Las empresas de tecnología dicen que España necesita hasta 15.000 millones de euros para instalar varias infraestructuras hidráulicas
Durante la celebración de su asamblea anual, ASAGUA destacó la situación de atonía que atraviesa el sector por el parón continuado de las inversiones. De este modo, añadió que la crisis provocó que la inversión haya caído progresivamente hasta ser casi inexistente, y esto desembocó en una pérdida importante de actividad en un sector que es motor de la economía.
Para Antolín Aldonza, director general de ASAGUA, el Gobierno «debe establecer ya, de forma urgente» un marco legal para desarrollar fórmulas de colaboración público-privada, para que las empresas y administraciones públicas encuentren la debida seguridad sin que afecte al déficit público.
Además, reclamaron más inversiones en materia de agua porque han estimado que España necesita entre 10.000 y 15.000 millones de euros para infraestructuras del agua rentables y además reactivar la inversión en conservación y mantenimiento de las existentes, más un plus para rehabilitar el patrimonio hidráulico que haya resultado deteriorado a causa de la poca inversión habida en los últimos años.
En este presupuesto cabrían las 900 depuradoras nuevas que calcularon que necesita el país. «Hay que construir las infraestructuras necesarias y mantener el patrimonio hidráulico que ahora se encuentra en estado de riesgo de deterioro prematuro si no se actúa con prontitud», manifestaron los responsables de ASAGUA.
En la asamblea, también se analizaron los planes hidrológicos y los precios del agua que, según el sector «deben ser un compendio de todos sus costes, incluido el de las infraestructuras y su reposición, pero al tratarse de un precio político el consumidor no paga lo que cuesta y la diferencia recae en todos los ciudadanos y en los operadores».
Asimismo, consideraron que para ejecutar todas las actuaciones necesarias en abastecimiento, saneamiento y depuración es «imprescindible» recuperar los costes, lo que significa que los usuarios paguen el precio real del agua, incluidos los costes e las infraestructuras.
En este sentido, insistieron en que sea «el consumidor final y no el ayuntamiento quien pague el servicio», porque es vital para la cooperación público-privada.
