Carbón nacional en Halloween
Ahora que se ha puesto de moda Halloween en Europa, tenemos un ejemplo filosófico de esta fiesta de misterio y transformación. El largo decurso del decreto del carbón acaba de encallar en un nuevo incidente crítico. Recién estrenado el nuevo gobierno y con la ambición de hacerse valedor de encendido de este Real Decreto, la Audiencia Nacional y el Tribunal de Justicia Europeo le aguan la fiesta al Ministerio de Industria con la admisión de la propuesta de medidas cautelares y el hecho de que la Unión Europea haya pedido tiempo (dos meses: una eternidad política) para estudiar el contenido del decreto y de las normas sucesivas, aprobadas con apresuramiento, (reordenación de las ofertas en el mercado eléctrico, cantidades,…), etc…
Truco sin trato
Desde el punto de vista político, la montaña rusa del decreto del carbón, concesión de Zapatero a este sector iniciada hace ya más de un año en Rodiezmo, cuando todavía acudía a las campas para iniciar el curso político, tiene mucho de Halloween: se va transformando de una cierta euforia por encontrar la fórmula, el truco, de que cuele en la normativa europea, con los jarros de agua de fría de sus consecuencias, paradas y retrasos como éste. De ahí, ese intento de calificar el carbón nacional, como estratégico para el sector eléctrico y la generación, cuando para quien es estratégico es para un conjunto de intereses políticos en rebatiña.
En este escenario, Miguel Sebastián apremiado por el rédito político señaló en los medios de comunicación a las empresas eléctricas de actuar de manera poco formal en Europa por la defensa contra la intervención de mercado del Gobierno español. Por otra parte, días después, también empezaba a valorar ante los medios, la idea de compensar (como los árbitros que pitan un penalti injusto en un área, y seguidamente repiten lo mismo en la contraria) a las centrales térmicas.
Todo ello, después de negar que hubiera damnificados de esta medida, en un momento de caída de demanda eléctrica, de expulsión del mercado de las distintas tecnologías de generación. Y, sobre todo después de reconocerlos implícitamente en su primera versión de real decreto, después quitarlos en la segunda versión del decreto y ahora sopesarlos. Es evidente que se trata de una intervención en el mercado para mantener artificialmente la demanda de carbón nacional para generación eléctrica de forma que todos lo paguemos a escote económico y medioambiental. Tener marchas de mineros desde Galicia en la televisión o en las inmediaciones del despacho siempre es francamente molesto en tiempos de debilidad política.
Por otra parte, la tramitación de este Decreto también está afectando al propio Joaquín Almunia que, como Comisario Europeo de Competencia, se encuentra con un papel que conoce bien y con el origen carbonífero de la Unión Europea bien latente. Este Real Decreto, cuestionado también por la Comisión Nacional de Competencia, es también una prueba de fuego para el Comisario español, con su patata caliente.
Podemos hacer una propuesta desde Energía Diario. En esos dos meses, la Unión Europea podría, por ejemplo, estudiar con detenimiento la ejecutoria, resultados y distribución del Plan del Carbón, así como la escasa efectividad de las políticas que se deberían ir poniendo para la transición inexorable al desmantelamiento del sector que proviene la Unión Europea. El volumen de ayudas, su necesidad y su destino, la capacidad de las propias empresas mineras de confrontar a sus colectivos de trabajadores. Y, consecuentemente, su coherencia con este Real Decreto.
Con el carbón nacional, y sus creativas formas de ayuda, vivimos permanentemente en Halloween.



