El gobierno vasco estima en 30.000 millones de euros el valor del gas encontrado en el subsuelo de Álava
El hallazgo de un yacimiento de gas no convencional en el subsuelo de Álava fue anunciado el pasado mes de octubre por el Ejecutivo autonómico, que destinará 100 millones de euros a las labores de exploración que se realizarán en dos pozos.
El viceconsejero de Industria y Energía e Industria, Xabier Garmendia, explicó que estos sondeos están destinados a comprobar la viabilidad técnica, económica y medioambiental del proyecto.
Precisamente, las dudas sobre el impacto ambiental del proceso de extracción del gas natural suscitaron la reacción de colectivos ecologistas y algunos partidos ante el proyecto. No obstante, desde el Gobierno vasco se aseguró que no se llevará a cabo la explotación del yacimiento si la exploración demuestra que los riesgos de impacto sobre el entorno son elevados.
«Vamos a actuar de manera absolutamente rigurosa y escrupulosa en el aspecto técnico y en el económico y, desde luego, si existe el más mínimo riesgo medioambiental, el gas no se explotará. Si fuese posible cumplir estas tres viabilidades, sería una extraordinaria noticia para Euskadi», añadió.
Además, Garmendia informó de que las estimaciones actuales sitúan en 30.000 millones de euros el valor del gas natural acumulado en el subsuelo de Álava. Dicha cantidad será variable en función del precio de venta del gas y del volumen total que se pueda extraer de cada pozo.
A su vez, precisó que el primer pozo de exploración de gas no convencional se ubicará a unos 10 kilómetros de Vitoria, próximo a la carretera N-1.
El viceconsejero de Industria y Energía explicó que el gas que se tiene previsto extraer del subsuelo alavés, denominado gas no convencional, es «exactamente el mismo» que el gas metano que se utiliza habitualmente en las cocinas o calefacciones, llamado gas convencional. El motivo de la diferencia en el nombre responde a las distintas técnicas que hay que llevar a cabo para extraer cada tipo de gas.
El gas convencional se encuentra acumulado en rocas porosas y permeables, lo que facilita su concentración en balsas y su posterior extracción, mientras que la roca que contiene el gas no convencional, al no ser permeable, no permite que el combustible fluya, por lo que precisa de una estimulación artificial.
La técnica de estimulación escogida es la llamada fracturación hidráulica o ‘fracking’, que consiste en introducir en el pozo un fluido a tal presión que supere la resistencia de la roca que se quiere perforar, de tal manera que origine pequeñas grietas en la piedra por las que pueda discurrir el gas que se hallaba estancado.
Dicho fluido está compuesto en un 95% por agua (3.000 metros cúbicos) y en un 5% por arena silícea y diversos aditivos como bactericidas u otros que, «en cualquier caso, serían sometidos a la autorización correspondiente antes de su utilización», según aclaró Garmendia.
Ninguna afectación medioambiental
Por su parte, el director de la Sociedad de Hidrocarburos de Euskadi, Juan Cruz Vicuña, señaló que la fracturación hidráulica «no va a producir ninguna afectación medioambiental» en el subsuelo, mientras que en la superficie «se estimó que las afecciones son perfectamente admisibles».
Entre estas afecciones, destacó el ruido que provocarán los camiones que trabajen en el pozo o el que producirán las detonaciones, necesarias para perforar.
En este sentido, recordó que el Ministerio de Medio Ambiente consideró que el pozo de exploración que se comenzará a construir en breve «no tenía por qué ser objeto del procedimiento de evaluación de impacto ambiental porque su riesgo para el medio ambiente es insignificante o nulo».
Respecto al recurso presentado por el Ayuntamiento de Vitoria a la decisión de Medio Ambiente de no someter a evaluación ambiental el proyecto, Garmendia apuntó que «es el Ministerio el que tiene que resolver esta cuestión».



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