Homogeneidad y mayor racionalidad

A estos efectos, en primer lugar hay que revisar las tarifas de acceso, y consecuentemente, el sistema de precios y tarifas eléctricas, de forma que se actúe de forma contundente a la hora de absorber el montante déficit tarifario y, a la vez, frenar su crecimiento, hasta ahora sin control debido, fundamentalmente, al galopante incremento de los costes regulados en estos últimos años.

En todo caso, parece que todo este tiempo de prolongación en la solución ha servido para que se adquiera mayor conciencia del papel de este crecimiento de los costes regulados y de los mecanismos que han ido cebando su crecimiento. En realidad, el conocimiento explicito y público de estos mecanismos incrementalistas ha servido de freno para los planes iniciales promovidos por la Oficina Económica del Presidente y por el Ministerio de Hacienda, que han visto como en los últimos días se han evidenciado todas las costuras de la misma, sus bases de partida y sus pretensiones. Además, la mayor difusión del problema del déficit tarifario, su origen y sus características y que se haya puesto blanco sobre negro las consecuencias de la reforma ideada inicialmente han transparentado los efectos en términos de ruptura de mercado, pérdida de eficiencia y afectación de la garantía de suministro, al poner en la picota el régimen general.

A la par, todo eso, y que el Ministerio de Industria haya empezado a mover ficha conforme se iba debilitando el propio Montoro (y asociados) y, que ya, el propio Mariano Rajoy sea conocedor por distintas vías del riesgo de la eventual trapisonda que se estaba preparando, han complicado mucho los planes iniciales.

Por otra parte, las últimas declaraciones de José Manuel Soria, apuntando a que «no hay ninguna tecnología que estará fuera del ajuste» y por otra parte, la atención desde la Unión Europea a esta reforma respecto a la necesidad de «homogeneizar» el esfuerzo por parte de los distintos sectores de generación eléctrica, apuntan a la búsqueda de los mecanismos menos discriminatorios posibles y, que a la vez, cuenten con capacidad recaudatoria efectiva. En todo caso, hay que estar atentos al mayor nivel de exigencia que Industria está ejerciendo sobre Hacienda y Economía de cara a la reforma y como se formule definitivamente.

En ese sentido, y con todos estos criterios y admoniciones, cada vez es menos justificable la existencia de los famosos impuestos o tasas de inspiración retroprogresiva a las tecnologías nuclear e hidráulica, sin justificación de un objeto tributario concreto, económico o ambiental, salvo postulados ideológicos más o menos velados o intereses redistributivos entre tecnologías. Por eso, la propuesta que va cobrando mayor entidad es la fijación de una tasa homogénea a la generación de electricidad aplicada a los ingresos totales percibidos, sin distinción de tecnologías, que además no genere distorsiones en el mercado mayorista. Es quizá, con toda probabilidad, la solución más limpia.

Por otra parte, esa homogeneidad no se queda ahí. Es preciso que todos los que participan en el suministro eléctrico, financien el déficit tarifario mientras que éste se esté produciendo, (en el hipotético caso de que se prolongue su pervivencia eso sí, siempre de forma transitoria, acotada y creíble). Algo que además, contribuiría a que los distintos sectores energéticos participasen de una manera equivalente, equilibrada y constructiva a no acrecentar el problema y absorberlo. Hasta ahora, solo se financia a través de los balances de las empresas de generación en régimen general. Ni los perceptores de primas, ni el transporte, ni la distribución, hasta el momento, participaban en este proceso de financiación, hasta su totalización o compensación.

Quizá estos apuntes puedan servir para concretar esta idea de homogeneidad en las alternativas y soluciones que se están barajando para resolver el problema del déficit tarifario. Y, también, para comprender que era necesaria una solución de equilibrio real con visión global del sector, del suministro y del mercado, sin distorsiones y con criterios económicos y de eficiencia.

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