El culebrón Aguilar
Hay que reconocer, no obstante, que en la mayoría de periodistas de energía del Grupo Prisa se pueden encontrar «trazos» (más abundantes en algunos casos, eso sí) de esta tendencia. El periodista también se ha hecho el representante oficial de esta corriente y ha iniciado un seriado en los distintos medios de comunicación en los que interviene (los diarios «El País» y «Cinco Días» y las tertulias nocturnas de la «Cadena Ser«, principalmente) además, de forma apasionada y vehemente. La semana pasada, de hecho, tuvimos sendos artículos en estos dos medios e intervención «ex catedra». Lo que está claro es que es un tema recurrente para el articulista y, como se dice ahora, «le pone», lo cual hay que reconocer que es poco frecuente en la prensa española.
En resumidas cuentas, si recordamos los postulados retroprogresivos, éstos se basan en cortocircuitar la eficiencia del mercado en su conjunto, buscando seccionar el mismo por tecnologías, estableciendo una regulación que fije la retribución mediante un beneficio regulado sobre los «costes reconocidos», de forma que no sea el mercado quien conmine a las empresas a ser eficientes. Las tecnologías «buenas» se trajinarían a la Administración colocándole los costes de generación, los costes de la burocracia que generasen, más un beneficio regulado y no tendrían porqué competir, dado que además son un Ente supremo (léase por ejemplo REE, diría cuando genera cada uno). El mejor de los mundos posibles o el franquismo, donde todo era seguro y feliz.
Para ello, tratan de evidenciar diferencias entre el precio del mercado surgido por la tensión entre oferta y demanda y los costes por tecnología (incluyendo el doble salto mortal de la falsificación de la contabilidad financiera, abstrayendo conceptos como «amortización» o «inmovilizado» que supondrían un bochorno para cualquiera de nuestros estudiantes de las Facultades de Económicas). En su formulación, hay tecnologías buenas y malas, a las que gravar y a las que primar. Tecnologías que en el mercado «ganan» mucho (y no tecnologías que llegan al borde de la rentabilidad). Lo que pasa es que esa es la esencia del mercado de un suministro indiferenciado como es la energía eléctrica. Y para hacer este tipo de trabajos, el estilo más adecuado es el periodístico-literario de Miguel Ángel Aguilar: muy bien construido, combinando indirectas sobre insinuaciones encadenadas, aprovechamiento de datos parciales, contextualizando hechos aislados de forma envenenada con sugerencias de matiz incendiario que sería necesario matizar, estudiar y comparar. Por tanto, los representantes de este sector de la energía han encontrado a alguien idóneo para esta operación y generar munición de grano gordo.
Realmente a este colectivo no les interesa que el precio de la energía en el mercado de generación sea más bajo en España que en Europa (han perdido un argumento) y que los costes regulados sean una parte creciente de la factura de los ciudadanos. Su obsesión es la justicia redistributiva tecnológica y la intervención en los precios finales. Y es que el precio de la energía en el mercado de la generación es bajo en España, porque hay competencia entre tecnologías y, en conjunto, hay exceso de oferta por abundancia de tecnologías, por lo que ha caído la demanda. Por tanto, los mecanismos de mercado básicos funcionan a la perfección. De hecho, los precios que están sirviendo de base para el cálculo de la tarifa en generación eran mucho más altos hace solamente un año. Luego, el problema del precio de la electricidad para el consumidor está en otro sitio: deuda pendiente de pago, costes regulados y primas a las renovables e intervenciones sucesivas. Por tanto, cualquier argumento que sirva para desviar la atención, para desviar de los verdaderos problemas es altamente demagógico, con riesgos sobre la liberalización, la inversión y los mercados. Nunca, realmente, en un país europeo occidental se pudo hablar tanto contra un mercado o contra la normativa europea y con tanto desparpajo e impunidad como en nuestro país, tal y como están floreciendo estos argumentos tras la no elevación de la tarifa eléctrica. ¿Quién dijo que la electricidad debía subir un 2% o el equivalente al IPC? ¿Quién contuvo los costes energéticos a la sociedad española, sino también en su momento el dictador, por motivos demagógicos?
Tras la decisión de elevación insuficiente del precio de la electricidad, la ofensiva mediática se ha recrudecido desde los sectores retroprogresivos y lo que viene en los próximos trimestres (¿quién aguanta este cortoplacismo?), promete ser duro. El anterior Secretario de Estado de Energía, Pedro Marín, parece que se ha ido, llevándose las culpas de la subida indeseada. Atentos.










