Enagás defiende una normativa europea común sobre el fracking
En una conferencia en Esade sobre las tendencias de futuro del sector energético en España, sostuvo que todas las fuentes de energía serán necesarias, porque no hay una única que aúne los criterios de ser abundante, barata y sostenible, y además la demanda mundial de energía sigue creciendo.
Además, explicó que Estados Unidos redujo a un tercio el precio del gas en los últimos años gracias a la explotación del «shale gas», con la que ha pasado de ser país dependiente a plantearse exportar gas, aunque ha reconocido que su extracción es problemática si se plantea en territorios densamente poblados.
Por este motivo, Llardén consideró que la explotación del «shale gas» será «inviable» en Europa si no va acompañada de un marco normativo preventivo en materia medioambiental, y que es «imprescindible» una normativa europea común «con criterios claros y estrictos» para evitar el rechazo ciudadano.
Y es que, repasó, la extracción del «shale gas» mediante el fracking es intrusiva, ya que requiere de torres de perforación y de tráfico de camiones de gran tonelaje, necesita abundante agua, y presenta riesgos de sismicidad y contaminación de acuíferos, ya que se rompen las rocas que contienen el gas mediante la inyección de agua a presión mezclada con productos químicos.
Llardén opinó que se puede encontrar una solución equilibrada para poder aprovechar el «shale gas» y respetar el medio ambiente, como ya se hizo en el pasado con la industria, que salió de las ciudades y vio limitadas sus emisiones contaminantes.
Respecto a la política energética de la Unión Europea, reconoció que por el momento falta un marco común coordinado porque no ha habido una política energética propiamente dicha –que queda en manos de cada Estado–, sino que la Unión Europea «ha entrado en las políticas energéticas por las puertas laterales» ligadas a los ámbitos de la competencia, la seguridad de suministro y la lucha contra el cambio climático.
Llardén también extrapoló la necesidad de políticas coordinadas a España, ya que señaló como incoherente que aumenten a la vez el consumo de renovables y el de carbón, y defendió las bondades del gas natural como energía que proporciona seguridad de suministro, eficiencia de costes –y por tanto mayor competitividad– y sostenibilidad.
«La descarbonización de una economía no se puede hacer saltándose pasos y pasando directamente del carbón a las renovables», sino que debe haber una evolución gradual y con el gas en el punto intermedio, argumentó.
A finales de enero, la Comisión Europea presentó el programa que resume su visión de cómo la Unión Europea debe afrontar los retos energéticos y medioambientales en los próximos tres lustros y la propuesta renuncia a una regulación común de la fracturación.
El texto aprobado por el Ejecutivo europeo se limita a recomendar a los Gobiernos unos principios generales como «planear los desarrollos y evaluar los posibles efectos antes de conceder las licencias», «evaluar cuidadosamente el impacto medioambiental y los riesgos» o «comprobar la calidad del agua, aire y suelo antes de empezar las operaciones».
Hace unas semanas, el presidente del Club Español de la Energía (Enerclub), Rafael Villaseca, consideró «muy osado» que España pudiera renunciar de entrada a explotar su potencial en materia de hidrocarburos no convencionales sin plantearse primero cómo resolver los «riesgos medioambientales» que se plantean.


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