Bruselas cree que el vehículo eléctrico y los biocarburantes sustituirán lentamente a los combustibles fósiles en 2050

De este modo, la Unión Europea podrá cumplir sus objetivos de reducción de emisiones en la lucha contra el cambio climático y garantizar al mismo tiempo la seguridad de suministro.

Según el informe, la demanda futura para todos los modos de transporte podría cubrirse a través de una combinación de electricidad (baterías o pilas de combustible) y biocarburantes como principales opciones; fueles sintéticos (cada vez más procedentes de fuentes renovables) como solución intermedia, metano como combustible complementario y gas licuado de petróleo como suplemento.

«Si queremos lograr un transporte auténticamente sostenible, tendremos que considerar los carburantes alternativos. Para ello tenemos que tener en cuenta las necesidades de todos los modos de transporte», ha destacado el comisario de Transporte, Siim Kallas.

El Ejecutivo comunitario está revisando en este momento la situación y el informe presentado le servirá para preparar una «iniciativa sobre sistemas de transporte limpios» a lo largo de este año.

Asimismo, la Comisión Europea ha dado luz verde a la ayuda de 54,6 millones de euros que Suecia pretende conceder a un proyecto de investigación y desarrollo para la producción de biocombustibles a partir de restos de la fabricación de celulosa.

El Ejecutivo comunitario ha considerado que el plan es válido dentro de las normas de ayudas de Estado para proyectos de este tipo y, en particular, porque se inscribe en un ámbito en el que el mercado no ha logrado avanzar.

«Este proyecto podría ayudar a desarrollar una refinería de biocombustibles de segunda generación en una planta de celulosa sin distorsionar excesivamente la competencia«, ha explicado en un comunicado el comisario europeo de Competencia, Joaquín Almunia.

Según la Comisión Europea, este tipo de carburantes reemplazarían a los de tipo fósil y ayudaría a Europa a cumplir sus objetivos medioambientales y energéticos.

El proyecto «Domsjö» se desarrollará durante un periodo de diez años y contará con apoyo público dadas las dificultades para encontrar financiación privada por los altos riesgos que comporta.

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