Cuidado, siguen ahí

Estas Navidades nos traen la última película de zombis «Bienvenidos a Zombieland», al parecer una revisión cómica del género. Lo cierto es que las películas de zombies siempre tienen varios componentes que pueden constituir un subgénero cinematográfico. El primero y principal es el de unos personajes que viven en un estadio que no es el de la muerte completa y que van llevando el mal y la desolación allá por donde pisan. Son películas, en general, de terror, aunque esta última es una revisión en clave de humor y comedia. Los ‘zombies’ suelen estar agazapados en sus tumbas hasta que hay algo que los despierta y empieza su escalada de sangre, el crujir de dientes y todo eso.

La semana pasada nos encontramos con una nueva trastada de la factoría del Consejo de Administración de la Comisión Nacional de Energía (CNE), en su condición de ‘zombie’, que tiene muchos paralelismos con el mundo de los muertos vivientes.

El hecho de que el Consejo de la CNE viene actuando con la prolongación artificial de su presencia en el organismo de cuatro consejeros desde hace ya más de un año. Cuestión que se ha visto acrecentada por la publicación del Anteproyecto de Ley de Economía Sostenible que ha anunciado una reforma que comporta un cambio completo en el organismo, reduciéndose a cuatro consejeros y un presidente. Dado que no tiene una disposición transitoria, parece que esto supone de facto dinamitar el actual consejo, más allá de los consejeros cesantes.

La trastada, en concreto (y no la única, como veremos) tenía que ver con cómo se había gestado la cuantía que se incluía en las tarifas para la actividad de distribución. Un proceso (el de la retribución a la distribución) que había pasado de forma subrepticia y que incorporaba como una de sus piezas un mecanismo, el Modelo de Red de Referencia, que ha arrojado resultados, primero, con completa ajeneidad a las empresas; segundo, no comprobados con la realidad; y tercero, disonantes con el modelo de decisiones regulatorias de la inversión en el que participan las Comunidades Autónomas. Finalmente, parece que hubo una cierta marcha atrás (volviendo a la provisionalidad de la retribución), tras el fenomenal escándalo que se formó en la última sesión del Consejo Consultivo.

Pero esta no es la única de las actuaciones de los Consejeros que viene revestida de polémica y que sigue este mismo modelo. Podemos recordar cómo en el caso del Real Decreto para la gestión de restricciones por garantía de suministro (el eufemismo con el que se bautizó el decreto para fomentar la quema del carbón nacional, gestionando los stocks pendientes acumulados, aumentando así la emisión de gases contaminantes y dinamitando el mercado eléctrico). Pero bueno, al final parece que desde la Unión Europea han visto la jugada y, por ello, Industria se ha visto forzado a presentar el plan como lo que es, una ayuda de Estado al sector. Por cierto, proceso de comunicación del que desistió el anterior Secretario General de Energía, Ignasi Nieto. En todo caso, resulta paradójico que la CNE (que debe conocer mejor que nadie el sector energético y la competencia en el mismo), hiciera un informe calculadamente crítico, pero mucho más «light» que otros organismos como, por ejemplo, la Comisión Nacional de Competencia. ¿Cómo no va a querer Luis Berenguer, por tanto, apropiarse de la actuación de la CNE en semejante estado?

Pero tampoco es la última, en este acontecer río, el problema del carbón nacional. Sólo hay que ver cómo la CNC no ha tenido ni un solo resquicio de posición pro mercado y proliberalización de la actividad de comercialización eléctrica en lo que se refiere a otro informe que también ha pasado, por debajo de la mesa (en concreto, el Informe que desarrolla el Real Decreto para transposición de la famosa Ley Ómnibus en el sector eléctrico). La pieza que ha elaborado la CNC al respecto tampoco resiste la comparación, inclusive por su claridad. En el caso de la comercialización, las garantías y dificultades que se ponen a la actividad desaniman a cualquiera. Pero no nos engañemos, no hay cultura de comercialización (no la hay de liberalización) y, seguramente, la voz de este sector tan novedoso y necesario para la liberalización final, tiene difícil encontrar un altavoz hoy.

Un inciso, esto no ocurre porque la CNC tenga ahora unas convicciones pro mercado, o al menos, pro empresariales. Sobre todo tras la política de hechos consumados y tierra quemada que viene practicando. De hecho, su presidente señalaba hace poco que la Ley Ómnibus se había bloqueado por la acción de los lobbies de las empresas, desposeyendo de su responsabilidad en estos cuatro años de retraso a la Administración e incurriendo en la satanización tan usual del papel de las empresas y su relación con la Administración en un modelo de participación, que debe ser transparente, abierta y equilibrada. En todo caso, el Informe de la CNC al hilo de este Real Decreto no tiene comparación por su claridad expositiva y la posición del organismo con el de la CNE.

En todo caso, aunque no lo parezca y la actividad de la CNE sea más silente en los últimos tiempos, la capacidad devastadora de los mercados y la liberalización por parte de su Consejo de Administración sigue siendo no despreciable. Es más, tras el anuncio de la voladura del Consejo en su actual configuración, los comportamientos pueden ser más inquietantes y ganar virulencia. Y tengan en cuenta que este último tiempo de la prolongación del partido puede ser especialmente cruento. Están armados y son peligrosos. Cuidado, siguen ahí. Es Zombieland.

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