El CSN solicita información adicional a los técnicos y aplaza la decisión de reapertura de la central de Garoña
El consejo de administración de Nuclenor, titular de la planta participada al 50% por Endesa e Iberdrola, acordó el pasado 27 de mayo pedir la renovación de la autorización de explotación de la central nuclear de Santa María de Garoña hasta 2031, una fecha con la que la planta atómica burgalesa se situaría en los 60 años de edad. Dos días más tarde, el Gobierno solicitó al CSN el informe preceptivo.
La empresa consideró que un marco temporal de explotación «de estas características es necesario para hacer viable el proyecto y proporcionaría la estabilidad y certidumbre adecuada para acometer las inversiones precisas».
Para operar hasta 2031, Nuclenor necesita un informe técnico del CSN que, si es negativo, obligaría al cierre de la planta y, si es positivo, dejaría la decisión última en manos del Ministerio de Industria, Energía y Turismo y el Consejo de Ministros.
El Pleno del CSN informó favorablemente en mayo de 2013 sobre la posibilidad de que el Industria modificase la orden ministerial de 29 de junio para permitir una prórroga de un año a la central nuclear de Garoña, aunque en ese tiempo, la planta debería permanecer en parada segura y sin combustible en el reactor.
El Pleno del CSN condicionó la autorización a que Garoña mantuviera durante ese tiempo «en cualquier caso» la situación de «parada segura y sin combustible en el reactor». Además, para reforzar la seguridad de la planta atómica, el regulador impuso la condición de que Nuclenor no pueda introducir combustible en el reactor sin la autorización previa del CSN, en el caso de que se modificara la orden ministerial.
Asimismo, para que Garoña pudiera realizar una hipotética carga del combustible, además de solicitar ese permiso tendría que realizar las modificaciones de diseño requeridas y establecidas en los anteriores informes del CSN, así como en las instrucciones técnicas complementarias.
Las medidas que se exigirán a Garoña son «insuficientes»
Por su parte, el físico nuclear Francisco Castejón aseguró que los dos paquetes de medidas que solicitará el CSN a Garoña para volver a operar resultan «insuficientes», ya que no solucionarán cuestiones como la corrosión de su circuito primario ni los problemas de su vasija, según explicó .
Según Castejón, que trabaja en el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) y es portavoz de energía nuclear de Ecologistas en Acción, el CSN pedirá aplicar las medidas derivadas de las pruebas de estrés, impulsadas tras el accidente de Fuskushima, y las emanadas de las inspecciones de 2009 a raíz de la renovación de su permiso de explotación hasta 2013.
A su juicio ello resulta «insuficiente», ya que obvia cuestiones como la corrosión del circuito primario (sistema de circulación del fluido refrigerante usado para extraer el calor del núcleo de un reactor) y los problemas de su vasija.
Básicamente, el CSN pedirá a Nuclenor el cambio de «prácticamente todo el cableado de la central, mejorar los sistemas de vigilancia de gases radiactivos de la sala de sala de control y del sistema contra incendios».
A estas modificaciones se suma otro paquete de medidas que tienen que ver con las pruebas de estrés, entre ellas la mejora del sistema de venteo (garantiza la integridad de la contención ante un accidente severo); de los sistemas sísmicos, instalar un segundo panel de control para ser operado remotamente, un edificio de emergencia en el exterior, y dotarse de sistemas de alimentación y refrigeración portátiles.
Sobre la corrosión de su circuito primario, «aunque se haya intentando paliar, no hay solución. Ha afectado al barrilete, a las penetraciones inferiores y a algunas tuberías del circuito primario».
El barrilete, un elemento situado en la vasija, que sujeta los elementos combustibles y canaliza el flujo de refrigerante dentro del núcleo de la central, «tiene una fisura de prácticamente 360 grados y tiene soldados unas cinchas para que aguante».
A ello se suma el problema de las dos centrales belgas Doel 3 y Tihange 2, paralizadas por el Gobierno de Bélgica tras hallarse miles de pequeñas fisuras en el acero de la vasija, y cuyo fabricante es el mismo que el de Garoña.
En vez de meterse en todas estas reparaciones «lo más sensato sería el cierre. Pueden aparecer nuevas averías, por eso Nuclenor pide seguir operando hasta el 2031 y así poder recuperar las inversiones que tiene que realizar, en torno a 150 millones de euros«.
El pasado mes de junio, la Unión Europea respaldó la revisión de las normas sobre seguridad nuclear, como la revisión obligatoria cada seis años a las centrales, llevadas a cabo por expertos de otros países europeos.
«Esto tampoco beneficia a Garoña, ya que en España las revisiones son cada diez años», concluyó Castejón.



Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir