Concluye la primera expedición por Groenlandia en vehículo eólico
Los cinco expedicionarios, liderados por el explorador polar español Ramón Larramendi, batieron el récord de distancia recorrida con el «trineo de viento», al lograr cubrir 427 kilómetros en una sola etapa, según informó Tierras Polares.
A bordo de este vehículo viajaron con Ramón Larramendi los ingenieros españoles Manuel Olivera y Eusebio Beamonte, la danesa Karin Moe Bojsen y el groenlandés Hugo Svenson, que lograron llegar a la meta sin ningún problema físico, «salvo el cansancio propio de una expedición tan exigente como ha sido esta», puntualizó la organización.
En el viaje, el equipo de Larramendi puso a prueba un nuevo prototipo de este «eco-laboratorio móvil», que demostró que es posible viajar e investigar en los territorios polares con «cero emisiones».
La penúltima etapa de la expedición, pionera a nivel mundial, estuvo precedida de dos jornadas en las que el viento no les fue favorable. Desde el viernes estaban en el punto más al sur del recorrido, y durante el fin de semana no hubo forma de girar hacia el oeste, para coger el domo de vuelta hacia el norte, camino de las cercanías de Kangerlussuaq, donde habían sido depositados por una avioneta el pasado 3 de mayo.
«Esos tres días fueron los más desesperantes porque ya estás cerca del final, la comida comienza a escasear y, pese a ello, no puedes moverte porque las condiciones meteorológicas no son favorables. La paciencia es la mayor de las cualidades para los exploradores, pero después de casi dos meses sobre el hielo es inevitable querer llegar al destino y esos parones estando a las puertas son más desesperantes», reconoció Larramendi.
«Estamos todos muy contentos. Ha sido duro, sobre todo porque pensábamos tener mejor terreno y mejor viento y hemos sufrido muchos días de poco avance, pero al final hemos conseguido el objetivo y hemos demostrado que el trineo de viento, aunque necesita algunas adaptaciones aún, es una gran alternativa para hacer ciencia en los polos«, añadió el líder del grupo.
A lo largo de los 49 días de expedición, que contó con el apoyo de la Sociedad Geográfica Española y Acciona, los expedicionarios realizaron periódicamente una recogida de datos de la nieve para el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC), y detectaron importantes variaciones en las temperaturas en función de la zona de la isla en la que se encontraran.
Además, en todo este tiempo no se cruzaron con ningún ser vivo, salvo algún ave ártica que revoloteó junto a la cometa. Tan sólo en el sureste, el 15 de junio, encontraron huellas de otros campamentos expedicionarios, y tres días más tarde, el día 18, visitaron la estación radar de la Guerra Fría Dye-3, abandonada hace 25 años.

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