Girón de Velasco y el franquismo económico en la reforma Nadal-Soria

¿En qué se basa ese franquismo económico? En primer lugar, en una visión de la empresa como célula social que proporcione soporte para la acción política. Los agentes económicos tienen que actuar conforme a los intereses del Estado, deconstruidos en los intereses de partido y más deconstruidos todavía en los intereses del ministro.

Un resumen del texto «Formación del Espíritu Nacional«, reza así: «En el plano económico, el nacional-sindicalismo propone un sistema totalitario que englobe a todos los agentes de la producción, trabajadores y patronos por igual, en una única estructura sindical corporativista, dividida por ramas. Propone, asimismo, la nacionalización de la banca y la de los grandes servicios públicos, poniendo la propiedad privada al servicio de los intereses nacionales«.

En ese contexto es en el que se sitúa el famoso concepto de beneficio industrial, creado al amparo de esas bases ideológicas del franquismo sociológico-económico. El beneficio industrial consiste en establecer un escándalo de costes de una actividad y aplicar discrecionalmente una tasa de beneficio (de interés) como remuneración gestionada y administrada por el Estado. Todo regulado y con monopolios estatales. El ministro de Trabajo, José Antonio Girón de Velasco, sería el ideólogo y ejecutor más importante de esa visión económica (que, por cierto, lastró el crecimiento del país hasta el Plan de Estabilización).

Apliquemos este modelo económico, sobre el que subyacía otro de organización social y de la producción, por ejemplo, a la obra de Pablo Picasso. La receta sería: contabilizar los costes de un cuadro, incluyendo el lienzo, el alquiler del taller según el número de días necesarios para su acabado, la amortización de los pinceles, las pinturas y computadas las horas de trabajo del artista malagueño a coste estándar. A lo que resulta de esto se le aplica el interés de los Bonos del Tesoro a 10 años más 300 puntos básicos, que es una retribución considerada razonable desde el Ejecutivo y ¡santas pascuas!. Tal y como se regula la retribución de la distribución eléctrica y los incentivos a las tecnologías renovables por inversión, no por producción y de forma retroactiva, podrían expropiar el Museo Thyssen completo y todas las galerías privadas en beneficio del Estado español.

Ese modelo es el modelo propugnado por el colectivo retroprogresivo de la energía, más cercano a Franco y al falangismo que a la sociedad y los mercados del siglo XXI: costes reconocidos, rentabilidad fijada discrecionalmente por la política, kilowatios diferenciados por fuentes de generación y negación del comercio exterior, las empresas, los mercados de capitales y el ciclo inversión-financiación.

Y, para llegar a esto, ¿por qué tenemos en el Gobierno tantos falsos liberales y cuánta formación han tenido en países sajones tirada a la basura?

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