Sniace desarrollará un proyecto de investigación con la empresa estadounidense American Progress para producir bioetanol de segunda generación a partir de la celulosa que procesa su fábrica de Torrelavega, según ha comunicado la compañía cántabra a la Comisión Nacional del Mercado de Valores.

Las dos empresas comenzarán su colaboración con trabajos de laboratorio, pero ya tienen previsto poner en marcha una planta piloto para probar la tecnología de obtención de bioetanol de segunda generación que ha desarrollado American Progress.

«El objetivo final es la construcción de una planta industrial, donde se produzca a precios competitivos bioetanol de segunda generación», asegura Sniace en su comunicación a la CNMV.

Esta compañía tiene previsto construir tres fábricas de biocombustibles en Torrelavega, Barcial del Barco (Zamora) y Kostzryn (Polonia), con una capacidad total de producción de 420.000 toneladas anuales.

Esta organización ha realizado un análisis en 20 estaciones de servicio por toda España en las que se puede repostar biodiésel B30 (30% biodiésel, 70% gasóleo) para conocer la calidad de estas mezclas, compararla con la del gasóleo A y averiguar el impacto de este nuevo carburante en el motor del vehículo.

El objetivo de la investigación era averiguar si las mezclas contienen realmente el porcentaje de biodiésel que anuncian.

Según informó la OCU, dos de las 20 mezclas analizadas presentaron cantidades de biodiésel muy pequeñas (4%). Además, cinco de las 20 mezclas analizadas se encontraron por debajo del porcentaje que anunciaban.

Por el contrario, la OCU encontró una mezcla que superó ampliamente el porcentaje y que, por tanto, tampoco debería de anunciarse como B30.

El estudio de la OCU determina que los conductores que utilicen este tipo de combustible pueden tener algunos problemas en sus vehículos: uno de ellos es el arranque en frío, ya que los B30 obtienen peores resultados en el punto de obstrucción del filtro frío (POFF) que los gasóleos convencionales.

Además, al ser mezclas bastante densas, los sistemas de bombeo e inyección del motor pueden sufrir un desgaste más rápido. Las altas cantidades de agua encontradas, aunque permitidas por la legislación, pueden acarrear problemas de corrosión en el motor.

Algunos fabricantes de coches, añadió la OCU, deniegan la cobertura en caso de avería porque no dan garantía para el uso de biodiésel, ya sea puro o mezclado con gasóleo.

Además, la OCU considera que la demanda de cultivos para biodiésel puede afectar a los precios de los alimentos para el consumo humano y dar lugar, en última instancia, a conflictos sociales.

Para finalizar, la OCU señaló que la introducción de biocarburantes debe realizarse teniendo en cuenta las diferentes características físico-químicas del biodiésel respecto del gasóleo. Para lograrlo, es necesario reformar la normativa que rige la calidad de las mezclas «para direccionar a todos los agentes implicados (fabricantes de coches, usuarios, etcétera) hacia un nuevo producto con unos parámetros de calidad satisfactorios para todas las partes».