El nombramiento

El anunciado nombramiento de Fabrizio Hernández como Secretario de Estado de Energía resuelve la situación de interinidad que se había planteado tras la dimisión de Pedro Marín y que había cobrado tintes de sainete inacabable. De hecho, hay que valorar el que la filtración de su nombre se haya producido con la plana mayor de Industria y la Secretaria de Estado en viaje a Rusia.

En otro orden de cosas, Industria también ha tenido que reaccionar a la ofensiva del Ministerio de Economía y Hacienda que ya había iniciado sus propias maniobras de zapa, sin llegar a la militarización del área de energía de Industria: cuestiones como el déficit tarifario creciente, la titulización del déficit o los acuerdos para determinadas tecnologías en régimen especial habían puesto al Ministerio de Industria y su Secretaría de Estado bajo observación.

Por otra parte, hay que saludar que el Ministro de Industria haya decidido acudir al sector privado para echar mano de un experto con prestigio y solvencia a nivel internacional (Fabrizio Hernández, reconocido como experto en mercados gasistas, trabaja en una consultora internacional, Nera Economic Consulting).

Por ello, hay que reconocer que el nombramiento de Fabrizio Hernández es una solución imaginativa que rompe con muchos límites y endogamias sectoriales. Con este nombramiento ganan en el sector de la energía, los mercados, la liberalización y, obviamente, pierden todos los colectivos que entienden el sector energético como campo de juego para la intervención: el colectivo de los retroprogresivos con sus diferentes variantes, incluyendo el grupúsculo de sedicentes. Consecuentemente, hay que saludar y agradecer la iniciativa de Miguel Sebastián con este nombramiento y la aceptación por parte de Hernández.

La agenda que espera a Fabrizio Hernández no es sencilla, todos los problemas que hay abiertos en el sector energético hoy son complejos y, probablemente, requieren que se pongan todos encima de la mesa: titulización, déficit galopante, decreto del carbón, problemas para las tecnologías térmicas por la reducción del mercado, impacto de los costes regulados de las tarifas, régimen especial en plena provisionalidad, retribución de la distribución, mix energético, déficit institucional en el sector…

Y, en el plano de las habilidades, también Hernández tendrá que poner a prueba sus competencias profesionales, sus intangibles, su ‘savoir faire’: conocimiento, restablecimiento y normalización de las relaciones sectoriales, persuasión y necesidad de resilencia, resistencia y liderazgo necesario para vencer los atavismos y corrientes ocultas, el peso de cierta tradición, así como identificar poderes disimulados y reguladores en la sombra. Y, al mismo tiempo, plantear y aplicar con determinación las medidas que requiere esta situación con capacidad política, ante la sociedad, ante el propio Ministro de Industria y ante el Gobierno. Ahí es nada.

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