«Nuestros amigos americanos no están satisfechos con (el gasoducto) South Stream. También estuvieron insatisfechos en 1962 cuando comenzaron los proyectos de oleoducto a Alemania», recordó el líder ruso durante una rueda de prensa con su homólogo austríaco, Heiny Fischer.

«Nada ha cambiado, sólo que ellos también quieren asegurar envíos de gas a los mercados europeos. Ese gas no va a ser más barato que el gas natural ruso. El gas de esquisto (licuado) tiene que ser transportado por el océano, en cualquier caso (es) más caro que nuestro gas de gasoducto», aseguró.

El consorcio gasista ruso Gazprom y la petrolera austríaca OMV firmaron este martes el acuerdo para la construcción del tramo del gasoducto South Stream que pasará por territorio austríaco.

Este proyecto prevé enviar a partir de 2017 gas ruso a la UE a través de Serbia, Bulgaria, Hungría y Austria, sin tener que pasar por el territorio de Ucrania.

Putin rechazó las críticas formuladas desde Estados Unidos a este proyecto y aseguró que se trata sólo de una cuestión de competencia. «Hacen todo lo posible por socavar esos acuerdos», denunció Putin, al indicar que este tipo de proyectos sólo son un desarrollo natural de sus infraestructuras de transporte.

Por otra parte, opinó que se habla mucho de la dependencia excesiva de Europa del gas ruso, pero dijo que cada país tiene derecho a buscar suministros económicos de gas.

Fischer reivindicó las buenas relaciones de su país con EEUU, pero defendió el derecho de Austria y de sus empresas a firmar acuerdos como el de este martes «sin la intervención de terceros Estados».

Fischer defendió que South Stream es un proyecto que atraviesa países miembros de la UE y de la OTAN, y que por ello, no se puede pretender que no pase también por Austria.

El presidente austríaco recordó que si Europa tiene pocas líneas de llegada de gas, tiene que diversificar esas fuentes.

«Las cuestiones de seguridad son una buena oportunidad para que, de una vez por todas, (Europa) afronte los problemas que persisten y que nos dejan en 2014 en una isla energética en términos ibéricos», afirmó en una intervención en el Parlamento portugués.

El jefe del Ejecutivo conservador destacó los compromisos alcanzados con los gobiernos de España y de Polonia para relanzar la agenda energética en el próximo Consejo Europeo, que se celebra el 26 y 27 de junio en Bruselas.

A su parecer, la Unión Europea debe promover la creación de conexiones energéticas «adecuadas» que garanticen un mayor abastecimiento en Europa ante los desafíos para el abastecimiento del gas que ha originado la crisis entre Ucrania y Rusia.

Passos Coelho censuró el retraso en el cumplimiento de los compromisos energéticos fijados en la última década y consideró «urgente» un impulso redoblado de la Unión Europea en la inversión en infraestructuras.

«El nivel de interconexiones que hoy tenemos junto a España para la plataforma europea llega al 3% cuando la meta era del 10% en años anteriores», señaló el también líder del Partido Social Demócrata (PSD) luso.

Todos los republicanos en el panel votaron a favor de la construcción del oleoducto, junto con la presidenta del Comité, Mary Landrieu (Luisiana) y Joe Manchin (Virginia Occidental), dos demócratas en cuyos estados los asuntos energéticos son un tema fundamental.

El oleoducto Keystone es un proyecto muy controvertido que divide opiniones entre quienes defienden que crearía puestos de trabajo -la práctica mayoría de los republicanos-, y los que se oponen a su construcción por su potencial impacto medioambiental -entre ellos parte de la base demócrata-.

Pese a la aprobación, no se espera que el proyecto de ley prospere, porque es improbable que la mayoría demócrata lo someta a votación en el pleno del Senado.

Obama, quien tiene la última palabra para autorizar o no el proyecto, alargó hace un par de meses el plazo que tenían varias agencias federales para estudiar las potenciales consecuencias de la construcción, lo que causó revuelo entre los conservadores.

«Me hubiera gustado que no estuviéramos aquí sentados años después para tomar una decisión que debería haber sido hecha por este gobierno», dijo la senadora por Alaska Lisa Murkowski, la republicana con más rango en el comité.

«Cuando la Administración retrasa o revierte un proceso, el Congreso tiene su papel», agregó la senadora.

«La realidad es que si este proyecto es aprobado, tendrá que ser el Congreso quien lo haga«, dijo el senador republicano por Dakota del Norte John Hoeven, uno de los patrocinadores del proyecto de ley.

Sin embargo, un proyecto similar al aprobado ahora y también impulsado por Hoeven obtuvo el apoyo del comité a principios de mayo, pero el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, no lo ha llevado a consideración al pleno de la cámara alta.

Precisamente tras el apoyo a ese texto por parte del comité, Reid insinuó que dejaba una puerta abierta a la votación, a lo que la Casa Blanca respondió inmediatamente, solicitando a los senadores demócratas que no lo votasen para no «inyectar» al proyecto un cariz político.

«El presidente ha mantenido durante mucho tiempo que es apropiado para un proceso como este separar la política y que se trabaje sobre ello desde el Departamento de Estado, que ha sido el caso (en otros proyectos similares) en anteriores gobiernos de ambos partidos», insistió entonces el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney.

Por el oleoducto al completo se transportarían unos 830.000 barriles diarios de petróleo crudo sintético y bituminoso diluido desde las arenas de Athabasca, en la provincia canadiense de Alberta, a diferentes lugares de EE.UU., incluidas refinerías en Illinois, el centro de distribución petrolero de Cushingm, en Oklahoma, y refinerías en el Golfo de México.