Industria, la CNE y el tiqui-taca
Conocerán ustedes la expresión, tiqui-taca. Una terminología acuñada por el locutor de eventos deportivos, Andrés Montes, para identificar un modo de juego, basado en el pase, una especie de ‘naranja mecánica’ de los deportes de equipo. No hablaremos aquí de deportes de equipo, y si de pases, entre los reguladores del sistema energético español, Ministerio de Industria y la Comisión Nacional de Energía.
Si vemos las relaciones entre la Comisión Nacional de Energía (CNE)y el Ministerio de Industria, se puede confirmar como el regulador independiente se va perfilando un brazo armado sustitutivo de la burocracia administrativa necesaria en cualquier ámbito gestor de Administración. Una estructura organizativa que se configura como un apéndice creciente en las funciones de regulador independiente (y una estupenda fórmula para que sea devorado por las mismas, si se descuida). Desde los registros de biocarburantes, al control de las instalaciones renovables, hasta que, Industria diseñe la metodología de cálculo del déficit tarifario 2006, con su detracción de derechos de emisión, y la CNE haga la cuenta final, en 15 días. En total, una oficina de liquidaciones y compensaciones, cada vez más sofisticada.
Por otra parte, los últimos acontecimientos han revelado las tormentosas relaciones que se pueden dar entre Ministerio y Comisión Nacional de Energía. Pongamos ejemplos: las subastas del déficit, una gestión que Industria le encarga a la CNE pero que quiere mantener un proceso ‘tutelado’, como todos los asistentes a la primera convocatoria pública pudieron comprobar, de forma que subrepticiamente se conocen posibilidades de acción basculantes: desde que no se cubra el déficit reconocido, hasta que se cubra en exceso (que las subastas se sitúen por encima de lo previsto si hay oferta) en previsión de déficits futuros y de condiciones económicas adversas. Lo que no mata, engorda.
Del mismo modo, el Ministerio de Industria, le encarga a la Comisión Nacional de Energía a través de la ITC 2794/2007 de 27 de septiembre que haga el estudio de las necesidades de crecimiento de tarifas para que estas sean aditivas. Es decir que incorporen la totalidad de los costes que son necesarios reconocer para que se correlacionen con la realidad económica energética. El informe arroja unas cifras pavorosas, sobre todo en campaña electoral y se devuelve a los servicios técnicos para que incorporen otras metodologías (en un escarnio hacia los Servicios Técnicos considerable, dado que es una cuestión relativamente sencilla de calcular y no hay tantas metodologías al uso). Incluso el Ministro se vio reconfortado por la información que provenía del regulador independiente, y su presidenta, en el sentido de que ese informe se iba a cambiar para aliviar una noticia tan alarmante. El problema es que después de estos años de crecimiento de precios del petróleo, de incremento de demanda, de condiciones metereológicas adversas, el tamaño de la bola es imparable para meterlo debajo de las alfombras.
En cambio, fruto de una anomia organizativa, de una carencia trágica, hoy hay un hueco como es el tema de la conformación de las sociedades de ‘switching‘ de cara a la liberalización del mercado gasista. En este sentido, la configuración de una única sociedad que permita los cambios de comercializadora a los usuarios y se establezca un régimen único y transparente de gestión de la información de los clientes, ha caído en tierra de nadie. En consecuencia, hoy hay dos sociedades de switching en el sector gasista, impidiendo justamente lo que se pretende con la medida: una liberalización mayor del sector. Una cosa semejante, ocurre con las subastas de energía primaria, dónde la externalización de responsabilidades y sus relaciones, está envenenando este mecanismo.
Todo ello sin entrar en las procelosas relaciones que se establecen con motivo de las decisiones del regulador independientes y la actuación del regulador principal que se ha tomado a pecho que es consultivo, casi opinativo, el papel del regulador independiente y por ello, se justifica como se articulan finalmente los decretos y órdenes ministeriales, y por ello también como se solventan por vía de recurso las posiciones de la CNE. Hay que preguntarse cuales son los efectos de conformar la administración energética con estos criterios y sus consecuencias para el funcionamiento eficiente de los mercados, porque en el fondo lo que ocurre es que se trastornan los papeles teóricos de uno, regulador principal y administración y de otro, regulador independiente.
En consecuencia, en este partido, hay mucho tiqui-taca. Poco equipo, muchos pases. Muchos huecos.

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