Cómo acabar la legislatura con este equipo energético
El Presidente del Gobierno hizo pública el pasado viernes su primera crisis «oficial» de gobierno. Anteriormente se habían producido cambios en la composición del Ejecutivo, pero con motivaciones muy diferentes: la salida de Bono del Gobierno y el envío de ex ministros a cometidos a la contienda electoral en el ámbito de sus respectivas Comunidades Autónomas (con desigual fortuna, si atendemos al resultado de Montilla y al de López Aguilar, como se ha podido ver). El que en esta crisis no se haya visto afectado directamente el Ministerio de Industria no quiere decir que no haya que trazar lecturas políticas de este acontecimiento.
Entre esos cambios, se produce la sustitución en el Ministerio de Industria de Montilla por Clos, que en el ámbito de la energía se vio acompañada por la dimisión de Antonio Fernández-Segura, como Secretario General de Energía, y su sustitución por Ignasi Nieto Magaldi al frente de esta área. Los dos catalanes, tanto el ex alcalde de Barcelona como Nieto, nacido en Girona. Y ésa es la primera lectura paralela que podemos hacer de esta crisis de gobierno a propósito del nombramiento de Carme Chacón como Ministra de Vivienda. Parece que a Joan Clos le sale una competidora por liderar la lista del PSC por Barcelona en las próximas elecciones generales. Competidora que cumple con el perfil decidido por parte del Presidente para abordar el tramo final de la legislatura: joven, con tirón y dedicada a cuestiones de indudable ‘vis’ social, en este caso la vivienda.
Por otra parte, los primeros nuevos meses de Clos y Nieto no han sido, en ningún caso, pacíficos, al menos en el ámbito de la energía. Desde sus ‘intuiciones’ al hilo de la resolución ‘feliz’ de la OPA de Endesa, el papel jugado por el Ministerio de Industria durante la OPA, al conflicto abierto en el ámbito de las energías renovables y las eólicas, los grandes temas abiertos con la Unión Europea al hilo de la energía y de los comportamientos regulatorios (pleitos judiciales incluidos), la controvertida traslación de la Directiva Europea en la reforma del Sector Eléctrico, el proceso de revisión de las tarifas, la acumulación de déficit tarifario, la remodelación de las funciones de la CNE para otorgar más poder y autonomía presidencial en este organismo, las constantes denuncias sobre incertidumbre y riesgo regulatorio, el tratamiento de los derechos de emisión por parte de la empresas eléctricas, etc…
Y luego, varios temas en el fondo del armario: la energía nuclear, el escaso avance en la resolución de los problemas de las redes eléctricas, la relaciones internacionales en este ámbito: Argelia con Sonatrach, Rusia y los intereses españoles en los gaseoductos del Caspio e Italia, con la OPA de Enel.
Sobre todo (y sin acudir a los lugares comunes, intervenciones pintorescas y meteduras de pata, más o menos desafortunadas y por todos conocidas), una ausencia de modelo de política energética y un escaso perfil gestor, con tendencia a abrir varios ‘melones’ a la vez. Tonos diametralmente opuestos entre el Ministro de Industria y su Secretario General de Energía: por un lado, un tono amable, generalista, gentil, casi ‘afrancesado’, indolente; frente a un tono mucho más duro (sin «seny»), poco flexible y escasamente diplomático (salvo que las indicaciones provengan de Moncloa, por supuesto). Bajo perfil político, bajo perfil gestor, una actuación gregaria con una peligrosa usurpación y condicionamiento de las funciones regulatorias desde los titulares de las redes eléctricas, como vienen denunciando expertos y empresas distribuidoras.
Y, además, un conjunto de temas abiertos y no resueltos, difíciles y acumulados para el final de la legislatura: un mal momento para abordarlos. La resolución reciente de la revisión de tarifas desde el Palacio de la Moncloa revela el talante ‘social’ que ha adquirido la tarifa eléctrica y el margen que le queda a Clos y a Nieto para influir en el Gobierno.
Así, las cosas, el reforzamiento del Presidente aventura que, traspasado el verano, muy poco más se va a poner en marcha o modificar en el sector energético desde el Ministerio de Industria. Para el Gobierno, en su conjunto, se trata de aguantar hasta la disolución de las Cámaras, sin estropear mucho las cosas, dado que la próxima legislatura será muy diferente, sea cual sea el resultado de las elecciones, con personajes distintos y, necesariamente, con una política que supere este paréntesis de un Ministerio lleno de paréntesis.

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