De la información y su relleno con expectativas

Decía Pere Estupinya (químico, bioquímico, responsable de comunicación de los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU., periodista científico en el MIT y guionista del programa que conduce Eduard Punset en «La 2», Redes), en La contra de La Vanguardia del pasado sábado que el cerebro rellena «huecos de información con expectativas».

Es lo que sucede, por ejemplo, cuando conocemos a alguien y, dependiendo de si nos cae bien o mal, completamos los datos que conocemos de él, con apreciaciones e incluso con fabulaciones que contienen informaciones más allá de lo realmente conocido. De hecho, hablamos sobre ese recién conocido y «completamos» más cosas de las que realmente sabemos de él, producto de nuestros propios mecanismos mentales.

Todo ello viene a cuenta del tratamiento informativo que se viene produciendo en torno al nombramiento del nuevo Secretario de Estado de Energía. Así, el sábado, el periódico «El País» trataba dos cuestiones diferentes en su crónica «La Abogacía del Estado contra el Secretario de Estado»: una relativa a los posibles supuestos conflictos de interés en los que podría incurrir Fabrizio Hernandez y otra, respecto a la controversia respecto de la valoración por el lucro cesante derivado de la decisión de cerrar la central nuclear de Santa María de Garoña, cuyo informe fue solicitado por su empresa propietaria, Nuclenor a la consultora Nera Consulting y que fue realizado por el director de la misma Oscar Arnedillo y, el entonces consultor de la firma, Fabrizio Hernández, ahora Secretario de Estado.

Referidos a la primera cuestión, leíamos en la citada crónica lo siguiente: «Fabrizio Hernández tomó posesión el 10 de enero en Industria como secretario de Estado de Energía. Antes, desde Nera Consulting, asesoró a Iberdrola, Endesa, Gas Natural, Enel, Repsol, Galp, Exxon, según el currículum enviado a la Audiencia. La Ley de Conflicto de Intereses, de 2006, le obliga a inhibirse en los asuntos que afecten a empresas que asesoró los dos años previos, casi todo el sector».

A la vista de esta construcción, habría que explicar realmente, y con mayor precisión, el alcance de lo que suponen los posibles y supuestos conflictos de interés para el nuevo Secretario de Estado, Fabrizio Hernández y para cualquier otro cargo de la administración. La información publicada parece sugerir que Hernández, casi tendría que inhibirse en su nuevo cargo de una forma muy inespecífica, cuando en realidad esa inhibición alcanza exclusivamente a eventuales conflictos y arbitrajes que se pudieran producir, relativos a los temas concretos en los que ha participado en su trayectoria profesional anterior de los últimos dos años y siempre que sigan las empresas presentes en esos temas.

Ni más, ni menos, porque formulado así, de forma tan laxa y ambigua, puede llegar a parecer que lo que está siendo cuestionada es la capacidad futura del Secretario de Estado, produciéndose una extensión, un relleno de información con expectativas: las de todos los que han desatado una persecución contra este nombramiento del Gobierno por provenir del sector privado y por no participar de postulados retroprogresivos o antimercado. Es más, esta ofensiva por el nombramiento de Hernández, proviene porque el recién nombrado es un experto internacional en mercados energéticos y concretamente del sector del gas. Por tanto, cabría sugerir que el titular de la noticia debería haber sido «La Abogacía del Estado contra el ex consultor»: lo que pasa es que así (que es más correcto) tendría mucho menos morbo. Dejemos, por tanto, actuar y trabajar con diligencia y libertad al nuevo Secretario de Estado, porque imagínense lo que podría haber pasado si se hubiese nombrado a alguien proveniente de Red Eléctrica de España.

Y luego está la segunda cuestión, deliberadamente mezclada, relativa a la controversia sobre el lucro cesante por la decisión del Gobierno del cierre de Garoña, que es un tema completamente diferente. A parte del legítimo papel de las partes: empresas por un lado y abogacía del Estado por otro, en el proceso de valoración del mismo (y qué es lo que deben decidir los tribunales), parece lógico que en el proceso de discusión, se cuestionen las estimaciones de demanda utilizadas en los peritajes por las partes (que desde que se produjo la decisión han ido cayendo en picado por efecto de la crisis; sólo hay que ver cómo empezaron las predicciones de REE este año y cómo han terminado) y también en lo que se refiere a los costes variables (que según la abogacía del Estado crecen conforme aumenta la vida útil de la instalación tomando como analogía el caso de Oyster Creek, gemela de Garoña).

Mira por donde, una lectura derivada se puede hacer de este cruce argumental y lo interesante que puede llegar a ser el que se produzcan estas carambolas: la Abogacía del Estado deja sin argumentos al colectivo retroprogresivo y el Tea Party de la energía en España, experto en la agitación y que niega el plan contable, las amortizaciones y los costes variables en las centrales nucleares para proponer la abolición del mercado eléctrico. Como se puede ver, esta forma de argumentar en el sector energético empieza a producir sus propios bumeranes y, en este caso, chafa las expectativas.

Queda la reflexión sobre el hecho de combinar estas dos cuestiones, unidas temporal y argumentalmente, así como de estirar y magnificar mediante la posición de escándalo y emotivismo, para que el lector este impelido a fabular. En suma, todo un ejercicio de relleno de información con expectativas.

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