Enresa anuncia que el almacén de residuos de media y baja actividad de El Cabril duplicará su capacidad

Durante el Foro de la Nueva Energía, organizado por Nueva Economía Fórum, Gil Ortega dijo que Enresa ya inició los trámites con el ayuntamiento de Hornachuelos (Córdoba) y la Junta de Andalucía para solicitar los permisos para construir otras 28 celdas, es decir otras tantas como las actuales, que están ocupadas al 70% de su capacidad.

Así, precisó que las 28 celdas de residuos de media actividad son las que se duplicarán y que el espacio para los residuos de baja actividad, que alberga la celda 29, también serán ampliados próximamente, ya que se iniciará la celda 30 entre los meses de abril y mayo de este año.

Según añadió, el Cabril asume el 80% del desmantelamiento de las centrales y otro 20% de otras actividades generadas en España, para lo que dispone de una capacidad de 50.000 metros cúbicos, de los que ya están ocupados 30.000.

Gil-Ortega explicó que estos residuos van acondicionados en bidones de 120 litros, que se introducen en contenedores fabricados en El Cabril, y a su vez en celdas de almacenamiento definitivo, con una capacidad de alrededor de 5.760 barriles de 220 litros cada uno.

Asimismo, aseguró que España tiene resuelta «totalmente» la gestión de los residuos de baja y media actividad, mientras que «no podemos decir lo mismo en aquellos de alta actividad», por lo que abogó por la necesidad del Almacén Temporal Centralizado (ATC) de Villar de Cañas (Cuenca).

«Es una instalación pasiva, no es una instalación nuclear, no sufre reacciones en su interior, sólo emite calor, no hay ningún riesgo de situarlo en Villar de Cañas ni en ningún sitio de España», apostilló.

Por ello, Gil Ortega defendió la idoneidad de los terrenos elegidos en el municipio conquense, puesto que «reúne todas las condiciones de suelo, arcilla y arenisca», y de los beneficios sociales y económicos que supondrá para el entorno el futuro ATC. De hecho, apuntó que Villar de Cañas creció en 2013 un 15%, lo que aventura la nueva etapa que está por llegar, una vez que el ATC comience su construcción.

Así, dijo que el emplazamiento, de 54 hectáreas, se empezó a vallar este mismo lunes, con el objetivo de cumplir plazos y que los primeros residuos nucleares puedan empezar a almacenarse para los próximos 60 años en el primer trimestre de 2018. «Contar con un ATC es imprescindible y urgente si se quiere hacer sitio para que las centrales nucleares actuales sigan funcionando», apostilló.

En este contexto, manifestó que la ubicación dependió de la decisión del Gobierno de España y manifestó que la instalación debe hacerse con el mayor consenso y transparencia, así como con una política de puertas abiertas, como ocurre en El Cabril, donde los cordobeses pudieron comprobar que la radiactividad ambiental actual es «idéntica» a la que había antes de construir el almacén, tras 900 muestras al aire, agua, animales y peces.

«No ocurre nada en El Cabril que no lo sepa inmediatamente el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) y el Ministerio de Industria», puesto que «si pasara algo habría sospecha», dijo

Respecto a la pedagogía e información a los ciudadanos en materia nuclear, aseveró que se está haciendo un «esfuerzo fundamental», y que las actuaciones en materia nuclear «no se pueden hacer si la sociedad no está bien informada». Por ello, consideró que el rechazo inicial que ocasionó el ATC, «se volverá colaboración social si las cosas se hacen con puertas abiertas y transparencia».

En cuanto a las protestas de los colectivos ecologistas, opinó que «pueden manifestarse como quieran», pero «deben dar una solución a los residuos radiactivos».

Ampliar la vida de las nucleares a 50 o 60 años

El presidente de Enresa aseguró que el Ministerio de Industria, Energía y Turismo «está pensando en prolongar» la vida de las instalaciones nucleares de los 40 años actuales a «50 ó 60 años», en la línea de otros países como Estados Unidos que podrían ampliar el periodo hasta los «70 u 80 años» de actividad, tal y como apuntó hace unos meses el ministro del ramo, José Manuel Soria.

Gil Ortega consideró que puesto que los residuos radiactivos son «una realidad» es preciso tratarlos de una forma «segura y eficaz». «Todos los españoles hemos generado residuos radiactivos» y ahora «es nuestro deber darles solución», aseguró.

Además, también recordó que el ATC no es cementerio, porque no es definitivo, sino un almacén casi en superficie que tendrá una altura de 25 metros más una chimenea de unos 23 metros por la que saldrá aire y en el que se guardarán los residuos y el combustible de las plantas atómicas españolas durante al menos los próximos 60 años, para posteriormente ser trasladados a un Almacén Geológico Profundo (AGP), para cuya finalización «quizá hagan falta 50 años».

En este sentido, adelantó que durante 10 años Enresa realizó sus propios trabajos de investigación para conocer distintos emplazamientos posibles en el territorio y que no quiso desvelar antes de dárselos a conocer al Gobierno cuando éste se lo solicite. En todo caso, consideró que será una decisión de Estado que habrá que tomar en los próximos 50 años o 60 años.

Vandellós I y Garoña

Por otro lado, sobre los residuos de la central nuclear de Vandellós I (Tarragona), alojados en la actualidad en Francia, dijo que tendrán que volver a España a mediados de 2017, para lo que junto al futuro ATC, se buscó una solución de cara a ese medio año de antelación al inicio de su funcionamiento.

Concretamente, explicó que las 1.000 toneladas de residuos de Vandellós I que se enviaron a reprocesar a Francia, una operación que ha tenido un coste de 600 euros, debían haber regresado en 2011 y, por ello, Francia puso una especie de multa de 65.000 euros a España por cada día de demora. Entonces, según añadió, se debían traer 14 metros cúbicos de residuos de alta actividad y 670 metros cúbicos de baja y media actividad en 90 transportes por carretera.

Sin embargo, en 2012, recién llegado a la presidencia de Enresa, se aprobó un proyecto para reducir este volumen, por un importe de 194 millones de euros. De este modo, se devolverán a España 14 metros cúbicos de residuos de alta actividad y 37 metros cúbicos de media y baja actividad en dos o tres transportes por carretera. «Dejarlos allí este tiempo tal cual estaban costaba 200 millones de euros y con esta operación ya no estamos pagando los 65.000 euros diarios», justificó.

Gil Ortega resumió que, en total los residuos de Vandellós habrán costado a España 800 millones de euros, que «es más de lo que cuesta construir el ATC». Sobre el traslado, dijo que Francia los llevará hasta la frontera y desde ahí llegarán al ATC por carretera. Son tres transportes en contenedores seguros y defendió la experiencia de Enresa en esta operación.

Sobre la posible reapertura de la central de Santa María de Garoña (Burgos), Gil-Ortega reconoció tener «incertidumbre de ver qué va a ocurrir», aunque defendió la «obligación» y las «ganas» de un plan al respecto.

«Estamos hablando con los dueños de Garoña desde hace bastante tiempo por si no entra en funcionamiento saber qué hacemos», aclaró, puesto que «el combustible en piscinas hay que sacarlo» a pesar de que «en cualquier caso el desmantelamiento no empezaría hasta dentro de tres años».

No obstante, Gil-Ortega destacó que aunque desde el Ministerio de Industria, Energía y Turismo «han puesto el mercado adecuado» con respecto a Garoña, «otra cosa es que los empresarios lo vean».

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