Ikea invertirá 1.500 millones de euros en energía solar y eólica

Además, seguirá apostando por mejorar un 20% la eficiencia energética en sus tiendas, haciendo extensible este objetivo también a sus proveedores. También trabajará para hacer la gama de productos propios más sostenible, asegurando que todos los materiales, incluido el embalaje, sean renovables, reciclables o procedan de materiales reciclados.

La nueva estrategia trata de «inspirar y ofrecer» a la mayoría de las personas soluciones a precios asequibles que les permitan disfrutar de una vida más sostenible en el hogar. Para ello distribuirá productos y soluciones que ayuden a sus clientes a ahorrar dinero utilizando menos agua y energía y reduciendo los residuos.

Así, la compañía ya anunció que convertirá toda su oferta de iluminación a LED o venderá electrodomésticos más eficientes energéticamente al precio más bajo del mercado, entre otras ofertas.

Otro de los ejes de actuación del grupo gira en torno a la mejora en la calidad de vida de las personas y comunidades en las que está presente por lo que el grupo apoyará e impulsará el cumplimiento del Código de Conducta IWAY en su cadena de proveedores, así como su compromiso con los valores de la compañía. Éste área también incluye el apoyo del cumplimiento de los Derechos Humanos en su cadena de proveedores y donará más de 135 millones en proyectos para mejorar la calidad de vida de los niños.

Por ello, el presidente mundial del Grupo, Mikael Ohlsson, destacó que la nueva estrategia contribuirá «a transformar el negocio y conseguir provocar un impacto positivo a nivel mundial».

En la misma línea, el director de Sostenibilidad del Grupo Ikea, Steve Howard, señaló que se desarrollarán «nuevas responsabilidades en la cadena de suministro en los próximos años» al utilizar únicamente energías renovables en todos los edificios o seguir defendiendo los derechos de la infancia, entre otras cuestiones.

Ikea invertirá 1.500 millones de euros en energía solar y eólica

Además, seguirá apostando por mejorar un 20% la eficiencia energética en sus tiendas, haciendo extensible este objetivo también a sus proveedores. También trabajará para hacer la gama de productos propios más sostenible, asegurando que todos los materiales, incluido el embalaje, sean renovables, reciclables o procedan de materiales reciclados.

La nueva estrategia trata de «inspirar y ofrecer» a la mayoría de las personas soluciones a precios asequibles que les permitan disfrutar de una vida más sostenible en el hogar. Para ello distribuirá productos y soluciones que ayuden a sus clientes a ahorrar dinero utilizando menos agua y energía y reduciendo los residuos.

Así, la compañía ya anunció que convertirá toda su oferta de iluminación a LED o venderá electrodomésticos más eficientes energéticamente al precio más bajo del mercado, entre otras ofertas.

Otro de los ejes de actuación del grupo gira en torno a la mejora en la calidad de vida de las personas y comunidades en las que está presente por lo que el grupo apoyará e impulsará el cumplimiento del Código de Conducta IWAY en su cadena de proveedores, así como su compromiso con los valores de la compañía. Éste área también incluye el apoyo del cumplimiento de los Derechos Humanos en su cadena de proveedores y donará más de 135 millones en proyectos para mejorar la calidad de vida de los niños.

Por ello, el presidente mundial del Grupo, Mikael Ohlsson, destacó que la nueva estrategia contribuirá «a transformar el negocio y conseguir provocar un impacto positivo a nivel mundial».

En la misma línea, el director de Sostenibilidad del Grupo Ikea, Steve Howard, señaló que se desarrollarán «nuevas responsabilidades en la cadena de suministro en los próximos años» al utilizar únicamente energías renovables en todos los edificios o seguir defendiendo los derechos de la infancia, entre otras cuestiones.

Repsol es la empresa energética mejor valorada por la prensa del sector e Iberdrola, la más «verde»

El estudio ofrece un ranking de favorabilidad en el que, tras Repsol, Gas Natural Fenosa logra la mejor nota, del 33%, seguida del 30% concedido a Iberdrola. Además, Endesa recibe un 20% y Cepsa otro 20%, frente al 16% de REE y el 8% de E.ON.

La empresa dirigida por Antonio Brufau también lidera los ranking cuando los periodistas especializados en el sector son preguntados por la calidad en los productos y servicios prestados, así como la atención al cliente.

El 28% de los periodistas calificó sus productos de «buenos o muy buenos», mientras que el 47% aprueba su atención al cliente. Estos porcentajes, pese a situarse por debajo del 50%, son los mayores de los recibos por las empresas energéticas.

Para Antonio Imedio, director de Servicio al Cliente de Ipsos España, «estos resultados reflejan la fortaleza del sector en un momento de máxima incertidumbre económica en el que la tendencia alcista de los precios podría haber lastrado la reputación corporativa de las empresas».

Al pronunciarse acerca de la calidad de los productos y servicios, uno de los aspectos más tenidos en cuenta a la hora de valorar una compañía, el 28% de los periodistas especializados en el sector otorga la máxima valoración a Repsol, seguida de Endesa (25%) y Gas Natural Fenosa (23%).

Por otro lado, Iberdrola es percibida por el 17% encuestados como la compañía que mayor éxito está cosechando actualmente. Además los programas de RSC desarrollados por la eléctrica continúan siendo lo más valorados, lo que provoca que lidere el sector tanto en el cuidado y apoyo al medio ambiente (45%) como en los beneficios aportados a la sociedad.

Repsol es la empresa energética mejor valorada por la prensa del sector e Iberdrola, la más «verde»

El estudio ofrece un ranking de favorabilidad en el que, tras Repsol, Gas Natural Fenosa logra la mejor nota, del 33%, seguida del 30% concedido a Iberdrola. Además, Endesa recibe un 20% y Cepsa otro 20%, frente al 16% de REE y el 8% de E.ON.

La empresa dirigida por Antonio Brufau también lidera los ranking cuando los periodistas especializados en el sector son preguntados por la calidad en los productos y servicios prestados, así como la atención al cliente.

El 28% de los periodistas calificó sus productos de «buenos o muy buenos», mientras que el 47% aprueba su atención al cliente. Estos porcentajes, pese a situarse por debajo del 50%, son los mayores de los recibos por las empresas energéticas.

Para Antonio Imedio, director de Servicio al Cliente de Ipsos España, «estos resultados reflejan la fortaleza del sector en un momento de máxima incertidumbre económica en el que la tendencia alcista de los precios podría haber lastrado la reputación corporativa de las empresas».

Al pronunciarse acerca de la calidad de los productos y servicios, uno de los aspectos más tenidos en cuenta a la hora de valorar una compañía, el 28% de los periodistas especializados en el sector otorga la máxima valoración a Repsol, seguida de Endesa (25%) y Gas Natural Fenosa (23%).

Por otro lado, Iberdrola es percibida por el 17% encuestados como la compañía que mayor éxito está cosechando actualmente. Además los programas de RSC desarrollados por la eléctrica continúan siendo lo más valorados, lo que provoca que lidere el sector tanto en el cuidado y apoyo al medio ambiente (45%) como en los beneficios aportados a la sociedad.

Ikea Sabadell dispondrá de una instalación fotovoltaica de 100 kw

Además, este establecimiento cuenta con un sistema de iluminación 100% de bajo consumo y LED según informó la compañía.

También cuenta con un sistema de climatización inteligente basado en sensores de CO2 para adaptar las necesidades de ventilación y climatización en función del número de clientes y empleados que estén en la tienda en cada momento o lucernarios de alta eficiencia que permiten un mejor aprovechamiento de la luz del día.

Por otro lado, el parking dispone de 46 puntos de recarga gratuita para vehículos eléctricos instalados para que sean usados por los clientes que acudan a visitar la tienda.

Se reutilizará el agua de lluvia para consumo en las cisternas de los baños a través de un sistema de recogida propio y se utilizará el remanente de calor producido por las cámaras frigoríficas del restaurante como complemento en el calentamiento de agua para consumo interno también.

En lo referente a gestión de residuos, se separarán más de 14 fracciones de residuos diferentes que se generen en la propia tienda y que se enviarán a reciclar o se aprovecharán energéticamente para darles algún valor.

Por último, la tienda contará con un punto de reciclaje de residuos donde los clientes podrán depositar sus pilas, bombillas de bajo consumo y pequeños electrodomésticos. La multinacional sueca se encargará de su gestión.

Ikea Sabadell dispondrá de una instalación fotovoltaica de 100 kw

Además, este establecimiento cuenta con un sistema de iluminación 100% de bajo consumo y LED según informó la compañía.

También cuenta con un sistema de climatización inteligente basado en sensores de CO2 para adaptar las necesidades de ventilación y climatización en función del número de clientes y empleados que estén en la tienda en cada momento o lucernarios de alta eficiencia que permiten un mejor aprovechamiento de la luz del día.

Por otro lado, el parking dispone de 46 puntos de recarga gratuita para vehículos eléctricos instalados para que sean usados por los clientes que acudan a visitar la tienda.

Se reutilizará el agua de lluvia para consumo en las cisternas de los baños a través de un sistema de recogida propio y se utilizará el remanente de calor producido por las cámaras frigoríficas del restaurante como complemento en el calentamiento de agua para consumo interno también.

En lo referente a gestión de residuos, se separarán más de 14 fracciones de residuos diferentes que se generen en la propia tienda y que se enviarán a reciclar o se aprovecharán energéticamente para darles algún valor.

Por último, la tienda contará con un punto de reciclaje de residuos donde los clientes podrán depositar sus pilas, bombillas de bajo consumo y pequeños electrodomésticos. La multinacional sueca se encargará de su gestión.

Gas Natural Fenosa y los transportistas promoverán el uso de vehículos propulsados a gas

El acuerdo fue suscrito por el presidente de la Federación, Julio Villaescusa, y el responsable de Soluciones de Movilidad de Gas Natural Servicios, José Ramón Freire, en presencia del presidente de La Rioja, Pedro Sanz, ya que la firma se realizó en Logroño donde se celebró la asamblea general anual de Fenadismer.

El gas natural vehicular es un combustible automotor sustituto de la gasolina en motores de combustión interna de encendido por chispa y también, en forma parcial, del diesel en aquellos motores de encendido por compresión.

Se pretende divulgar entre los asociados de Fenadismer las ventajas económicas y medioambientales del gas natural comprimido (GNC), del gas natural licuado (GNL) y de las tecnologías que utiliza el sistema dual-fuel. Para ello, se organizarán jornadas informativas, encuentros con fabricantes de vehículos, etc.

Además, el convenio servirá para dar a conocer la red de recarga de este combustible que ya existe en España y se promoverá la posibilidad de establecer nuevas estaciones de carga de gas de la mano de los asociados territoriales de Fenadismer. Para ello, Gas Natural Servicios se compromete a realizar estudios de viabilidad que tengan en cuenta las localizaciones propuestas y las necesidades de abastecimiento de la zona.

Según la compañía que preside Salvador Gabarró, el uso del gas natural contribuye a mejorar la calidad del aire de las ciudades, ya que reduce en más de un 85% las emisiones de óxidos de nitrógeno y de partículas en suspensión, principales contaminantes que afectan a la salud humana, y hasta un 20% las emisiones de CO2, principal gas de efecto invernadero.

Además, el gas natural disminuye la contaminación acústica, debido a que un vehículo de gas natural reduce hasta el 50% el ruido que genera el motor.

El jefe del Gobierno de La Rioja valoró el alcance de este acuerdo, que permitirá al transporte ser sostenible y viable mediante el uso de un combustible «más competitivo, más barato y menos contaminante».

El GNV es un combustible «muy competitivo» desde el punto de vista económico si se compara con el gasóleo y la gasolina, ya que se pueden lograr ahorros de hasta el 30% respecto del primero y del 50% respecto del segundo, según dijo Villaescusa.

Para él, «en un momento de crisis como el actual, es aconsejable apostar por las energías alternativas y el gas natural es, en la actualidad, la única opción viable para el transporte por carretera».

Gas Natural Fenosa y los transportistas promoverán el uso de vehículos propulsados a gas

El acuerdo fue suscrito por el presidente de la Federación, Julio Villaescusa, y el responsable de Soluciones de Movilidad de Gas Natural Servicios, José Ramón Freire, en presencia del presidente de La Rioja, Pedro Sanz, ya que la firma se realizó en Logroño donde se celebró la asamblea general anual de Fenadismer.

El gas natural vehicular es un combustible automotor sustituto de la gasolina en motores de combustión interna de encendido por chispa y también, en forma parcial, del diesel en aquellos motores de encendido por compresión.

Se pretende divulgar entre los asociados de Fenadismer las ventajas económicas y medioambientales del gas natural comprimido (GNC), del gas natural licuado (GNL) y de las tecnologías que utiliza el sistema dual-fuel. Para ello, se organizarán jornadas informativas, encuentros con fabricantes de vehículos, etc.

Además, el convenio servirá para dar a conocer la red de recarga de este combustible que ya existe en España y se promoverá la posibilidad de establecer nuevas estaciones de carga de gas de la mano de los asociados territoriales de Fenadismer. Para ello, Gas Natural Servicios se compromete a realizar estudios de viabilidad que tengan en cuenta las localizaciones propuestas y las necesidades de abastecimiento de la zona.

Según la compañía que preside Salvador Gabarró, el uso del gas natural contribuye a mejorar la calidad del aire de las ciudades, ya que reduce en más de un 85% las emisiones de óxidos de nitrógeno y de partículas en suspensión, principales contaminantes que afectan a la salud humana, y hasta un 20% las emisiones de CO2, principal gas de efecto invernadero.

Además, el gas natural disminuye la contaminación acústica, debido a que un vehículo de gas natural reduce hasta el 50% el ruido que genera el motor.

El jefe del Gobierno de La Rioja valoró el alcance de este acuerdo, que permitirá al transporte ser sostenible y viable mediante el uso de un combustible «más competitivo, más barato y menos contaminante».

El GNV es un combustible «muy competitivo» desde el punto de vista económico si se compara con el gasóleo y la gasolina, ya que se pueden lograr ahorros de hasta el 30% respecto del primero y del 50% respecto del segundo, según dijo Villaescusa.

Para él, «en un momento de crisis como el actual, es aconsejable apostar por las energías alternativas y el gas natural es, en la actualidad, la única opción viable para el transporte por carretera».

El Gobierno se apunta a la demagogia

Probablemente, es pedir demasiado esperar que nuestros responsables económicos y energéticos se acostumbren a pensar más allá del cortoplacismo de raíces electoralistas, en ese marco difuso que establecen las encuestas, el proceso electoral permanente y la política politizada como sustitución de la administración de la cosa pública. Apelar a esto es excesivamente patriótico y puede ser pedir mucho o, lo que es peor, es como predicar en el desierto.

Apelando al discurso nihilista y simplificado de que cualquier cosa que signifique subir el precio de un suministro es malo y que cualquier cosa que signifique bajarlo es bueno, Industria ha decidido bajar la tarifa regulada a los consumidores, gracias al resultado de la subasta CESUR que determinó que el componente electricidad de las tarifas CESUR bajara un 4,6% (y a mantener los costes regulados, aún siendo insuficientes).

En consecuencia, la tarifa bajará alrededor de un 2% a partir del 1 de octubre, tras los sucesivos avatares y polémicas del verano. Industria se apresuró en contestar el resultado de la subasta con un teletipo que anunciaba la bajada. Un cierto nivel de ansiedad parece que se disipó. Por fin, José Manuel Soria, con su concepción política de dar abrazos y de que todo el mundo escuche lo que complacientemente espera, es portador de buenas noticias para los consumidores.

Esta noticia es «buena» para los consumidores, pero sólo aparentemente y temporalmente. Lógicamente, la gravedad de la crisis no está para matizaciones y la consecución zafia del corto plazo no es sólo patrimonio exclusivamente político. Por ejemplo, muy pocos comprenden que, en realidad, ha sido «bueno» en estos años, sólo aparentemente controlar la tarifa y los precios de la electricidad para no trasladar el coste del suministro a los ciudadanos, atrayendo consecuencias en el espacio temporal pasado-presente mucho más desagradables e imprevistas, que hay que afrontar ahora. Sobre todo, las que se derivan de la negación freudiana del pasado y de las decisiones políticas de anteriores gobiernos continuadas desde 2002 hasta nuestros días.

El déficit de conocimiento económico en lo político y en lo mediático y la ausencia de modelo, para traducir todo en términos de intereses y del relativismo del instante, ha contribuido a esta perversa visión que favorece comportamientos políticos de baja estofa. Enumeremos estas consecuencias pasadas de las satisfacciones del corto plazo: primero, un consumo de electricidad que tenía perdidas las referencias del nivel real de precios, esto es, poco eficiente. Por tanto, se podía consumir más y engordar la propia deuda por contar con una señal de precios artificialmente baja por decisiones políticas. Era una cuestión que cebaba el problema.

Pero, también están ahí todas las consecuencias que ahora se abominan del pasado en términos de acumulación de una deuda y engrosamiento de algo insólito en las economías occidentales como es el déficit tarifario, con efectos sobre la financiación de las empresas, de la economía, distorsiones en los sectores económicos, riesgo regulatorio e inseguridad jurídica. Y, a medio plazo, fruto de la torcida e insólita forma de afrontarlo (evitando comprender y asumir la naturaleza de una deuda), esto es sumando error por encima de cada error, mediante la instrumentación de nuevas medidas que afectarán a la inversión, a los mercados, al sector energético, a las empresas, a la seguridad jurídica, a la estabilidad regulatoria, a la economía española y a su capacidad de financiación. La incapacidad para hacerse responsables y para responder de una forma responsable a las decisiones pasadas de endeudamiento, conforme a quiénes han sido sus beneficiarios y sus ejercitantes, deriva finalmente en daños sobre los mercados, las empresas y la seguridad de suministro. Pavoroso.

Son muchos los que piensan, y así se contiene en el ideario de Energía Diario, que el problema del déficit tarifario requiere un comportamiento de relojero. Aprovechar cada momento para lograr, de forma ortodoxa, reducir y amortizar la deuda acumulada. Ser constantes y perseverantes, buenos gestores de los ahorros y de las eficiencias conseguidas. Esto es una tarea continuada que debe ser afrontada de forma minuciosa, garantizando el modelo de liberalización y con el resto de decisiones regulatorias orientadas a un funcionamiento transparente de los mercados y, en definitiva, a configurar un coste del suministro, competitivo y sostenible medioambiental y económicamente.

Con esta decisión, el mismo Ejecutivo se complica enormemente la vida al no explicar el origen y naturaleza de la deuda eléctrica, y mantener oculto este problema y los sacrificios que conlleva, dado que unos meses más tarde van a llegar sus consecuencias y se convertirá en un bumerán porque haga lo que haga, hará algo malo en el futuro por haber hecho algo malo en el pasado. Estará estropeando algo, si insiste en la vía de los encarecimientos directos tributarios o en la aplicación de medidas que deterioran la competitividad del mercado de generación (como la fijación de impuestos específicos a las tecnologías inframarginales) o de todo a la vez. Haber rebajado la deuda eléctrica manteniendo las tarifas hoy habría enviado una señal al mercado.

El Gobierno, o mejor dicho el ministro, si no estuviera apremiado por otros intereses, podría haber trabajado el problema en serio y haber hecho pedagogía. Además, en esta revisión trimestral no ha aparecido la cohorte de cuestionadores del mercado eléctrico (aunque haya sido por el oportunismo de que haya bajado). Algo hemos avanzado. Aunque bien es cierto que en estos últimos años se ha avanzado notablemente en el conocimiento del problema del déficit tarifario y en sus distorsiones, todavía no se ha efectuado una explicación completa, negro sobre blanco, de cómo se ha ido engordando el coste del suministro vía crecimiento de costes regulados y primas, del papel, beneficios y funcionamiento del mercado de generación en el suministro (uno de los más eficientes y baratos de Europa), de las consecuencias de la instrumentación política de medidas antimercado que lo encarecen o lo distorsionan. Al igual que tampoco se ha explicado la responsabilidad del encarecimiento de la electricidad por decisiones políticas o por la gestión de la capacidad de las tecnologías más subsidiadas, sus primas y, como resultante, las consecuencias económicas del control de precios ejercido por vía política.

El Gobierno, primero, juega a quedarse con lo mejor de cada cosa desde el punto de vista de lo político y de lo mediático, es decir, a aprovechar las bajadas en el precio de generación que determinan las subastas CESUR y así aprovechar para bajar la tarifa eléctrica este trimestre; segundo, a que cuando hay que subir la electricidad, se ideen y apliquen nuevos impuestos distorsionantes que estropean el mercado eléctrico. O bien, provocar las refacturaciones obligadas por los tribunales derivadas de una medida ilegal de control de los costes regulados para evitar las subidas, arrastrando los pies. Tercero, a no renunciar a mantener el esquema de primas y subsidios y distribución de la discrecionalidad. Y, cuarto, puestos en lo peor, a ser capaces de decidir meter mano vía una retribución intervenida o impuestos entre tecnologías, con consecuencias impensables en el futuro sobre la calidad de nuestra regulación, para la seguridad jurídica, la estabilidad regulatoria, los mercados, empresas, sectores, accionistas y para nuestra economía en general, tal y como sugieren las huestes más retroprogresivas del Gobierno, como los mismísimos Nadal y Montoro.

Estamos apañados.

El Gobierno se apunta a la demagogia

Probablemente, es pedir demasiado esperar que nuestros responsables económicos y energéticos se acostumbren a pensar más allá del cortoplacismo de raíces electoralistas, en ese marco difuso que establecen las encuestas, el proceso electoral permanente y la política politizada como sustitución de la administración de la cosa pública. Apelar a esto es excesivamente patriótico y puede ser pedir mucho o, lo que es peor, es como predicar en el desierto.

Apelando al discurso nihilista y simplificado de que cualquier cosa que signifique subir el precio de un suministro es malo y que cualquier cosa que signifique bajarlo es bueno, Industria ha decidido bajar la tarifa regulada a los consumidores, gracias al resultado de la subasta CESUR que determinó que el componente electricidad de las tarifas CESUR bajara un 4,6% (y a mantener los costes regulados, aún siendo insuficientes).

En consecuencia, la tarifa bajará alrededor de un 2% a partir del 1 de octubre, tras los sucesivos avatares y polémicas del verano. Industria se apresuró en contestar el resultado de la subasta con un teletipo que anunciaba la bajada. Un cierto nivel de ansiedad parece que se disipó. Por fin, José Manuel Soria, con su concepción política de dar abrazos y de que todo el mundo escuche lo que complacientemente espera, es portador de buenas noticias para los consumidores.

Esta noticia es «buena» para los consumidores, pero sólo aparentemente y temporalmente. Lógicamente, la gravedad de la crisis no está para matizaciones y la consecución zafia del corto plazo no es sólo patrimonio exclusivamente político. Por ejemplo, muy pocos comprenden que, en realidad, ha sido «bueno» en estos años, sólo aparentemente controlar la tarifa y los precios de la electricidad para no trasladar el coste del suministro a los ciudadanos, atrayendo consecuencias en el espacio temporal pasado-presente mucho más desagradables e imprevistas, que hay que afrontar ahora. Sobre todo, las que se derivan de la negación freudiana del pasado y de las decisiones políticas de anteriores gobiernos continuadas desde 2002 hasta nuestros días.

El déficit de conocimiento económico en lo político y en lo mediático y la ausencia de modelo, para traducir todo en términos de intereses y del relativismo del instante, ha contribuido a esta perversa visión que favorece comportamientos políticos de baja estofa. Enumeremos estas consecuencias pasadas de las satisfacciones del corto plazo: primero, un consumo de electricidad que tenía perdidas las referencias del nivel real de precios, esto es, poco eficiente. Por tanto, se podía consumir más y engordar la propia deuda por contar con una señal de precios artificialmente baja por decisiones políticas. Era una cuestión que cebaba el problema.

Pero, también están ahí todas las consecuencias que ahora se abominan del pasado en términos de acumulación de una deuda y engrosamiento de algo insólito en las economías occidentales como es el déficit tarifario, con efectos sobre la financiación de las empresas, de la economía, distorsiones en los sectores económicos, riesgo regulatorio e inseguridad jurídica. Y, a medio plazo, fruto de la torcida e insólita forma de afrontarlo (evitando comprender y asumir la naturaleza de una deuda), esto es sumando error por encima de cada error, mediante la instrumentación de nuevas medidas que afectarán a la inversión, a los mercados, al sector energético, a las empresas, a la seguridad jurídica, a la estabilidad regulatoria, a la economía española y a su capacidad de financiación. La incapacidad para hacerse responsables y para responder de una forma responsable a las decisiones pasadas de endeudamiento, conforme a quiénes han sido sus beneficiarios y sus ejercitantes, deriva finalmente en daños sobre los mercados, las empresas y la seguridad de suministro. Pavoroso.

Son muchos los que piensan, y así se contiene en el ideario de Energía Diario, que el problema del déficit tarifario requiere un comportamiento de relojero. Aprovechar cada momento para lograr, de forma ortodoxa, reducir y amortizar la deuda acumulada. Ser constantes y perseverantes, buenos gestores de los ahorros y de las eficiencias conseguidas. Esto es una tarea continuada que debe ser afrontada de forma minuciosa, garantizando el modelo de liberalización y con el resto de decisiones regulatorias orientadas a un funcionamiento transparente de los mercados y, en definitiva, a configurar un coste del suministro, competitivo y sostenible medioambiental y económicamente.

Con esta decisión, el mismo Ejecutivo se complica enormemente la vida al no explicar el origen y naturaleza de la deuda eléctrica, y mantener oculto este problema y los sacrificios que conlleva, dado que unos meses más tarde van a llegar sus consecuencias y se convertirá en un bumerán porque haga lo que haga, hará algo malo en el futuro por haber hecho algo malo en el pasado. Estará estropeando algo, si insiste en la vía de los encarecimientos directos tributarios o en la aplicación de medidas que deterioran la competitividad del mercado de generación (como la fijación de impuestos específicos a las tecnologías inframarginales) o de todo a la vez. Haber rebajado la deuda eléctrica manteniendo las tarifas hoy habría enviado una señal al mercado.

El Gobierno, o mejor dicho el ministro, si no estuviera apremiado por otros intereses, podría haber trabajado el problema en serio y haber hecho pedagogía. Además, en esta revisión trimestral no ha aparecido la cohorte de cuestionadores del mercado eléctrico (aunque haya sido por el oportunismo de que haya bajado). Algo hemos avanzado. Aunque bien es cierto que en estos últimos años se ha avanzado notablemente en el conocimiento del problema del déficit tarifario y en sus distorsiones, todavía no se ha efectuado una explicación completa, negro sobre blanco, de cómo se ha ido engordando el coste del suministro vía crecimiento de costes regulados y primas, del papel, beneficios y funcionamiento del mercado de generación en el suministro (uno de los más eficientes y baratos de Europa), de las consecuencias de la instrumentación política de medidas antimercado que lo encarecen o lo distorsionan. Al igual que tampoco se ha explicado la responsabilidad del encarecimiento de la electricidad por decisiones políticas o por la gestión de la capacidad de las tecnologías más subsidiadas, sus primas y, como resultante, las consecuencias económicas del control de precios ejercido por vía política.

El Gobierno, primero, juega a quedarse con lo mejor de cada cosa desde el punto de vista de lo político y de lo mediático, es decir, a aprovechar las bajadas en el precio de generación que determinan las subastas CESUR y así aprovechar para bajar la tarifa eléctrica este trimestre; segundo, a que cuando hay que subir la electricidad, se ideen y apliquen nuevos impuestos distorsionantes que estropean el mercado eléctrico. O bien, provocar las refacturaciones obligadas por los tribunales derivadas de una medida ilegal de control de los costes regulados para evitar las subidas, arrastrando los pies. Tercero, a no renunciar a mantener el esquema de primas y subsidios y distribución de la discrecionalidad. Y, cuarto, puestos en lo peor, a ser capaces de decidir meter mano vía una retribución intervenida o impuestos entre tecnologías, con consecuencias impensables en el futuro sobre la calidad de nuestra regulación, para la seguridad jurídica, la estabilidad regulatoria, los mercados, empresas, sectores, accionistas y para nuestra economía en general, tal y como sugieren las huestes más retroprogresivas del Gobierno, como los mismísimos Nadal y Montoro.

Estamos apañados.