidad e inminencia de adecuar los precios eléctricos a sus costes totales. Lo que llevará a que sean necesarias nuevas subidas de los precios de la electricidad, dado el embalsamiento realizado en años de bonanza, cuestión que no será pacífica.
Por eso, hay que saludar estas iniciativas: con un trabajo activo y vigoroso de asesoramiento, explicación y concienciación ciudadana desde las Asociaciones de Consumidores, se puede conseguir mucho más para la sociedad y para los propios consumidores, que ejerciendo de palanca para elevar el coste político de las subidas de la electricidad del Gobierno que lo tenga que acometer.



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