El Gobierno de las Islas Vírgenes encuentra un comprador dispuesto a reabrir su refinería de petróleo
El gobernador de las Islas Vírgenes de Estados Unidos, John de Jongh, confirmó que el comprador es Atlantic Basin Refining (ABR), una compañía creada expresamente para realizar esta compra e integrada por un grupo de individuos con experiencia en refinería, finanzas energéticas, compraventa de petróleo y restauración ambiental. Según explicó, los nuevos dueños de la refinería estarán «obligados a reconstruir y volver a operar la refinería, emplear a cientos de virginenses y realizar pagos periódicos al Gobierno hasta llegar a 1.600 millones de dólares» durante los 22 años de concesión.
Además, según el ejecutivo, por primera vez los dueños de la refinería estarán obligados a destruir las instalaciones y a limpiar el lugar si deciden no continuar con la operación en el futuro. «Esto es algo que nos asegurará que, sin importar las circunstancias, si no se va a operar la refinería, no nos quedaremos con una instalación sucia y desperdiciada», dijo John de Jongh.
Se prevé que el plan de ingeniería y reinicio de operaciones de ABR dure entre 9 y 12 meses después de que el Parlamento apruebe la transacción. La construcción y rehabilitación de la refinería se podría prolongar por 24 meses con una inversión de 1.000 millones de dólares, incluyendo los procesos de formación para los trabajadores de la refinería. El acuerdo de operaciones alcanzado entre ambas partes tiene una duración de 22 años pero podría prolongarse por dos términos adicionales de 10 años mientras ABR no incumpla con el contrato.
La refinería Hovensa llegó a producir unos 500.000 barriles de petróleo por día en 2010, convirtiéndose así en una de las diez refinerías de petróleo más importantes del mundo. La refinería cerró operaciones en 2012, tras reportar pérdidas de unos 1.300 millones de dólares por sus últimos tres años. El gobernador virgenense destacó que el cierre de operaciones en 2012 de la refinería, hasta ahora controlada por la venezolana PDVSA y la neoyorquina Hess Corporation, afectó a la economía de las Islas Vírgenes y provocó la pérdida de 2.500 empleos.

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