El CSN revisó la fabricación de las vasijas de Cofrentes y Garoña al conocerse los fallos de la belga Döel
En una respuesta parlamentaria del organismo regulador a diputados del Grupo Mixto, tras conocerse los fallos en el reactor belga en agosto, el CSN decidió en septiembre acometer una revisión de las inspecciones realizadas durante la fabricación de estas vasijas, puesto que ambas procedían del mismo fabricante.
En concreto, las «primeras medidas pertinentes» para conocer si las plantas atómicas españolas podían estar también afectadas fueron esas revisiones así como las inspecciones realizadas durante la fabricación. Con posterioridad, el regulador participó en grupos de trabajo internacionales, constituidos por organismos de distintos países para asesorar al regulador belga (FANC) y compartir con todos ellos sus conocimientos y prácticas reguladoras.
Según informó el CSN, este grupo, «de forma preliminar» y coincidiendo con las actuaciones que se propusieron meses más tarde por parte de la Asociación de Autoridades Reguladoras de Seguridad Nuclear de Europa Occidental (WENRA), valoró que las vasijas afectadas fueron las fabricadas mediante el proceso de forja.
Además, añadió que el resto de las plantas fueron «descartadas preliminarmente» y que esta decisión fue después respaldada por las conclusiones de los grupos de expertos como por las recomendaciones de
WENRA.
En definitiva, tras estas inspecciones del CSN a los titulares de Cofrentes y Garoña, concluyeron que hay «ciertas diferencias» en el proceso de fabricación y en el material de las virolas de las vasijas
españolas respecto de las vasijas belgas, como un mayor diámetro practicado sobre el lingote inicial, que reducen la probabilidad de aparición de defectos por hidrógeno.
Asimismo, señaló que está «garantizado» que los métodos de inspección en servicio de la vasija habrían podido detectar estos defectos si existieran. Al mismo tiempo, subrayó que los tratamientos térmicos practicados durante la fabricación, minimizan la aparición de defectos de tipo laminar debido al hidrógeno. Esto llevó al CSN a «no requerir ninguna actuación adicional» a los titulares de las centrales nucleares españolas en operación.
En todo caso, el CSN recordó tras la solicitud de renovación de la licencia de explotación presentada por el titular de Garoña, que se emitió una Instrucción Técnica Complementaria sobre la documentación y los requisitos adicionales asociados.
Esta ITC requiere al titular que elabore y remita al CSN un plan de inspección de la vasija del reactor, a la luz de los fenómenos degradatorios detectados en las centrales de Döel 3 y Tihange 2. Este plan de inspección deberá haberse completado antes de la carga de combustible.
Controles «inmediatos» a todas las nucleares del mundo
Por su parte, la organización Greenpeace reclamó «controles inmediatos en todas las centrales nucleares del mundo» tras una alerta que emitió el organismo regulador de Bélgica, que encontró «miles de grietas nuevas» e «inesperadas» en componentes críticos de los dos reactores de este país.
Para la ONG, el riesgo mayor es el de las centrales envejecidas, de las que seis son españolas. Las grietas se hallaron en las vasijas de presión de Doel 3 y Tihange 2. Estos componentes son «el corazón» de un reactor nuclear y contiene combustible nuclear altamente radiactivo. Así, advirtió de que un fallo de este componente «puede causar un accidente nuclear de grandes dimensiones».
El pasado viernes, dos científicos expertos en materiales anunciaron que el agrietamiento «generalizado e inesperado» podría estar relacionado con la corrosión debida al funcionamiento normal, con potenciales implicaciones para los reactores en todo el mundo.
Ante esta información, el director general de la Agencia Federal de Control Nuclear (FANC), Jan Bens, advirtió de que esto «puede ser un problema global para toda la industria nuclear». De este modo, apuntó que la solución es poner en práctica en todo el mundo, inspecciones precisas de las 430 centrales nucleares.
«Lo que estamos viendo en Bélgica es muy grave y significa que el riesgo de un fallo nuclear catastrófico posiblemente esté aumentando, en especial para los reactores nucleares envejecidos, como los españoles, con una media de 31 años», declaró la responsable de la campaña antinuclear de Greenpeace, España Raquel Montón.
Para Montón, el CSN debe revisar «cuanto antes» las centrales nucleares en España a la luz de las declaraciones del director general de la Agencia Federal para el Control Nuclear belga.
Según recordó la ONG, los dos reactores belgas se cerraron en verano de 2012 tras detectarse 8.000 y 2.000 fisuras respectivamente. Se pensó que podían deberse a un problema de fabricación, sin embargo, no se encontraron pruebas que lo corroboren o desmientan. Las centrales belgas reabrieron y siguieron con los estudios.
Finalmente, la representante de Greenpeace subrayó que el parque nuclear español está «envejecido» y que dos de los reactores, Garoña y Cofrentes, han sido fabricados por la misma empresa que los belgas. «El Consejo de Seguridad Nuclear debe asegurarse de que están en perfecto estado de mantenimiento y descartar defectos similares», defendió.


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