El Gobierno alemán quiere que la sede de la agencia IRENA se quede en Bonn
El gobierno alemán defendió que la sede para la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) para impulsar las energías limpias, cuyo contrato fundacional se firmará el próximo lunes en Bonn, se quede en esta ciudad, frente al otro candidato Berlín.
El ministro alemán de Medio Ambiente, Sigmar Gabriel, destacó la importancia de esta agencia, cuyas bases se sentaron el pasado mes de octubre en Madrid, cuando más de 150 países avalaron su creación, «de cara a la firma de un acuerdo climático a finales de año en Copenhague» para fomentar el desarrollo de las energías limpias.
Gabriel recordó que la clave para la protección climática, aparte del ahorro energético, consiste en «duplicar hasta 2020, hasta un 20 por ciento, el uso de energías renovables».
Destacó el ministro alemán que, tras el compromiso del nuevo gobierno estadounidense contra el cambio climático, «conseguiremos que también países emergentes como Brasil, México, China o Sudáfrica se comprometan» a impulsar las energías limpias.
IRENA, cuyas siglas en inglés quieren decir International Renewable Energy Agency, será la primera agencia que se dedique en exclusiva a las energías renovables, para asesorar a los estados miembro para que ajusten su política y financiación para mejorar la explotación de energías renovables.
Al acto fundacional del 26 de enero en Bonn (oeste de Alemania) han confirmado su asistencia más de un centenar de países, de los cuales casi la mitad rubricarán el acuerdo.
En junio de 2009 los estados miembro decidirán la sede de la agencia, en la que trabajarán 250 personas, además de elegir al primer director o directora fundacional, pero el gobierno defiende que se quede en Bonn, donde Naciones Unidas tiene diversas secretarías.
Por parte del gobierno alemán asistirán la ministra de Ayuda al Desarrollo, Wieczorek-Zeul, el titular de Exteriores y vicecanciller, Frank-Walter Steinmeier, y el propio Gabriel.
La agencia, creada para impulsar las energías renovables y el abandono del crudo y demás combustibles fósiles (incluido el gas), es una iniciativa que pusieron en marcha Alemania, España y Dinamarca y que ha encontrado eco entre una cuarentena de países.



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